Entre mantras anda el juego
Ayer tuve clase de yoga. Ya he hablado en alguna ocasión aquí de la novedad que supone para mí esta especie de simbiosis entre relajación teledirigida y estiramientos musculares. Y contra todo pronóstico, teniendo en cuenta, sobre todo, lo que escuché el primer día, en el que la gente que ya había acudido en años anteriores expuso lo bien que les había ido este sistema de "desconexión" o método anti-estrés ya sé, ya, que el yoga no es solamente eso, pero es por llamarlo de alguna forma- y cómo les había cambiado la vida me maravillaron frases del tipo "soy otra", "hay un antes y un después"-, a mí no me está gustando demasiado. Siendo completamente sincera, no me está gustando nada.
He tenido días buenos, desde luego, pero ayer no fue uno de ellos, y hoy estoy con el regusto amargo que me dejó la clase. La cosa no empezó demasiado bien: sentados todos en círculo, comenzamos con una meditación basada en encontrar algo bueno en nuestras vidas y en disfrutar de ello mentalmente. Hasta ahí, bien. Pero... luego vino la parte en la que había que exponer ese "hallazago" y compartirlo con el resto de los asistentes, eso sí, acoplando al final de la perorata, un "y doy gracias por ello".
Sé que me puse a la defensiva, lo sé. Y en un principio, cuando vi por dónde se encaminaba el asunto, pensé en negarme a decir en público algo que, al menos a mí, me resultaba/resulta muy íntimo puede parecer curioso, sobre todo, viendo ahora mismo cómo cuento esto en una bitácora a la que se puede acceder libremente desde internet, pero esto es voluntario y aquello, medio forzado-. Pero no me atreví, no tuve la valentía de decir "no" en voz alta y conté lo primero que se me ocurrió, que fue algo así como "Me gusta de mí la capacidad que tengo para defender con vehemencia las causas que creo justas y doy gracias por ello"... ¡por favor! me entró un "malestar espiritual" de éstos que te dejan fuera de juego, descolocada, como si resultase evidente, visto desde fuera, que una se siente como una completa estúpida.
Me pudo el hecho de la coletilla final, lo de "y doy gracias por ello". Me recordó sobremanera al momento en el que, en la misa católica, los feligreses se alegran de lo mucho que les favorece el estar tocados por la gracia divina. Un rito como otro cualquiera, pero con demasiadas reminiscencias religiosas para alguien como yo, que ha acabado odiando casi cualquier cosa que huela a poder de captación.
Mi disgusto no acabó aquí. Es más, después de una especie de impás conseguido por la práctica de ejercicios de estiramiento, aumentó con la parte final de la clase: sentados nuevamente en círculo, tocándonos unos a otros, había que repetir en voz alta una frase de "alto contenido trascendente" y entrecomillo porque a mí me produjo, casi de inmediato, un sarpullido... por supuesto, también trascendente-: "He encontrado la estrella que me alumbrará; la guardaré en mi pecho y la veneraré". Después de pronunciarlo hasta memorizarlo, pasamos a cantar el mantra al unísono.
Hablando con propiedad, debería decir "pasaron" y no "pasamos", porque esta vez, no pronuncié ni un ¡ay!. Ya no se trataba de un mero desencuentro puntual entre el yoga y yo- sino de un rechazo absoluto: era incapaz de creerme lo que la frase decía. Me atacó la vena escéptico-realista y lo del mantra me sonó, literalmente, a cuento chino. Tuve la sensación de encontrarme en una sesión de aquellos odiados ejercicios espirituales de los que tanto gustaban las monjitas que me comieron el coco durante once años. Cuando la profesora dio por acabada la clase, preguntó cuántos no habían cantado, creyendo que el motivo de aquellos que no lo habían hecho era la vergüenza. La interpelé como si un botón hubiese activado, automáticamente, mi sistema de actos reflejos: "¿y qué ocurre cuando una no canta, no porque le dé corte el hacerlo, sino porque no se cree ni de lejos que sea verdad lo que está diciendo?".
