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De espaldas

Cuando no se quiere pensar




Ocurre que cuando no se quiere pensar, una acaba pensando más de la cuenta.

Fijas la vista en un punto y al final del impás, el punto ha dejado de ser la referencia en la que querías esconderte para no tener que sentir más de lo que tu pulso puede soportar.


[Y después de darle vueltas a un razonamiento que no pasa de eslogan torticero, anoche acabé -cuántas veces he "acabado" estos días pasados- sumida en un afán, casi desbocado, de dejar constancia de todo o casi todo. ¿Qué todo o casi todo? Todo. Notaria. Fidedigna imagen. Fidedigna palabra. Fidedigna impresión.]





Sin luz y con sombras. Desleal.





Torcida. Inclinada. Asomada.
Vértigo y más vértigo.



A veces ocurre que cuando no se quiere pensar, se siente tanto que ni tan siquiera el mirarse en un espejo sirve para encontrarse las heridas.

Y sólo eran las doce y veinte de la noche.



4 comentarios

Odalys -

Muy lindas las fotos. A mí la penumbra me hace un nudo en la garganta. Prefiero la claridad, aunque tenga sombras.

Bambolia -

Las luces que casi no alumbran siempre me han gustado mucho... la semi-penumbra ayuda a relajarse.

Gru -

Kiri lo ha dicho muy bien con su comentario. A mí también me gusta mucho.

Kiri -

Una fantástica luz roja. Me gusta mucho.