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De espaldas

Una casa a cuestas

[El traje está perdido.
Era gris y paseaba.
Una sombra sobre dos pasos.]

Reiterado el clip clap.

Suelo inerte que recibe el agua
sin que los charcos ahoguen
los débiles tobillos
del niño que nunca tocó el lomo de un caballo.

Tintinea la voz rota.

La caja de cartón cobija
sin miseria aparente
una fortuna acaudillada
por un bandolero que nunca robó palabras.

Claqué de madrugada.

Una cama inventa noches
sin el inhóspito
abandono del ladrido que habita
en este basurero que nunca fue cotidiano.

Tambores de hojalata.

[Amanece sin el aliento
del pedigüeño. Cuchillas para el día.]

Me miro en el espejo del café.
El azúcar corrompe la sobriedad de la mañana.
Es imposible vivir en blanco.
Ni tan siquiera el pan se resiste.
El trigo se deshace sobre una alfombra de bambú.

Un mapa se quedó abierto
encima de la mesa:
la ruta de los caracoles no sirvió para encontrarte.

Addenda 20:25

Esta mañana me acordé de este poema: el caracol con su casa a cuestas. Quieras o no quieras. O mejor dicho, queriendo, siempre queriendo. Ciertas negativas no caben cuando se trata de tu propia casa.

El traje anda solo. No ha habido variación. Su inquilino se escapó hace muchos años, quizás infinitos, al país de una mujer que ya no tenía nombre, aunque en algún tiempo lo tuvo. Alguien me dijo una vez que se hacía llamar Alicia.

El perdedor me ha tocado en el codo y al girarme he abandonado mi infancia. Sí. Desde hace una hora y media soy un cuarto de quilo más adulta.

No hay camas que inventen fábulas ni tambores de hojalata. Nunca los tuvo. Como mucho, sólo aprendió a lanzar la peonza de madera.

Esta tarde no había alfombra de bambú. Las migas han caido directamente al suelo, sin paliativos. El golpe me tiene perpleja.

Nos ha vencido la maraña de silencios y el peso de las palabras abortadas.

He guardado el mapa en el cajón. Ya no sirve tenerlo desplegado encima de la mesa. He encontrado las muletas al lado de la escoba. Mi abuela siempre me dijo aquello de que "hay que guardar para cuando no hay". Por eso las arrinconé. Hoy es el día en el que no queda. ¿De qué? De nada.

Los héroes nunca quisieron enseñarnos cómo se erguía la cabeza para fijar la vista en el rostro de los otros. Él anda hacia adentro y yo camino hacia el filo. Nunca supe de equilibrios. La debilidad me debilita. Ella se queda mirándose en su espejo de dolor-vestido. Los domingos se cambia de muda para lucir su vestido-dolor, que tiene más categoría. También confunde el norte con el sur: no sabe cómo llegar hasta esa caja de cartón que cobija las miserias y, aunque no sé da cuenta, su desnudo traspasa el caparazón de la casa a cuestas.

6 comentarios

Bambolia -

Asssias, affaire de mis entretelas, :-)

Aber -

Jolines, te entiendo muy bien. La vejez siempre sorprende, y la decrepitud. Sabes que están ahí, pero nunca serán invitados que esperes con ganas de arroparlos, claro. Y por eso llegan así, de improviso. Yo también lo veo, y vienen ganas de abrazar, de ofrecer consuelo contra el desgaste del tiempo y del cuerpo. En fin, un besazo enorme, mi affaire.

Bambi -

Gracias, Aber.

La vejez me ha sorprendido, y la decrepitud, aunque sea sólo por falta de fuerzas, les está ganando la batalla. Las historias que cada uno de ellos se han tejido para poder sobrevivir en el mundo que les tocó vivir pero que no les gustaba, los han fagocitado. Es imposible que puedan salir de ese agujero y nosotras no podemos hacer nada: no sé a quién creer, aunque mi corazón se acerca al que siempre fue un perdedor. Dos niños pequeños... sin serlo. Pero no son chiquillerías... ojalá lo fuesen. Si pudiese correr un tupido velo por encima y protegerle... hace un rato ha venido a casa, y lo he visto tan desolado... he querido abrazarlo, pero creo qeu casi más por mí, lo necesito. Me da miedo que diga ay y se vaya. Y es tan fácil, en su estado...

Paro, que ya no sé si me queda algo de pudor... :-(

Aber -

Creo que sé por lo que estás pasando. Y toda palabra de ánimo es poca. De todas maneras, ahí va un abrazo cálido para que no estés sola.

Bambolia -

Casi te pillo... :-(

La borrasca pasó, pero no sé cómo ordenar las ideas y los sentimientos me vencen. Ahora tengo que hacerle frente a la segunda parte de la historia y no sé si voy a aguantar la letanía de desgracias y de lamentos, de los reproches...

Sólo quisiera, con esto, terminar de convencerme de que no voy a caer en lo mismo y de que pasar factura, cuando las cosas se han hecho por voluntad propia, es mezquino.

Cansa tanto... toda la vida igual... una cabeza gacha y un cuerpo enfermo enfrente pero con la fuerza que da la tiranía incosciente... ufff...

Me da tanto miedo que le pase algo... y le ronda el porcentaje, ese 85%/90%, que es como una espada de Damocles...

Lo dejo, que no puedo.

Besos y gracias por estar ahí.

oselito -

El poema te deja sin respiración. Es duro y las estrofas del primer bloque requieren aire.

Al principio no entendí por qué no había comas. En la segunda lectura me di cuenta de que oprime, como lo que estás contando.

Hace tiempo te decían que golpeabas. Es verdad.

Tu anexo es demoledor. Plumi, no te rindas. No es una carrera para llegar la primera, eso lo sabes tú mejor que nadie. Lo único que puedes hacer es llegar sin que te hayan hecho mucha pupa.

TQM