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De espaldas

El orador

"Antonio:

Buenos amigos, mis gentiles amigos, no dejéis
que yo os lleve a esa repentina
marea del motín. Quienes cumplieron
este acto son hombres honorables.
Qué privados agravios los llevaron
a realizarlo ¡ay! yo no lo sé,
pero ellos son sensatos y honorables,
y, sin duda, os habrán de dar razones.
Yo no he venido aquí para robaros
el corazón; no soy un orador
como Bruto, sino -como vosotros
me conocéis- un hombre llano y simple
que quería a su amigo; eso lo saben,
y muy bien, quienes, públicamente,
me dieron venia para hablaros de él.
Porque no tengo ingenio ni elocuencia
ni tampoco el poder de la palabra
para agitar la sangre de los hombres;
yo sólo hablo claramente; os digo
aquello que vosotros ya sabéis.
Os muestro las heridas del cadáver
de vuestro dulce César -pobres, pobres
bocas mudas- y les suplico que hablen
por mí. Pero en el caso de ser yo Bruto,
y Bruto Antonio, sería un Antonio
que haría enfurecer vuestros espíritus,
y pondría en cada herida de César
una lengua que hasta a las mismas piedras
de Roma incitaría a amotinarse."*

Escena II, del Acto III de "Julio César", de William Shakespeare

* Dedicado a todos aquellos que dicen que no dicen pero luego sí que dicen. O sea, a los que tiran la piedra al estanque pero después, cuando ven cómo las ondas se expanden y llega hasta ellos el malestar que esto causa, maldicen y maldicen, con insistencia, contra el que llenó la laguna de agua.

1 comentario

Bambolia -

Por si a alguien le apetece leerse la escena entera, en al que Marco Antonio es capaz de pasar del llanto a la ira y de la ira a la frialdad, y vuelta a empezar, en este enlace podréis descargaros la obra completa. Su discurso en el foro, ante los ciudadanos que piden explicaciones por el asesinato de Julio César, comienza en la página 32. Altamente recomendable para comprobar cómo de efectiva puede ser la palabra para manejar a un grupo de personas que responden solamente a impulsos primarios.