Su respuesta me dejó, cuando menos, perpleja. Me explicó que no era necesario que la idea que se transmitía en el mantra fuese cierta o que yo, particularmente, me creyese lo que estaba diciendo, sino que lo importante residía en el mero hecho de cantar, en la posibilidad que esa acción me ofrecía de darle rienda suelta a mi voz, de ofrecerle una vía de escape a mis cuerdas vocales, ya que éstas estaban sometidas a una constante represión.
Sinceramente, sé que, en cierta manera, estoy predispuesta a dudar de todas aquellas cosas que me hablen de misticismo y espiritualidad, pero aún con todo, se me hace muy cuesta arriba aceptar que no es importante que yo comparta o acepte como válido algo que, parece ser, pronuncio de manera reiterada para tranquilizarme, máxime, cuando, investigando un poquillo en la Red, una encuentra afirmaciones como la que sigue:
"...Un mantra es una unidad básica de sonido o secuencia de ellos que modifica el flujo de nuestro diálogo interno y expande nuestra conciencia a través del significado, el sonido por sí mismo, el ritmo y la repetición, la cualidad energética del sonido y la reflexología de la lengua en el paladar de cada sonido. El uso científico para afectar la conciencia y el patrón del flujo de pensamientos es llamado Mantra Yoga."
Lo que tengo claro es que se me hace muy cuesta arriba el participar en actividades pensadas para llevarlas a cabo en grupo... sobre todo, si no tengo nada que ver y ni tan siquiera conozco a sus integrantes. Va a resultar que soy una asocial...
Pdta. Menudo testamento me he marcado...
He tenido días buenos, desde luego, pero ayer no fue uno de ellos, y hoy estoy con el regusto amargo que me dejó la clase. La cosa no empezó demasiado bien: sentados todos en círculo, comenzamos con una meditación basada en encontrar algo bueno en nuestras vidas y en disfrutar de ello mentalmente. Hasta ahí, bien. Pero... luego vino la parte en la que había que exponer ese "hallazago" y compartirlo con el resto de los asistentes, eso sí, acoplando al final de la perorata, un "y doy gracias por ello".
Sé que me puse a la defensiva, lo sé. Y en un principio, cuando vi por dónde se encaminaba el asunto, pensé en negarme a decir en público algo que, al menos a mí, me resultaba/resulta muy íntimo puede parecer curioso, sobre todo, viendo ahora mismo cómo cuento esto en una bitácora a la que se puede acceder libremente desde internet, pero esto es voluntario y aquello, medio forzado-. Pero no me atreví, no tuve la valentía de decir "no" en voz alta y conté lo primero que se me ocurrió, que fue algo así como "Me gusta de mí la capacidad que tengo para defender con vehemencia las causas que creo justas y doy gracias por ello"... ¡por favor! me entró un "malestar espiritual" de éstos que te dejan fuera de juego, descolocada, como si resultase evidente, visto desde fuera, que una se siente como una completa estúpida.
Me pudo el hecho de la coletilla final, lo de "y doy gracias por ello". Me recordó sobremanera al momento en el que, en la misa católica, los feligreses se alegran de lo mucho que les favorece el estar tocados por la gracia divina. Un rito como otro cualquiera, pero con demasiadas reminiscencias religiosas para alguien como yo, que ha acabado odiando casi cualquier cosa que huela a poder de captación.
Mi disgusto no acabó aquí. Es más, después de una especie de impás conseguido por la práctica de ejercicios de estiramiento, aumentó con la parte final de la clase: sentados nuevamente en círculo, tocándonos unos a otros, había que repetir en voz alta una frase de "alto contenido trascendente" y entrecomillo porque a mí me produjo, casi de inmediato, un sarpullido... por supuesto, también trascendente-: "He encontrado la estrella que me alumbrará; la guardaré en mi pecho y la veneraré". Después de pronunciarlo hasta memorizarlo, pasamos a cantar el mantra al unísono.
