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De espaldas

Esfuerzos



Hace un par de semanas me encontré, por la calle, delante del portal de mi casa, con Julia, una amiga a la que no veía desde hacía dos o tres meses. Estuvimos mucho rato hablando. Una conversación de las que se llevan mejor si se está delante de una cerveza, cobijada por el ambiente de un cálido bar.

Me contó que su hija está interna en un colegio desde el comienzo del curso escolar. Me quedé un poco sorprendida, porque siempre he pensado que separar a un niño de sus padres para que éste estudie, a no ser que sea estrictamente necesario, es una crueldad injustificada -cuando hablo de necesidad me refiero a, por ejemplo, lo que ocurre en los pequeños pueblos de montaña, en los que para acabar la educación obligatoria los estudiantes han de acudir a otras poblaciones porque en las suyas no existen medios-. Julia, al ver mi cara de asombro, se echó a reír. Me dijo que no había sido la única que se había quedado perpleja al saber la noticia, pero que ya se estaba acostumbrando a la primera reacción de la gente; que en cierta forma era algo comprensible, sobre todo, si no conocían el porqué de esa decisión.

Ángela es una niña de doce años. Practica el kárate desde los cuatro. Siempre he pensado que la dulzura se le escapa por los ojos. Curioso, sí. Porque los estereotipos fallan. Hace ya tiempo que compite y los resultados han sido tan buenos que este verano pasado, un organismo de la administración autonómica en colaboración con la estatal, le ofreció la posibilidad de acogerse a una beca para fomentar aún más sus, al parecer, magníficas facultades para este deporte. La decisión era difícil porque el aceptarla suponía el estar interna en un centro especializado y entrenar un mínimo de cuatro horas diarias. Por lo que Julia me contó, Ángela lo tenía muy claro: aceptó la beca sin dudarlo.

Son muchas las preguntas que me surgen cuando pienso en la situación de Ángela, pero quizás la principal sea si es saludable que una casi adolescente crezca rodeada por la presión de ser la mejor y le dedique tanto tiempo y esfuerzo a algo que la va a llevar a enfrentarse a otros con el único fin de ganarles.

Lo que sí que veo como algo positivo es el hecho de que ella aprenda a valorar que las cosas deseadas se consiguen a través del esfuerzo personal, y no por chantajear a los padres y resto de familiares. Pero no sé... sigo sin equilibrar la balanza, :-/

6 comentarios

Bambolia -

Añado el enlace de la página de ese programa.

Creo que ayer no expliqué bien el porqué traía a colación lo del despropósito de Mercedes Milá en relación a la asimilación de kárate=deporte violento.

No se trata de defender el boxeo o este tipo de prácticas como el vale-tudo, sino de que lo más fácil del mundo es acabar en razonamientos simplistas cuando algo se desconoce y es bastante sencillo que mucha gente case las patadas del kárate con actos violentos.

No sé si me explico... pues eso, que el sensacionalismo vende y que lo malo de estas cosas es que los que no conocemos en profundidad de qué se nos está hablando, podemos dejarnos llevar por las primeras impresiones.

Pos eso... que estoy algo espesa, como el día.

Bambolia -

Es sólo una impresión que he tenido a veces, pero creo que, muy en el fondo, algo hay de eso. Hay miradas que dicen mucho. Quizás le venga bien esa separación. No lo había pensado...

Lo de Mercedes Milá: creo que sólo han sido dos programas los que lleva emitidos, pero Telecinco, en un intento de recuperar algo de credibilidad o seriedad, ha elaborado una serie de documentales, con tintes muy "sesudos". Ha elegido a Mercedes Milá como presentadora de este nefasto teatro, por aquello de que esta mujer, hace ya mucho tiempo, merecía cierto crédito y respeto en la vertiente más vanguardista de los medios informativos.

En realidad se trata de un bodrio en el quue los efectos sensacionalistas, las voces graves con música de fondo y los primeros planos para generar impacto e intimidación son los alimentos de los que se nutren. Nada de contenidos contrastados ¿para qué?

