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De espaldas

Falleritas de mi vida



Sé que ya no es posible, y por esa razón, estoy triste, muy triste. No puedo evitarlo. Sé que nunca jamás en la vida podré ostentar el título de Fallera Mayor de Valencia, y eso, como poco, supone un desencuentro entre mi realidad de zapatillas de ir por casa y mis fantasías de diva per secula seculorum, y la verdad, aquí la moza no está en estos momentos para soportar muchos más desencuentros. ¿Cómo haré, entonces, para superar este difícil momento, ahora que tengo la certeza de que nunca podré pasearme haciendo ostentación de ser la máxima representante de la belleza valenciana?

No, hoy todavía no me he bebido el café edulcorado con gotas de alucinógenos, aunque parezca lo contrario. Esto que cuento es completamente cierto. Estoy desconsolada. Creo que tendré que llamar a mi terapeuta y pedirle una visita de urgencia –pobres ellos, lo que han de soportar...-.

Comienzo por el principio: hace poco más de un mes se dieron a conocer los nombres de las que, durante el ejercicio fallero 2004-2005, serán las responsables de hacerles ver a los valencianos y a los que no lo son, lo chachi-piruli que resulta el patriotismo valencianista más recalcitrante. En resumidas cuentas, se supo quienes iban a ser este año las falleras mayores de Valencia –y lo digo en plural porque hay dos, una infantil y otra “mayor” o adulta, que sería más correcto-. Y claro, yo no estaba entre ninguna de las elegidas –ahora es cuando viene una sonora carcajada; porfaplis, no cortaros y reíros a mandíbula batiente- porque mi capacidad para desenvolverme, peinada al estilo churrigueresco y ataviada con tanto bordado de hilo de oro y cintas de raso multicolor es nula o casi nula -y porque jamás me he presentado, detalle creo que relevante-.

Este año ha habido una novedad importante en el proceso selectivo. Para darle empaque al tinglado festivalero, existe un órgano de gobierno, nombrado por la máxima responsable de la ciudad de Valencia, o sea, Rita Barberá, alías Rita la Cantaora, llamado Junta Central Fallera que se encarga de gestionar todo lo referente al mundo de las fallas en la capital de la provincia. Una de sus mayores prioridades es la de realizar la selección de las falleras mayores, porque aunque a posteriori, una se pregunta cómo es posible que siempre sean elegidas hijas de acaudalados empresarios o profesionales liberales con renombre, esto no es más que una mera coincidencia, ya que el procedimiento es limpio, transparente y por supuesto, democrático. Vamos, ya quisieran muchos partidos políticos que sus elecciones internas se resolviesen con tanto rigor –no sé si mortis o no mortis, aunque por el aspecto de alguno de los componentes del jurado, de rancia presencia, lo del rigor mortis seguro que no estaría de más-.

A lo que iba –está visto que lo mío no es perderme por los cerros de Úbeda, sino por los de toda las serranías habidas y por haber-: hablaba de una novedad, y lo cierto es que esta vez se han superado a sí mismos –me refiero a los miembros del Jurado-. Han ideado una serie de pruebas, del tipo situaciones inesperadas y similares, en las que se ha valorado la capacidad de las candidatas para desenvolverse y para resolverlas con soltura. De verdad de la buena, que las situaciones recreadas son de una trascendencia tan vital, que no me queda otra que preguntarme si las mujeres adultas que se han presentado a esta elección tienen dos dedos de frente o por contra, se saben nacidas para figurar y no aspiran a más en la vida... Un ejemplo:

“«A una niña de la comisión se le ha dejado siempre desfilar vestida de torrentí. Y este año, además, en la falla hay un transexual que quiere ir de valenciana. ¿Cómo resolvemos ambos dos casos?».”

A destacar: el reportaje fotográfico que se puede ver a través del primer enlace que he puesto. Está casi al final de la página, pero es impagable el rostro de felicidad fingida de las dos elegidas para este año. Y por supuesto, el montaje de las instantáneas de las dos elegidas atendiendo a la llamada de la alcaldesa de Valencia, para comunicarles el nombramiento, es total.

¡Qué tristeza más grande me embarga!

Pdta. La de la foto es la Fallera Mayor de Valencia 2005

3 comentarios

jesus -

Si, la verdad es que ultimamente se estan pasando con los nombramientos, llevan una racha...pero siempre ha sido asi, ahora mismo parece que la tendencia cambie en el sentido que la Junta Central Fallera nombra FMV a chicas con padres normales pagando los trajes, por ejemplo 2008. Hay que tener en cuenta que el cargo supone llevar indumentaria muy cara, y todo el mundo, por muy guapa que la chica sea, no puede gastarse una burrada de millones para todo un año.
No conzoco personalmente a la FMV del 2005, pero vamos por el caracter que tiene y por donde procedia no creo que fingiera, mas probable es que fingieran las del 2004 y 2006, sobretodo esta ultima que fue descarado.
Tampoco pasa nada por no ser FMV, no se acaba el mundo, al fin y al cabo, de la del año anterior al actual, nadie se acuerda de ella.

Bambolia -

Sí, es total, pero lo que me fastidia es que no explica cómo resolvieron las señoritas aspirantes el entuerto... me hubiera gustado ver cómo entendían ellas eso de que un hombre se vista de mujer para ir a entregarle flores a la Virgen de los Desamparados -que es lo que se hace el día de la ofrenda, claro-... Puedo comenzar a reirme y no parar de imaginarme la situación real y que lo hubiesen dejado ir al evento con sus peinetas, manteletas y delantal doré... total, total, total... y la Iglesia atragantada del susto, seguro, jajaja.

No, no llevan plataformas. Al menos ahora. En la época en la que yo me vestía, allá por los años 70, sí. Y eran totales. Porque no tengo fotos a mano, porque sino, las dejaba por aquí, que son de un casposo que tiran para atrás.

Gru -

¿Un transexual que quiere ir de valenciana? Como muy drag total ¿no? Me parece genial.

¿Las falleras llevan plataformas?