Hablando con propiedad, debería decir "pasaron" y no "pasamos", porque esta vez, no pronuncié ni un ¡ay!. Ya no se trataba de un mero desencuentro puntual entre el yoga y yo- sino de un rechazo absoluto: era incapaz de creerme lo que la frase decía. Me atacó la vena escéptico-realista y lo del mantra me sonó, literalmente, a cuento chino. Tuve la sensación de encontrarme en una sesión de aquellos odiados ejercicios espirituales de los que tanto gustaban las monjitas que me comieron el coco durante once años. Cuando la profesora dio por acabada la clase, preguntó cuántos no habían cantado, creyendo que el motivo de aquellos que no lo habían hecho era la vergüenza. La interpelé como si un botón hubiese activado, automáticamente, mi sistema de actos reflejos: "¿y qué ocurre cuando una no canta, no porque le dé corte el hacerlo, sino porque no se cree ni de lejos que sea verdad lo que está diciendo?".
Su respuesta me dejó, cuando menos, perpleja. Me explicó que no era necesario que la idea que se transmitía en el mantra fuese cierta o que yo, particularmente, me creyese lo que estaba diciendo, sino que lo importante residía en el mero hecho de cantar, en la posibilidad que esa acción me ofrecía de darle rienda suelta a mi voz, de ofrecerle una vía de escape a mis cuerdas vocales, ya que éstas estaban sometidas a una constante represión.
Sinceramente, sé que, en cierta manera, estoy predispuesta a dudar de todas aquellas cosas que me hablen de misticismo y espiritualidad, pero aún con todo, se me hace muy cuesta arriba aceptar que no es importante que yo comparta o acepte como válido algo que, parece ser, pronuncio de manera reiterada para tranquilizarme, máxime, cuando, investigando un poquillo en la Red, una encuentra afirmaciones como la que sigue:
"...Un mantra es una unidad básica de sonido o secuencia de ellos que modifica el flujo de nuestro diálogo interno y expande nuestra conciencia a través del significado, el sonido por sí mismo, el ritmo y la repetición, la cualidad energética del sonido y la reflexología de la lengua en el paladar de cada sonido. El uso científico para afectar la conciencia y el patrón del flujo de pensamientos es llamado Mantra Yoga."
Lo que tengo claro es que se me hace muy cuesta arriba el participar en actividades pensadas para llevarlas a cabo en grupo... sobre todo, si no tengo nada que ver y ni tan siquiera conozco a sus integrantes. Va a resultar que soy una asocial...
Pdta. Menudo testamento me he marcado...
17 comentarios
Odalys -
Bambolia -
Ja, Ciri, no, no creo. Lo que ocurre es que, aparte de la cuestión trascendental, los textos que emplea esta mujer, por ejemplo, para las relajaciones son demasiado, digamos, ¿cercanos a la búsqueda de un ser superior?
No me fiaré, no.
Ciri -
Odalys -
Bambolia, a lo mejor es que no es ese el grupo donde encajas y no es cuestión de la cantidad de personas. Yo, según el día y de que se trate me puedo relacionar con determinada gente que en días "normales" ni con una botella de whisky. Será por eso que no pertenezco a ninguna secta aunque me han tratado de captar en más de una... pobres si dependen de mí para quedar bien con su Señor.
También he cantado y bailado sin alcohol, eso sí, levantando buenas ronchas :)))
Cuando estudiaba, así pudiera examinarme en casa o después, cuando estaba enferma, yo prefería hacerlo con todo el grupo, me inspiraba más confianza pero con los años no lo tolero por mucho rato. Es que cuando los temas se van agotando caen en otros, inevitables, que no me sientan bien. Creo que lo mejor es reconocer cuando la fiesta se acaba y no esperar más de lo que promete.
Bambi, si vas a estirarte, estírate y algunos mantras ayudan a relajarse pero no necesariamente le tienes que dar el mismo sentido místico que le dan los demás. ¿Será que intentando sentir lo que otros, al contrario te sienta como falso, incómodo?
