Dogville
La ciudad de los perros se llena de cartones
para recibir al Mesías que empaqueta la moral con lazos de domingo.
Se mira en el cristal
y se sonríe al contemplar la tez de un fariseo cualquiera.
Esas cosas pasan
cada día y cada noche,
cada atardecer y cada madrugada.
El plástico acaba pudriéndose.
Sin necesidad de recibir insultos como premio.
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