Desde las alturas
Esta mañana he acompañado a mi madre a la traumatóloga. Están controlándole la evolución de la operación porque, a pesar de tener bastante movilidad en la rodilla, existen ciertas anomalías que, parece ser, no caben dentro de lo previsible. Tampoco es alarmante, pero bueno...
La médica es una chica joven. No creo que pase de los treinta. Cuando hemos llegado a la consulta, nos la hemos encontrado en la recepción hablando con la secretaria. "´¿Qué tal, Manuela? te veo muy bien, andas mucho mejor.". Yo no la conocía -es mi hermana la que, generalmente va de acompañante, por eso de que es enfermera y se entera de lo que le están contando- y ese recibimiento me ha hecho sonreir. Me ha dado buenas vibraciones. Son ya demasiados médicos en poco tiempo y en la mayoría de las ocasiones, éstos se comportan como si el enfermo se tuviese que disculpar por ser atendido.Automáticamente, he pensado que las nuevas generaciones de profesionales habían asimilado la importancia de la cercanía con respecto al paciente -unas nociones sobre empatía nunca vienen mal-. Me he equivocado.
Una vez dentro del despacho, mi madre ha tenido que sentarse en la camilla para ser reconocida. Para esto, necesitaba desnudarse de cintura para abajo. La doctora la ha ayudado a subirse a un pequeño taburete y a sentarse. Una vez colocada, se ha metido las manos en los bolsillos de la bata y se me ha quedado mirando. Ha debido percatarse de que yo andaba un tanto perdida, porque seguidamente me ha dicho "Por favor, quítale los zapatos". Evidentemente, han sido los zapatos y la ropa necesaria. Durante el tiempo que he empleado en ayudar a mi madre, ella ha permanecido de pie, con las manos en los bolsillos, limitándose a mirar.
Sobra decir que me he quedado perpleja -entonces... ¿para qué lo digo?, ¡bah! da igual-. Desconozco si es habitual este comportamiento, pero no he podido evitar el pensar qué hubiese hecho ella si su paciente no hubiese llevado un acompañante. ¿Habría llamado a la enfermera para que hiciese esa faena? ¿Es ese comportamiento una forma de delimitar su territorio para dejar claro que en la "relación contractual" que se establece entre el facultativo y el paciente es ella la que ostenta el poder?
Quizás lo que más me ha molestado ha sido su nula cooperación, su pasividad. No hubiese sido lo mismo si después de haberse dirigido a mí para que desnudase a mi madre, ella se hubiese acercado a nosotras para ayudar, al menos, a sujetarla.
La ranciedad en una persona tan joven me ha descolocado. Seré una ilusa.
La médica es una chica joven. No creo que pase de los treinta. Cuando hemos llegado a la consulta, nos la hemos encontrado en la recepción hablando con la secretaria. "´¿Qué tal, Manuela? te veo muy bien, andas mucho mejor.". Yo no la conocía -es mi hermana la que, generalmente va de acompañante, por eso de que es enfermera y se entera de lo que le están contando- y ese recibimiento me ha hecho sonreir. Me ha dado buenas vibraciones. Son ya demasiados médicos en poco tiempo y en la mayoría de las ocasiones, éstos se comportan como si el enfermo se tuviese que disculpar por ser atendido.Automáticamente, he pensado que las nuevas generaciones de profesionales habían asimilado la importancia de la cercanía con respecto al paciente -unas nociones sobre empatía nunca vienen mal-. Me he equivocado.
Una vez dentro del despacho, mi madre ha tenido que sentarse en la camilla para ser reconocida. Para esto, necesitaba desnudarse de cintura para abajo. La doctora la ha ayudado a subirse a un pequeño taburete y a sentarse. Una vez colocada, se ha metido las manos en los bolsillos de la bata y se me ha quedado mirando. Ha debido percatarse de que yo andaba un tanto perdida, porque seguidamente me ha dicho "Por favor, quítale los zapatos". Evidentemente, han sido los zapatos y la ropa necesaria. Durante el tiempo que he empleado en ayudar a mi madre, ella ha permanecido de pie, con las manos en los bolsillos, limitándose a mirar.
Sobra decir que me he quedado perpleja -entonces... ¿para qué lo digo?, ¡bah! da igual-. Desconozco si es habitual este comportamiento, pero no he podido evitar el pensar qué hubiese hecho ella si su paciente no hubiese llevado un acompañante. ¿Habría llamado a la enfermera para que hiciese esa faena? ¿Es ese comportamiento una forma de delimitar su territorio para dejar claro que en la "relación contractual" que se establece entre el facultativo y el paciente es ella la que ostenta el poder?
Quizás lo que más me ha molestado ha sido su nula cooperación, su pasividad. No hubiese sido lo mismo si después de haberse dirigido a mí para que desnudase a mi madre, ella se hubiese acercado a nosotras para ayudar, al menos, a sujetarla.
La ranciedad en una persona tan joven me ha descolocado. Seré una ilusa.
13 comentarios
demasie -
Bambolia -
demasie -
Bambolia -
demasie -
Bambolia -
demasie -
Bambolia -
Anónimo -
d -
Bambolia -
Lo de pesados puedo entenderlo: las hipocondrias están a la orden del día.
Bambolia -
Lo que me ha descolocado ha sido ese "estar" impertérrita, con las manos en los bolsillos, esperando a que yo acabase, sin colaborar en ningún momento en nada -añádele a la situación que mi madre tiene Parkinson, con lo que su estabilidad es todavía más problemática-. Mirando, con una postura de afirmación, como diciendo "yo soy médico, no me rebajo a descalzar a un enfermo; para eso están los demás".
Son dos planteamientos distintos.
En cuanto a que me hubiese mandado fuera, fíjate, eso no me hubiese extrañado.
demasie -