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De espaldas

Decir adiós y no llorar



Eso es lo que he pensado al leer parte del correo que he recibido esta mañana de mi amigo Domperignon. Sobre todo, porque en muchas ocasiones es imprescindible no perder el sentido del humor. Esta Semana Santa debería de haber llorado por un ¿conocido? -llamerle amigo sería mentir, pero no sé cómo calificar a una persona que siempre ha estado presente en tu vida, en forma de saludos callejeros, chatos de vino en el bar y alguna que otra conversación pseudofilósofica de madrugada festivalera- y no lo he hecho. No he sido capaz. Quizás, sigo impresionada por cómo murió, más que por saber de su desaparación, ya que era bastante mayor. Pero esa es harina de otro costal y ya llegará el momento de la reflexión.

Dejo aquí una relación de unos cuantos posibles epitafios -aunque imagino que muchos de ellos nunca llegarán a ver la luz, esculpidos en una losa de mármol-:

A una esposa: Aquí yace mi mujer, fría como siempre.
A un esposo: Aquí yace mi marido, al fin rígido.
A una suegra: Señor, recíbela con la misma alegría con la que yo te la mando.
A una solterona: ¡Al fin polvo!
Al perrito de Scottex: Murió de un mal rollo.
A un compositor: Esperamos que compongas una fuga.
A un ermitaño: ¡Dejadme solo!
A uno muy ocupado: Si no viví más fue porque no me dio tiempo.
A un avaro: Al más rico del cementerio.
A un hipocondríaco: Pues tenía razón.
A un fumador: Por fin dejó de fumar.
A un filósofo: Necesitó toda una vida para llegar hasta aquí.
A una estrecha: Aquí yace una virgen, que por ser tan buena y no querer, se fue para la otra vida con muy poquito placer.
A un actor: Que baje el telón.
A un inconformista: Aquí yace uno en contra de su voluntad.
A un temerario: Habría jurado que pasaba entre los dos camiones.
A un matemático: Ya sé que fui uno más, pero me cago en la estadística.
A un aburrido: Estos días se le van a hacer eternos.
A una presumida: Ahora sí que está de muerte.
A un envidioso: ¿Qué tenía Lázaro que no tenga yo?
A un pesimista: Siempre dijo que acabaría así.
A un despreocupado: Vale... tenía que revisar los frenos...
A un profesional de éxito: En estos momentos no puedo atenderle. Deje su mensaje después de oír la señal.

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