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De espaldas

Nostalgia


Hace casi un mes escribí un saludo en un foro de internet. Llevaba casi tres años sin visitarlo. Hoy he sentido la curiosidad de comprobar si había recibido respuesta y me he llevado una grata sorpresa. Resulta agradable saberse recordada con cariño -la balanza de la autoestima se equilibra más fácilmente; es casi inevitable-.

De refilón, y como si de un baúl de recuerdos se tratase, el acceso a ese foro a través del apodo que allí empleaba, me ha facilitado el "reencuentro" con algunos mensajes que escribí hace ya algunos años. Rescato uno de ellos. Mejor dicho: recupero la intervención original, ya que mis palabras fueron motivadas por otras anteriores de bichito.



Deudas*

debo a dios la muerte de los viejos sueños
al aire en la palabra, la gravedad sutil del reposo
a Bob Dylan y Elvis Presley, el desamparo de los trenes

debo al metal líquido del blues el idioma del demonio
al fuego sacramental del incienso, la ebriedad del reposo
a la extrañeza de Asia, la pintura fresca para tus pies

debo al río retozando barrancos el afán de cuarentena
al peinado de mirtos del cerro, el recuerdo de nuestras noches
a la falda azul de la luna, el siguiente padrenuestro

debo a tu cuerpo imprevisto
la llama húmeda, el hábito
el nido del canto

*Escrito por satan_online, el 19 de noviembre de 2001




Él debía por haber comido.
Yo por haber soñado.

Él debía por rasgar las cuerdas.
Yo por no llegar a escucharlas.

Él debía porque en la taberna nada era gratis.
Yo porque no supe comprar lo necesario.

El debía porque le enseñaron a cazar por gusto.
Yo porque maté mis sentimientos sin permiso de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Él debía por el caramelo que aceptó de un maqui.
Yo porque no quise recomponer la historia.

Él debía porque tuvo que dejar tras de sí a las piedras que un día lanzó al río.
Yo porque acepté sin quejarme que una excavadora quebrantase su reposo.

Él debía al aire pensamientos atados con ramas de espliego.
Yo debía al cielo el añil del que quisé apropiarme para pintar mi alma de nuevo.

Él debía porque no pronunció un adiós a la mujer que amó.
Yo debía porque me mantuve al margen en su agonía.

Él debía no haberse muerto nunca.
Yo debía haberle mirado más veces a los ojos.

Él debería seguir con su rebaño, a los pies de la Sierra del Silencio.
Yo debería salir corriendo para poder decir lo que no he dicho.

Él debe recuerdos, madrugadas heladas, siegas interminables y mucho dolor compartido.
Ella debe, quiere marcharse con él; porque se está yendo deprisa, sin intermedios.
Yo debo lo que tengo y lo que intuyo.
No sé si llegaré a tiempo. *

*Escrito por morar, el 22 de noviembre de 2001


Me gustaban aquellos juegos en los que cruzábamos ideas, sensaciones, pálpitos. Puede que peque de nostálgica; tal vez. Nunca tuvimos la pretensión de enlazar cadáveres exquisitos -arrogancias a un lado, por favor-, pero tal pareciera que buscásemos una ingenua trascendencia, como un quiero y no puedo, frenados por la palpable y visible evidencia de la mediocridad -hablo siempre por mí; j.a. es un caso aparte-.

7 comentarios

Bambolia -

Sí, puede que tenga que ver con las reminiscencias escolares: el gusanillo en el estómago la víspera de iniciar curso era algo fijo... el desespero por forrar los libros con el papel marrón y las etiquetas en las que mi madre escribía el título, la materia y nuestro nombre... El plástico que luego se les colocaba, a modo de protección, porque había que resguardarlos para futuros usos en manos de otras personas -vecinos, o yo misma, que casi siempre heredaba los de mi hermana-.

Me gustaban mucho esos días previos al comienzo de la escuela.

Releer escritos propios a mí me trastoca más que ver fotos antiguas: una imagen capta un momento, pero unas palabras, combinadas de una manera en particular, dicen más de una situación, de un momento. Al menos a mí. Aunque el proceso es el mismo: pareciera que necesitásemos volver de cuando en cuando a lo ya vivido para que lo que llevamos entre manos nos resulte más liviano.

Lía -

Será cosa del otoño...A mí me pasa. Hay sensaciones del comienzo de otoño que me gustan tanto como me disgustan, no se, es algo raro. Por ejemplo, despertarse y sentir frío, tener ganas de arroparse cuando se han pasado meses de un calor insufrible.
Por un lado da pena saber que se acaba el verano, por otro es tan acogedor abrigarse...
Las hojas caen, la luz cambia y en ese recomenzar temporada sabiendo que queda un año por delante, creo que recordamos otros otoños, otros comienzos (¿reminiscencias escolares que marcaban esta temporada como comienzo?)...y sumergiéndonos en ellos aparecen, como dice Serrat las -pequeñas cosas- , esas que pensábamos olvidadas y que estaban acechando detrás de la puerta.

En cualquier caso, mirar atrás y releer cosas, es como mirar fotos antiguas. A algunas les sonríes, otras las miras con pudor y hasta verguenza, otras te inundan de ternura y otras te preguntas por qué no las rompiste...
Pero lo que de verdad importa, más que la censura que hagamos a los recuerdos, es que...seguimos creciendo.

Un saludo,

Bambolia -

Gracias a ti, por golpear la raqueta.

No sabría si es desazón, desconcierto, o asombro... pero recuperar palabras, instantes, cuando una ya las daba por perdidas... No sé.

Será el otoño que se asoma... -llevo días viviendo en un tópico; me siento extraña en este festival al que no me han invitado-.

bichito -

desde mi nueva piel: gracias, también a mi me gustaba el ping-pong

Bambolia -

Anoche, no sé yo si movida por este toque de melancolía, nostalgía o qué sé yo, rodeada de papeles desde la primera silla de mi comedor hasta el último taburete practicable, me entretuve, mientras recomponía un poco la destartalada situación de mi archivo particular -ése que se compone de facturas, recortes de periódico, folletos de lugares visitados, recibos de la comunidad de vecinos y partes de baja por enfermedad común- en leer aquellas intervenciones a dúo, que en algunas ocasiones se ampliaban a terceros -aunque he de reconocer que, en cierta manera, esa creencia ¿ingenua? y errónea de sentirme dotada por una especie de mano divina que guiaba mis letras, intimidaba y frenaba la participación de otros internautas... sinceramente, lo que no entiendo es cómo nadie tuvo la bendita idea de ser un pelín cruel conmigo y hacerme aterrizar, por aquello de quitarme los aires de grandeza literaria en los que yo misma me había erigido- y que llegaron a encogerme el estómago, de tanto en tanto...

Me sorprendió mucho la cantidad de poemas, versos, escritos... casi no lo recordaba. Tuve la impresión de que era como una máquina de palabras, de ideas, de expresiones incoherentes.

Kris, si puedes pedir otra, claro, :-D Buscaré algo decente -aunque si bien lo pienso, ya puestos, mejor que sea indecente-.

kris -

No creo que peques de nostálgica, Bambolia, leyéndolo lo he extrañado hasta yo...

Puedo pedir: otra?

Un besillo.

Bielka -

Pues está muy bien lo tuyo, (sin desmerecer a Bichito, que escribe muy bien) siempre te he dicho que tu poesía me gusta mucho y me llama la atención poderosamente. Queda bien así, sin pretensiones.

Lo de los cadáveres exquisitos me da risa. Hay gente muy pretenciosa, qué se le va a hacer.