Bambolia -
Yo sí que he llegado a cantar "Los pajaritos", Luis. Y por supuesto, la culpa no fue mía, sino del alcohol, :-)
Luis -
No soy tanto, no soy tanto. Lo que yo quería decir es más simple:
Creo que hay gente que somos inmunes al "espíritu de grupo". Nos cuesta compartir el rollito colectivo y es difícil que creamos estar bien porque el grupo diga que estamos bien. Por culpa de eso nos perdemos experiencias agradables (nos cuesta compartir el rollo colectivo de una discoteca...) y nos libramos de otras desagradables (es más difícil que entremos en una secta :-))
¿Puede ser que formes parte de ese grupo de "ajenos al espíritu grupal", Bambolia?. Yo, que me he sentido así muchas veces, ya me he resignado a la idea. Estoy seguro de que me pierdo alguna que otra orgia (ya me gustaría, ya...), pero, a cambio, nunca canté "Los pajaritos". Lo uno por lo otro ;-))
Bambolia -
En serio, es que cuando algo me medio preocupa, le doy muchas vueltas, sobre todo cuando una es la que difiere y el resto de la gente -en este caso, el resto de los asistentes- parece que están encantados.
Creo, por lo que yo entendí cuando lo leí, que Luis se refería a cambios provocados cuando se conocen o se practican ¿filosofías? de este tipo, no a situaciones concretas que hacen que uno, por el motivo que sea, modifique su comportamiento para los restos... Quizás es que yo esperaba demasiado del yoga, porque el día de inicio del curso escuché maravillas sobre el asunto. Y eso me generó muchas expectativas que ahora mismo no veo por ningún lado. De hecho, como no mantenemos un ritmo determinado en las clases, ni tan siquiera noto mejoría con los estiramientos, porque hoy hacemos una cosa y mañana otra completamente distinta, con lo que el estiramiento de lumbares de hoy no lo vuelvo a hacer hasta pasadas dos semanas, por poner un ejemplo.
Gracias por el apunte del libro, Kiri. Lo buscaré y ya te cuento. Ayer recordé que de estas cosillas sabías bastante. A ver si consigo separar el trigo de la paja, porque ahora mismo ando algo cabreada con lo del mantra y la exposición en común del lunes...
Kiri -
Para quien no lo tenga, el yoga tiene beneficios físicos, relaja y enseña a adquirir el hábito mental de procesar la realidad serenamente. Todo lo cual no es poco.
Hay formas de meditación y relajación que tienen los mismos efectos sin mística ninguna.
Hay un libro muy bueno, que se llama Técnicas de Autocontrol Emocional, de la Editorial Martínez Roca, donde se enseñan esas técnicas.
Lo que pasa es que no se tiene la misma constancia cuando funcionas por tu cuenta que cuando vas a clase, claro.
Odalys -
En algo no coincido con Luis, a lo mejor no es visible pero hay cosas que uno siente que le han "cambiado la vida" aunque suene dramático o muy grande. Puede ser incluso que luego de una experiencia, dialogar de determinadas cosas, vivir algo, uno sienta que ha despertado y en su esencia siempre ha sido el mismo pero no se daba cuenta. Para los demás seguirá siendo un pesimista pero para uno mismo, al menos la forma de analizar las cosas ha cambiado. Volver a caer puede suceder pero de seguro para levantarse será diferente. Y mis respetos señor, ya sabe que le tengo en alta estima :))
Besitos.
Bambolia -
Resaltar que según lo que he leido por ahí, no es un mero ejercicio físico, sino una clase de vida, una disciplina que regirá mi nuevo destino... Pos como que no, como que ya tengo bastantes "el fin supremo", "éxtasis" y "misticismos" varios y no quiero más. Será que tengo grabado a fuego en mi "esencia espiritual" el marchamo del escepticismo...
http://perso.wanadoo.es/getn/terapias/yoga.htm
Bambolia -
Hatha Yoga, una maravillosa ciencia cuyo origen se pierde en la memoria de los tiempos, ha adquirido gran difusión a partir de la pérdida de la salud física y mental y el espíritu pragmático del hombre occidental, lleno de ansiedades y roído por el estrés de la vida moderna. Llamada simplemente Yoga en occidente, esta parte física de la antigua y sagrada ciencia de la India constituye sólo el primer peldaño de una búsqueda de perfección personal muy ambiciosa. Aunque sea conocida como una técnica para la salud del cuerpo y el relax de la mente, Hatha Yoga es en realidad la preparación para el logro de un objetivo de evolución integral.
