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De espaldas

De izquierdas y de derechas

Siempre me ha fascinado la ¿dualidad? ¿partición? de las cosas -en general, aunque no me gusta emplear el término "cosas" de manera tan ambivalente- en la izquierda y la derecha. Y por extensión, la simbología que, para identificar y reconocer estas dos manifestaciones, se les otorga. Por ejemplo, el rojo para la izquierda y el azul para la derecha. El rojo que va unido con la idea del infierno, del diablo. El azul que va aparejado con el cielo, el mejor y más deseado premio post-mortem para cualquier cristiano que se precie de serlo.

También, en más de una ocasión, he desvariado con razonamientos -sería más correcto decir "irrazonamiento"- del tipo "si existe una izquierda y una derecha es porque hay un punto intermedio". Si esto es así -¿lo es?-, ¿por qué se le ningunea de manera tan patente? -¿se le ningunea?-.

He rescatado, de un librillo de estos que regalan con las revistas del estilo ciencia-para-andar-por-casa-siéntase-usted-un-sabio-de-tertulia-de-bar, la explicación del porqué en política, las ideas más conservadoras se califican como la derecha y las más progresistas, de izquierdas. Copio:

"Los términos políticos derecha e izquierda se acuñaron en Francia, en el siglo XVIII. Concretamente, fue en el mes de mayo de 1789, dos meses antes de la Revolución Francesa, cuando el rey Luis XVI convocó una gran Asamblea Nacional en el palacio de Versalles, para debatir sobre la deuda económica que el país había adquirido con diversos acreedores. Acudieron 300 representantes de la Iglesia, 300 de la nobleza y 600 comunes, siendo estos últimos, defensores de las soluciones más radicales. Los nobles y el clero se sentaron a la derecha del rey, como invitados de honor siguiendo una tradición protocolaria, mientras que los comunes se situaron a la izquierda del monarca. Desde entonces se popularizó en Europa el empleo de derecha e izquierda para designar, respectivamente, a políticos conservadores y a los más radicales."

Lo que creo que desconoce bastante gente es que la ropa también tiene una clasificación del tipo izquierda-derecha. Me explico: las camisas de mujer se abotonan de derecha a izquierda y las de los hombres, de izquierda a derecha; o sea, que los botones, en las que son confeccionadas para mujeres, están en la parte izquierda y es la derecha la que superpone para abrocharse y, por tanto, es la que lleva los ojales, y viceversa. Esto, por extensión, se aplica también para los pantalones. Por ejemplo, para saber si un pantalón está diseñado para que lo vista una mujer -las medidas, sobre todo en el tiro, son completamente distintas- se ha de comprobar hacia que parte está montada la cremallera: si la tapeta que la cubre se encuentra en la izquierda, es para caballero, si es al revés, el pantalón es para mujer. Puede parecer una tontería, de hecho, creo que lo es. Pero, si nos remitimos a la década de los 80, en la que la moda tendía a unas líneas bastante homogéneas entre las formas masculinas y femeninas -hombros caidos, hechuras amplisimas-, estos detalles servían para identificar la ropa.

Lo curioso es que, enlazando esta bipartición con la eterna oposición de sexos, la anécdota -no sé realmente si lo es, pero bueno... quizás sea más importante que una mera anécdota- tiene su aquél. Lo primero que habría que dilucidar es, de las dos partes, cuál es la que se considera que tiene más importancia: si la que abrocha o la que lleva los botones. Si la que monta, que en resumidas cuentas, es la que finaliza el acomodo de la vestimenta, es la que determina el sexo para el que está diseñada la prenda, los hombres son de izquierdas y las mujeres de derechas -se me va la olla, pero bueno... es que mi kit kat de hoy es de cuatro dosis de absurdo y media docena de tonterías-. Y claro, no me cuadra demasiado... porque si la mujer, para esta sociedad tan cristianizada, es la representación del mal y el mal se asemeja al diablo y al diablo se le coloca siempre a la izquierda y bla bla bla... pues eso, que mira por donde, ahora resulta que estamos a la derecha del Padre, o al menos, nos vestimos ejercitando la diestra, :-)

Los huevos, por favor, en lugar de lanzarmelos a la cabeza, los enviáis vía correo ordinario a La Moncloa, porque es su morador el que me ha provocado este exabrupto pseudocartesiano.

