El juicio final
Pude hablar
hasta llenar el mar
de tu silencio
con vocales distraídas
y consonantes sonoras.
Pude rezar
hasta fijar en tu gesto
la dicha olvidada
con tres rayos de luz
y un ramillete de azahar.
Pude hacerlo.
Pero no quise.
El sopor
se hizo amigo
de mis pasos
y ya no supe
caminar a tiempo.
Desde entonces
dormito
bajo un cielo
de tormenta.
Y temo escuchar una palabra.
Una sola.
La Única.
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2 comentarios
Bambo -
Silvio -