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De espaldas

La comida de Zas

Posiblemente es que me echa mucho de menos cuando estoy en casa. Lo sé. Es que no se puede ser tan amorosa, :-)

Es la única explicación que le encuentro a esto:



Así ha quedado la bota izquierda de uno de los pares de calzado que más a gusto he llevado en toda mi vida. En la foto no se distingue demasiado bien -la máquina me supera, he de aprender todavía-, pero se ha comido la parte superior trasera, la que sujeta el tobillo.

En realidad, tengo la impresión de que se ha propuesto que renueve mi vestuario, incluidos los zapatos. Es inteligente, sí. Porque no entiendo el lenguaje de los perros -todo se andará- y ése es un pequeño escollo para comunicarme plenamente con él, pero estoy convencida de que si pudiese decodificar sus ladridos, mi vida estaría mucho más encauzada, ya que intuyo que más de una vez, por las mañanas, cuando estamos a punto de salir para su paseo, sus exabruptos sonoros han venido a decirme algo así como "¡niña de dios! ¿ande vas con esas pintas? ¿no sabes lo que es una Mujer Cosmopolitan? Dentro de una semana te veo saliendo con el batín y las chanclas".

3 comentarios

Bambolia -

Eso, eso, Web, cuéntanoslo, :-)

A mí ya se me comió otro zapato por el mismo lugar estas navidades pasadas, y las zapatillas de deporte están mordisqueadas también en el talón, lo que ocurre es que la piel no es tan blanda y no pudo con ellas.

Siempre dejo el calzado en lo alto del sinfonier porque no me fio un pelo, pero ayer, al marcharme por la mañana, no me acordé de recogerlo y claro... él se preocupó por hacerlo a su manera, :-(

Entre cojines mordidos en las esquinas, las puertas redecoradas con arañazos para hacerlas más rurales y los cepillos de dientes/uñas que lleva deglutidos, creo que me daba para pagarle las vacunas de tres años o más... seguro.

Menos mal que esto sirve para desdramatizar y tal y al final acabas echándote unas risas de verlo con la cabeza gacha y los ojos tristones -el muy cabrito se ha aprendido la pose a la perfección-.

Kiri -

Estoy curada de espanto.
Tengo los sillones despellejaos de arañazos de mi gata. No se come mis zapatos, pero debe creer que son sus hijos o algo, porque se tumba encima, los abraza y no hay quien se los quite.

Una vez tuvimos un perro que se comió medio sombrero de paja de mi abuelo. Quedó monísimo. Vamos , era para haber tenido media cabeza.

Y nosotras con cara de póker,como que no nos lo explicábamos, juasss. Que lo cuente mi hermana, que sabe mejor.

Fri -

Querrá que lo cambies de dieta. ;P