Treinta de diciembre (4 breves)
El cumpleaños de mi padre.
El ajusticiamiento de Sadam Hussein
La llegada de la última. Mañana, una amiga muy cercana, cumplirá 29 años. Habrá que celebrarlo. Si alguien quiere acompañarme... Es un absurdo, lo sé. Pero las cosas se llevan mucho mejor si se toman con humor.
Ha estallado un artefacto en el aparcamiento de la T4 de Barajas. Heridos leves, grandes destrozos y una llamada a un diario vasco avisando ¿a alguien le suena de algo? En nombre de ETA, dicen ahora. Un coche bomba, añaden.
No son horas para emborracharse, pero desde luego, motivos para querer olvidarse del mundo en el que vivimos, no faltan.
A pesar de todo, buen día.
Voy a hacer algunas compras -y a estirarle las orejas a mi padre: 71 años. Está tristón y no sé cómo animarlo. Mi madre se deteriora demasiado deprisa-.
A la mierda la tregua. Se necesita ser retorcido, hijo de puta y... yo qué sé... de verdad... y los de siempre, ya andan metiendo caña en la radio... ¡qué asco, pero que asco más grande, por Dios!
Addenda 11:30 h. de 30-12-2006
He suprimido el enlace a la noticia de la ejecución de Sadam Hussein porque esta mañana no había todavía fotografías sobre el proceso de su muerte. He entrado ahora a ver qué se decía de nuevo y he visto que han incluido imágenes. Me niego en rotundo a caer en un morbo innecesario. Brutal e inhumano. Me da igual que este hombre sea el responsable de miles de muertos. Me deja pasmada cómo la prensa, en general, ha sido capaz de ampararse en el derecho a la información de los ciudadanos para justificar que se muestren las imágenes. No es la primera vez que lo hacen: desde los asesinados en China hasta las lapidaciones... Todavía tengo en la memoria la imagen del dictador rumano y su mujer, reclinados sobre una pared y con un hilillo de sangre en la frente...
Y tenemos la desfachatez de llamarnos civilizados... En fin, no sé de qué me soprendo...
6 comentarios
Bambo -
No es la panacea, desde luego; pero me repatea tanta salvaguarda de los valores sociales establecidos, de las relaciones encajonadas, de los parámetros limitados...
Pues eso...
Gracias
Bielka -
Cuídate mucho y un beso muy fuerte. Dentro de un rato nos vamos a casa de unos amigos a celebrar la nochevieja y ahora tengo conco minutos de siesta de mi hija, pero aún tengo que planchar, preparar su cena, vestirme yo, vestirla a ella. Ufff. Eso sí, vengo feliz de la Grand Place, llena de gente y luces. Mi ranita se lo ha pasado muy bien allí viéndolo todo.
Andamos por aquí, Bambo. Más besos y que lo pases muy bien esta noche.
Bambo -
Joé, si releyéndome he pensado que soy una "maridesmayos", modelo "Dama de las Camelias"... Creo que deberíamos activar aquella divertida bitácora: "Lipotimias delicatessen"... estas perlas nocturnas son merecedoras de honores amoniacales... ¡qué menos!
Aysss, que voy a ver si tiendo una lavadora -la máquina no, lo que hay dentro- y me restructuro un poco el físico ojeril, que parezco una fantasma venida a menos... ni el glamour de la sábana blanca me queda ya, :(((
¡Dios!, Dios me está hablando: en la Ser, emisión local, suena una cuña sobre un programa especial de resumen del año -esos que son tan divertidos-: han incluido la voz del Papa, cuando vino a exhibirse a Valencia, hablando en valenciano...
Con cosas así, seguro que me gano el cielo, :)))
Bambo -
¿Sabes lo que realmente me preocupa? Esta dureza tan asquerosamente dura. Esta imposibilidad de llorar y sentirme niña porque no sé manejar lo que me causa el dolor ajeno. El mío es mío y lo cuido. Le doy de beber. Lo emborracho. Y a fin de cuentas, lo que va a pasar no es malo; tan solo es. Somos nosotros -sobre todo, nosotras- las que cargamos de simbolismos estúpidos circunstancias que, de no poseer esta carga emocional, serían mucho más llevaderas.
No te apures por no contestar, Bielka. No necesito respuestas. Puede resultar estúpido, lo sé, pero lo cierto es que lloro mientras escribo estas palabras, por qué sé quién puede leerme -y me importa; me importáis, a fin de cuentas-, en un momento determinado, puede llegar a pensar que me ha faltado una palabra, pero no es así: soy una buscadora pertinaz de palabras, de voces que se acoplen a situaciones adveras.
Sé que esta desnudez excesiva de quién soy y lo que siento sólo puede ser entendida por los que sabéis de mí. y quizas, por todos aquellos a los que, por distancias absurdas, no me he atrevido a tratar de tú a tú. Pero todo llegará.
Mejor cava que tranquilizantes. Seguro.
Bielka -
Cuídate mucho y abrígate bien. El resfriado se pasa en dos días, ya verás. Yo estuve en una situación parecida a la tuya -no idéntica, pero si precida- hace mucho tiempo y todo fue muy bien. Si ves que no te curas pronto vas al médico y te receta un antibiótico.
Y sí, si puedes, mejor champagne que benzodiazepinas.
Y ya sigo en el el e- mail cuando me sea posible. Un beso muy fuerte, Bambo. Estaremos por aquí.
Bambo -
De esta mañana a ahora... mucho más resfriada. Muchísimo más. No me he ido a Linares porque allí están a menos no sé cuantoas grados -no puedo permitirme el lujo de resfiarme; ahora no- y pensaba que era asumir un riesgo estúpido y va y me pilla el jamacuco moqueril en estos lares, por culpa de las calefacciones elevadísimas de los lugares públicos.
Toda mi gente está allí -salvo mis padres y mi hermana-. Y lo siento. No estar con ellos; sobre todo, no estar con ellos. He sabido que han ido a ver a R. al lugar en el que ahora está. Si no ha sido él, lo han amargado para toda su vida. Si ha sido él, ni pensarlo; no quiero ni pensarlo. Difícil, muy difícil. Y eso que yo lo veo en la distancia.
De esta mañana a ahora, sigo. Estos días han sido duros. No por lo que ha de venir -los que sabéis creo que sois conscientes de que el susto que llevo en el cuerpo es por mi ausencia absoluta de sentimientos chorras de tres al cuarto.. me preocupa haber llegado al punto de la ausencia absoluta de sentimientos-, sino por lo que estoy viendo. El deterioro familiar es evidente. Y duele. Duele mucho.
No he sido madre. Ya nunca seré madre. Pero el instinto maternal acecha. Se presenta, cuando menos lo esperas. Llama a la puerta y me dice: "niña, que te necesitan".
En fin... en el botiquín hay Trankimazin y Seroxat. De cuando me costó tanto superar que un hombre al que quise en exceso, no tuviese el coraje de decirme a la cara que no me quería. También hay Diazepam. De cuando tuve el accidente de tráfico. Me recetan una caja, dos o tres veces al año. Para cuando me quedo completamente envarada, como si me hubiese tragado un palo de escoba -cosas de la hernia discal-.
Ahí están. Y ahí estarán. Huir de quién soy y de cómo estoy es un absurdo.
El cava es mucho más glamuroso.
Espero que jamás veáis a quién queréis diciendo que no sabe dónde está.