Lo de Vale Tudo fue el segundo programa de esta serie -o el tercero, no recuerdo muy bien-: en mi apodo dejo un enlace de periodista digital, que hay que leerlo con algunos alfileres, pero que en líneas generales, es bastante acertado. Parece ser que aquí al ladito de mi casa, en Mislata, hicieron una velada de este "deporte" -que no tengo ni idea de si lo es o no- y la super-mega periodista elaboró un reportaje sobre el asunto a base de medias verdades y exageraciones hasta el hartazgo.

Gru -

Cuando es madre de su propia madre es que algo falla. Posíblemente tenga encima más responsabilidades de las que le correponden a su edad. Y quizás sea ella misma la que haya pedido el internado.

Lo de Mercedes Milá no lo he visto ni he sabido nada de ello. ¿De qué se trata, Bambi?

Bambolia -

Todo parece indicar que sí que le gusta, pero los sacrificios que ese sueño le suponen, a mi modo de ver, son excesivos: entrenar cuatro horas diarias es mucho tiempo, y si a eso se le suma que ha de compaginarlo con los estudios... ¿cuándo tiene tiempo para desconectar? No sé... su madre me contó que no tiene amigas ni amigos donde vive porque siempre ha dedicado su tiempo al kárate. No se relaciona fuera de ese mundo. Si se pasa la semana en el internado, y el viernes la recogen sus padres a las tres de la tarde, con la condición de que ese día ha de ir a entrenar a su antiguo club para no saltarse la planificación y los fines de semana los dedica a ir de competición en competición... ¿cuándo se distrae?

Siempre he tenido la impresión de que era una niña-adulta, excesivamente responsable. En ocasiones, la he descubierto haciendo de madre de su propia madre... y eso tiene mucha tela.

Por cierto, los nombres no son reales, claro.

Lo de que el kárate no genera violencia es una buena puntualización, Gru. Sobre todo, ahora que Mercedes Milá se ha cubierto de gloria con su reportaje sobre el vale-tudo...

Ana* -

A mí me parece que con 12 años ya se está en condiciones de decidir lo que quiere una, y si tiene la suerte de tenerlo claro y una oportunidad como ésta, yo tampoco me lo habría pensado. También podrá dejarlo cuando quiera, supongo.

De internados: por mucho que te extrañe, hubo un tiempo en que estaba tan harta de mi casa que pedí a mi madre que me enviara interna a un sitio en Badajoz, donde habían estado también unos vecinos míos. Era un internado llevado por curas. Duré tres meses.

Y también empecé clases de kárate, pero no iba conmigo. Demasiado serio. Por ejemplo, si hacía una patochada (y la probabilidad de hacer patochadas como principiante de kárate es mucha) no podía reírme de mí misma, teníamos que estar serios todo el rato. Duré un mes.

Esa niña tiene que estar hecha de una pasta espacial, pero por eso la habrán elegido, ¿no?

Gru -

Depende. Son tantos los actores que influyen que es cierto que nunca se sabe si es que el niño desea realmente eso o no es así. Pero es probable que a esa niña sí le guste el kárate y la competición. Depende del carácter: hay personas muy competitivas, que disfrutan con ello y se les inculque o no es de una gran importancia en su vida y personas que lo son menos. Lo terrible sería que la niña hiciese eso en contra de su voluntad como ha ocurrido a veces en la historia del deporte con deportistas que han sido explotados por sus padres.

Por cierto, el kárate aunque sea un arte marcial, no convierte a la gente en violenta, sino que los calma. Les enseñan disciplina y cómo canalizar la agresividad que en mayor o menor medida todos llevamos dentro. De hecho, se han hecho programas de enseñar kárate a los niños de barrios marginales, con problemas de violencia y ha habido buenos resultados con una disminución de los delitos y el ambiente enrarecido. Por supuesto que si el sujeto es tremendamente violento no se va a calmar mucho con el kárate porque no habrá quien lo calme, pero en muchos casos sí da buenos resultados.