En estado de gracia
Lo tengo claro. No hay nada mejor que nacer con estrella.
No lo entiendo, de verdad que no lo entiendo. No es normal que una persona se comporte de manera tan descarada sabiendo que nuestra situación pende de un hilo. La única explicación que me queda es pensar que se encuentra en permanente estado de gracia. Sigue y sigue y sigue... dándole a la tecla. Con su ventanita abierta, como si en este departamento no supiéramos qué significa eso. Es que no me cabe en la cabeza...
Reconsiderar. De eso se trata. Después de haber ido aplazando la toma de decisiones durante una larga temporada, porque no se puede tener la cabeza en más de un sitio a la vez, llegó el momento de afrontar ciertas cuestiones que no me gustan demasiado, pero que son necesarias. Y sí, niña, son necesarias. O sea que, reacciona: ¡Ya!
Este fin de semana ha sido poco productivo: horas y horas de cama. Aunque sí que he llegado a conclusiones. De repente me he dado cuenta de que, de una u otra forma, estoy intentando manipular a F. Y eso no me ha gustado nada en absoluto. O sea que, retomo mis bártulos y me refugio otra vez en el día a día. Que cada cual viva como le dé la gana. Mi elección no ha de ser, por necesidad, la mejor. Es la que a mí me sirve, pero no tiene el porqué servirle a los demás.
No me gusta que me digan que soy una feminista radical. Es más, creo que me quedo corta. Que mis planteamientos no son, ni de lejos, radicales; más bien, tímidos y poco ambiciosos. Que todavía no he terminado de ratificarme y de darme un lugar en mi vida, el que realmente me merezco. ¿Qué me dirán, entonces, cuando llegue ese momento? Pasado el acoplamiento inicial, el día a día te obliga, de alguna manera, a hacer valer tus derechos o por el contrario, dejar pasar la circunstancia propicia, y que la comodidad acabe anulándote como persona. Me fastidia enormemente. Ya he pasado por la dependencia, y no quiero más de eso. Nunca más. No. La soberbia emerge cuando menos lo esperas y sin darte cuenta, acabas haciendo de todo por mantener una historia que no es más que un sometimiento cruel. Nunca más.
No lo entiendo, de verdad que no lo entiendo. No es normal que una persona se comporte de manera tan descarada sabiendo que nuestra situación pende de un hilo. La única explicación que me queda es pensar que se encuentra en permanente estado de gracia. Sigue y sigue y sigue... dándole a la tecla. Con su ventanita abierta, como si en este departamento no supiéramos qué significa eso. Es que no me cabe en la cabeza...
Reconsiderar. De eso se trata. Después de haber ido aplazando la toma de decisiones durante una larga temporada, porque no se puede tener la cabeza en más de un sitio a la vez, llegó el momento de afrontar ciertas cuestiones que no me gustan demasiado, pero que son necesarias. Y sí, niña, son necesarias. O sea que, reacciona: ¡Ya!
Este fin de semana ha sido poco productivo: horas y horas de cama. Aunque sí que he llegado a conclusiones. De repente me he dado cuenta de que, de una u otra forma, estoy intentando manipular a F. Y eso no me ha gustado nada en absoluto. O sea que, retomo mis bártulos y me refugio otra vez en el día a día. Que cada cual viva como le dé la gana. Mi elección no ha de ser, por necesidad, la mejor. Es la que a mí me sirve, pero no tiene el porqué servirle a los demás.
No me gusta que me digan que soy una feminista radical. Es más, creo que me quedo corta. Que mis planteamientos no son, ni de lejos, radicales; más bien, tímidos y poco ambiciosos. Que todavía no he terminado de ratificarme y de darme un lugar en mi vida, el que realmente me merezco. ¿Qué me dirán, entonces, cuando llegue ese momento? Pasado el acoplamiento inicial, el día a día te obliga, de alguna manera, a hacer valer tus derechos o por el contrario, dejar pasar la circunstancia propicia, y que la comodidad acabe anulándote como persona. Me fastidia enormemente. Ya he pasado por la dependencia, y no quiero más de eso. Nunca más. No. La soberbia emerge cuando menos lo esperas y sin darte cuenta, acabas haciendo de todo por mantener una historia que no es más que un sometimiento cruel. Nunca más.
4 comentarios
seamos cínicas -
Y está muy bien que uno haga respetar su espacio y su territorio. "Una habitación propia", decía Virgina Wolf. Un libro magnífico.
demasie -
Bambolia -
demasie -