Si bien su efecto inmediato es fortalecer el cuerpo, librarlo de las enfermedades y así brindar un vehículo apropiado al buscador espiritual, sus objetivos van mucho más allá. Para comprenderlos debemos conocer el significado de la palabra sánscrita Yoga: significa unión. La unión del ser individual con el Ser Superior, el Absoluto, Dios. Esa es la meta de la ciencia Yoga, la cual además de Hatha Yoga presenta otras ramas, de acuerdo a las características de cada aspirante:
Mantra Yoga o del sonido,
Bhakti Yoga o de la devoción,
Karma Yoga o de la acción perfecta,
Raja Yoga, o Yoga Regio, que reúne lo más excelso de las otras ramas.
Todos los yoguis, sin embargo, conocen a Hatha Yoga como el primer peldaño de una dura pero maravillosa disciplina."
Bambolia -
Bambolia -
Retomando la cuestión, que me voy por los cerros de Úbeda -qué lugar más hermoso, por cierto-, he estado leyendo sobre los tipos de yoga, y efectivamente, esta mujer está mezclando métodos. Hace un rato he recordado que el día que expuso cuál era su proyecto, dijo que pretendía tocar casi todas las ramas y salvo la que se centra en las posturas físicas, que lo que procuran es el estiramiento muscular, todas las demás, a mí particularmente, me la traen al pairo -qué fina me he vuelto-.
Bambolia -
Lo que peor llevo, quizás, sea que me siento un bicho raro, que soy como la oveja negra del lugar, que parece que me hayan colocado allí para aguarles la fiesta. Ayer tuve la sensación de que alguna me miraba como diciendo "mira ésta, ya está con sus rollos quejicosos" -no es la primera vez que cuestiono los métodos, el día de los abrazos colectivos hice otro tanto, pero en petit comité-.
Me cuesta desembarazarme de la idea de que no sé integrarme en un grupo, y vivo la situación como si yo tuviese algún tipo de tara adaptativa. No sé si os ha pasado alguna vez... hasta la persona con la que acudo me dice que es un problema que he de revisarme, que el rechazo hacia el otro en situaciones de este tipo no es bueno... No es algo que me quite el sueño, la verdad, pero sí que, de una u otra manera, me desestabiliza. Puede que se trate de que las corrientes de buen rollito, coletazos de mayo del 68 -como yo les llamo- están de moda y mantener las distancias no se lleve... ufff, me canso sólo de pensarlo.
Ana* -
Luis -
Como tú dices, en estos rituales mucha gente acaba diciendo cosas como: "me ha cambiado la vida". De hecho, los experimentos hechos por los escépticos demuestran que la gente sigue pensando que algo así les ha cambiado la vida incluso cuando han pasado meses...y no ha cambiado nada de nada. La persona insegura sigue siendo insegura, la depresiva sigue teniendo tendencia a la depresión y la violenta sigue siendo violenta. Pero, eso sí: todos ellos creen haber cambiado.
De hecho, tu profesora lo ha definido muy bien: canta aunque no te lo creas...porque a base de repetirlo acabarás creyéndotelo. Aunque en realidad no haya nada que creer.
Y estoy contigo en que estos ritos solo tienen sentido en grupo. Nos autoengañamos mucho mejor cuando formamos parte de un colectivo.
Ya lo decía mi abuelo: "no te creas nada que no hayas empezado a creer estando solo" (en gallego suena mucho mejor) :-))
Gru -
Por otra parte, pienso que el relajamiento y los estiramientos sí vienen muy bien, y es una lástima que los mezclen con ejercicios espirituales de iluminación y otras gaitas.