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De espaldas

Malos humos

Estoy atacá. Llevo una mañanita... Un día de estos contaré la odisea que supone comprar unas entradas para un espectáculo, cuando éste genera mucha expectación y existe un elevado número de gente pendiente de que se abra el plazo de venta, amén de que, después de la aventura cibernética, te cobren 1,80 € de gastos de gestión cuando resulta que la que está pagando por la conexión eres tú...

A lo que iba: a las siete y media, cuando estaba paseando con Zas, he podido comprobar hasta qué dónde puede llegar un hombre cabreado porque le hayan aparcado un coche delante del suyo.

El señor en cuestión ha intentado mover el vehículo pero éste tenía puesto el freno de mano y no ha habido forma. Acto seguido, se ha acercado al suyo y ha comenzado a dar bocinazos de manera continuada y carentes de ritmo -hubiese sido de agradecer-. Como el dueño del que estaba mal aparcado no aparecía por allí, se ha dedicado a lanzar improperios cada vez más subidos de tono y no contento con eso, ha iniciado una especie de remodelación de la chapa del coche -imagino que no le habrá gustado el aspecto que tenía- a base de puñetazos en el capó y patadas en los laterales y puertas. Ni que decir tiene que ha modificado la apariencia del vehículo en menos que canta un gallo: lo ha dejado monísimo de la muerte. Por supuesto, entre patada y patada, ha intercalado series de toque de bocina en do mayor.

He estado tentada de decirle algo, pero ante tamaña exhibición de malos humos, he pensado que lo mejor era darme un punto en la boca y piernecitas para que os quiero.

Sé que fastidia mucho que un vehículo mal aparcado te cierre el paso, sobre todo, si el tuyo sí que está bien estacionado. Sé que cuando uno se va a trabajar por las mañanas va con prisas y un contratiempo de ese tipo te puede partir el día antes de haberlo casi comenzado. Sé que la desfachatez del otro conductor es incuestionable, porque si al menos lo hubiese dejado sin el freno de mano, con un empujón para desplazarlo, el problema se hubiese solventado. Sé... muchas cosas, pero creo que la reacción del conductor ofendido ha sido desmedida. Si lo que pretendía era incordiar o molestar al dueño del vehículo mal estacionado, con llamar a la policía, arreglado - a esas horas acuden rápido, me refiero a la PM y a la grúa-; además hubiese matado dos pájaros de un tiro: por una parte, una multa y la retirada del vehículo y por otra, él hubiese podido irse porque el camino se habría quedado libre.

Ya digo que no sé en qué términos se habrá resuelto el incidente, pero el vandalismo está penado...

6 comentarios

Bambolia -

Jajaja, pues sí...

Ahora, que a chulos, por lo que se ve, gana el infractor: esta mañana he visto aparcado su coche en la parte contraria de ayer, pero también en doble fila. He estado tentada de acercarme y probar a ver si tenía el freno de mano echado, pero no me he atrevido. Eso sí, el otro se tomó a conciencia lo de la nueva imagen del vehículo: no le caben más abolladuras.

Kiri -

Razón de más para tomar en consideración la solución del bate...

Bambolia -

No sé, Kiri, no sé... un ataque de ira siempre lo he asociado a una reacción descontrolada, como si la persona estuviera fuera de sí. En este caso se observaba una cierta frialdad, como el que es consciente de que está haciendo mal y disfruta con ello, algo así como "ahora, vas y te jodes, cabronazo".

Todos somos capaces, en un momento dado, de reaccionar, bajo presión, con un arranque de ira; pero esa relativa premeditación, ese "ojo por ojo, diente por diente"... Me parece que es mucho más temerario.

Kiri -

Ese señor era presa de un ataque de ira. Una de dos, o le dejas, o le atizas cautelarmente con un bate Lo segundo es mucho más sedante, pero claro, si no tienes bate a mano en ese momento, pues el efecto no es igual por mucho que queramos.

Bambolia -

Pues no sé si Plutón anda suelto -acabo de ver que se mueve por lo sbterráneo- pero desde luego, mejor no inmiscuirse en algo así: recriminar a un señor que está fuera de sí por estar dando bocinazos a las siete y media de la mañana y por los golpes que le está propinando al vehículo que le molesta es buscarse un problema seguro.

Dos veces me he visto implicada en sucesos violentos y la verdad, el mal trago que se pasa y el mal rollo que te queda después te deja fuera de juego para las siguientes. Quizás tuvo mucho que ver que se trataron de malos tratos y que ninguna de las dos mujeres pusieron denuncias, con lo que luego me estuve cruzando con los agresores por las escaleras y no se lo doy a pasar a nadie.

El civismo -si es que es eso, que tampoco lo sé- acaba perdiéndose... además ¿quién soy yo para recriminar a un señor por su comportamiento?

Es tan fácil perder los papeles...

Esstupenda -

mejor huir en esos casos.
Plutón anda suelto...