5 comentarios

Bambolia -

A mí siempre me han hecho gracia esas distinciones, a la hora de calificar ciertos comportamientos, que manejan los hombres: nosotras somos unas cotillas porque hablamos sobre el supuesto amante de no sé quién, y ellos -¡ja!- lo que tienen es una empatía muy desarrollada y son capaces de captar la personalidad de un desconocido al vuelo... vamos, que te puedes escuchar, después de una noche de fiesta, como son capaces de decirte lo que le ocurre a tu amiga Mª Isabel -cuando es la primera vez que la ven-, con comentarios del tipo "he estado observando a tu amiga y creo que lo que le pasa es que tiene envidia, aunque no lo quiera reconocer, de que el resto de sus amigas haya ligado este verano y es por eso que esta noche se ha lanzado a los brazos de ese chico al que no había visto antes". Por supuesto, su afán por interpretar el comportamiento de otra persona no es ansia de cotilleo, es que él es muy buen psicólogo... No me gusta generalizar, por aquello de que no hay dos personas iguales, pero me hace gracia cómo ciertos comportamientos llevan, por desgracia, el marchamo femenino, con una fuerte carga peyorativa, y cuando son hombres los que se comportan de la misma manera, se le da otro nombre a la acción y por extensión, desaparece la carga negativa.

Bambolia -

Esta mañana se me ha encendido la bombilla: las mujeres, ateniéndonos a la confección de la ropa, somos de izquierdas... ya no me sirve mi hipótesis -¿o es teoría? cachis... esto del lenguaje científico/filosófico me pone el coco patas abajo-. La pieza que faltaba para esclarecer este absurdo es la falda. Sí. La falda. No me he vuelto loca -creo que de tanto escribirlo, acabaré por creérmelo-. La falda puede llevar la cremallera en la parte trasera, cuando la pieza se divide en dos partes y se coloca aquélla en la costura que las une. Pero... puede llevarla en una de las costuras laterales. Y cuando esto ocurre ¿dónde se cose el sistema de cierre? En la parte izquierda... mi gozo en un pozo... yo que pensaba que había dado con una prueba de reconocimiento implícito hacia las mujeres por parte de los sastres y modistos... :-(

Cini -

Sí, el teclado azerty es una putada. No encuentro las letras ni los símbolos.

Y bueno, yo también llevo el bolso en la derecha. A veces lo cambio, por eso de equilibrar ambos hombros.

Bueno, bueno, sobre cotilleos... Los hombres son muy cotillas. Pero mucho, mucho. La mayor parte de las cosas que hablan en el trabajo y de sus cosas (incluído el deporte) son cotilleos. Lo que pasa es que son sus cotilleos, los que les interesan a ellos, y no los llaman así, sino "intercambio de impresiones" o "conversaciones sobre la vida". En el gimnasio, los vestuarios masculinos y femeninos están conectados por arriba y se oyen todas la conversaciones. Pues ellos no paran de cotorrear todo el rato.

Bambolia -

Tiene que ser jodidillo el escribir con un teclado distinto, :-(

Me ha faltado añadir otra reflexión, ésta sobre dónde llevan colgado el bolso las mujeres... Generalmente, siempre es en la parte izquierda. Claro, tiene su razón de ser: la mayoría es diestra, y de esta forma, dejan su mano derecha libre para poder desenvolverse mejor. Yo lo llevo a la derecha, justito al revés.

No, no estoy loca, quizás es que me fijo demasiado en las cosas... aunque un antiguo ex me dijo un día que en realidad era una cotilla, :-) Claro, lo mío era, porque me fijaba y luego se lo contaba, de cotillas, y lo suyo era una enorme capacidad para valorar el comportamiento de la gente... ayssss, pol Dios... cada vez que lo pienso, :-P

Cini -

Jajajaja

En fin. Ahora no puedo escribir porque ando con un teclado azerty y es complicqdo. Me ha gustado tu reflexiùon surrealista. :)))