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De espaldas

Subir los puntos



El sábado, al vestirme, me di cuenta de que a las medias que me estaba poniendo se les había escapado un punto. No me preocupó el que se me llegase a hacer una carrera, porque el desperfeto se había producido justamente en la puntera, a partir de la finísima costura que remata la prenda.

Pensé en comprar unas nuevas, para la próxima vez que me vistiese en tonos grises -conjuntada hasta la muerte, como buena Mari Puri, jajaja-. Pero mi lado ahorrador me frenó. Me dije "niña, sé práctica; si total, se trata de sujetar dos puntillos de nada; además, el remiendo no se va a ver, porque lo tapa el zapato y así esas casi quinientas pesetas las tienes para otra cosilla".

De niña, recuerdo que el cesto de costura de la casa familiar era poco convencional: mi padre era sastre y se podían encontrar los utensilios más variopintos y curiosos para arreglar todo tipo de desperfectos en nuestro vestuario y por supuesto, en el ajeno. Pero, precisamente, el huevo de madera para los remiendos, era herencia materna. Muchas fueron las veces que, al volver de la escuela por la tarde, mi abuela andaba liada con los calcetines; puntada arriba, puntada abajo, recomponiendo las partes que más se estropeaban por estar expuestas al roce continuado. Como único acompañamiento, el carismático consultorio de Elena Francis: es una de las imágenes que perduran en mi recuerdo con más intensidad.

Decidí, tras sopesar el hecho de la cuestión monetaria -es que eso de que unas medias te cuesten quinientas pesetas no está nada claro, pero que nada claro-, comprar un huevo de madera para subir los puntos de esas medias en concreto y de las futuribles -que son muchas las que se enganchan en partes no visibles-. Después de visitar las cuatro mercerías más cercanas a mi casa, en ninguna de ellas pude comprar el susodicho. En dos me dijeron que si lo encargaba, que sí, pero que hacía mucho tiempo que no lo tenían en existencias.

Y todo esta parrafada anterior ha venido a cuento de la reflexión que, con posterioridad a mi infructuosa búsqueda, tuvo a bien regalarme mi desganada neurona técnica-mística-espiritual: estamos en la cultura del usar y tirar. Lo que se rompe, ya no vale la pena arreglarlo; se le da puerta y a por otro "lo que sea" nuevo. ¿Paños de cocina? ¿para qué, existiendo los rollos de papel? ¿Medias? ¿para qué, si total, si te vas al mercadillo, las compras tres al precio de dos? ¿Pañuelos de tela? ¿para qué, si están los "klinex"?

Dentro de poco tiempo este tipo de utensilios serán objeto de museo:



Por cierto, desde ayer por la tarde, la ropa no me toca al cuello: al salir de casa de mis padres, encontré en el bolsillo de mi chaqueta un pulido huevo de madera. No sé cómo llegó hasta ahí, de verdad. Me tiene francamente preocupada. No sabía que los fenómenos paranormales se cebaban con los utensilios de costura.

24 comentarios

Bambolia -

Vaya... pues tiene que funcionar eso de la psicología invertida, sip. Mi primer pantalón: no atinaba a ponerle la cremallera ni a tiros. Le pregunté a mi padre, claro. Mi padre, por toda respuesta me dijo: "ahí tienes otro, mira cómo está cosida. Sólo tienes que hacer lo mismo". Tardé casi hora y media en ponerla, porque no me aclaraba con las piezas... cuál iba primero o qué pata necesitaba la máquina para no romper la aguja... Me hizo lo mismo con todo, no recuerdo que me explicase, a conciencia, absolutamente nada, y eso que durante casi año y medio el negocio del taller de confección lo gestioné yo y mis 20 inexpertos años -así fue, jajaja-.

Mira, esta tarde he estado haciendo cordón para enlazar unas cosillas en casa de mi madre: desde que murió mi abuela, hace ya 15 años, que no había vuelto a hacer. Su pasión era el ganchillo y tengo, al menos, dos docenas de sacos de pan. Cuando había que hacer el cordón nos peleábamos mi hermana y yo por ayudarla. Ya ves...

El Elefante... papel ocre envuelo en celofán amarillo... sip.

La_Web-ona -

En casa siempre recuerdo a todo el mundo cosiendo,haciendo punto, ganchillo o punto de cruz; pero la verdad es que nunca nadie trató de enseñarme por narices. Ahora he descubierto la manera de que a mis hijas les guste lo de la aguja e hilo. Me niego en rotundo a enseñarlas. Cuanto más me niego yo más interés ponen ellas en aprender. Psicología invertida o algo así creo que se llama. ;-)

Hoy, se me ha quedado un ojo estrábico, llevo todo el día bordando flores al minuto en el vestido de comunión que le estoy haciendo a la mediana
:-S

Así a lo bestia lo único que compro es leche, pero la verdad es que se beben 3 litros diarios en casa.

Ahora me viene a la memoria aquellos rollos de papel higienico del Elefante. Los que venian envueltos en papel de celofan amarillo con el elefantito en amarillo. Que recuerdos viene a la memoria en los momentos más inesperados.

Bambolia -

Jajajaja, ya te vale, :-)

Pues lo mío es el reciclaje: mi coche tiene 20 años, camino de 21. Estoy por cuidarlo un poquito más y aguantarlo hasta los 25, que me dijeron el otro día que es cuando los consideran "antigüedad", :-)

Ahora que dices lo de los cinco millones que compraste en el 95... Para la primera guerra del Golfo -sino recuerdo mal, para el 90 ó 91-, yo trabajaba de cajera en un supermercado. Cuando estalló la guerra, en un día nos quedamos sin existencias de aceite, agua, arroz... los productos básicos... Creo que más de uno estaría sin comprar aceite durante un par de años, al menos.

Jajaja, sigo riéndome con lo del papel, quilla, es que ando muy cortita de entendederas... jajaja.

eMe -

Lo del papel era una ironía, mujer. Digo que aquí se compraba todo descartable y así nos fue. Todavía me queda un rollo de cocina de los cinco millones que compré en el año 95...

demasie -

buena zona esa de la calle arenal, por alli salgo yo de marcha cada dos por tres seis.

Bambolia -

Ja, qué bueno... acabo de ver en el callejero que es justo el mismo sitio que yo conocía, :-) Por cierto, El Arenal, no Arenales -así se llama una masía de Linares; confusión de topónimos-.

Bambolia -

De lo que no tengo ni idea es por dónde para esa plaza en Madrid, pero a mi me tenían enganchada las tiendas de la zona de Arenales, y cercanas a la Plaza Mayor. En la calle Espoz y Mina hay una tienda de guantes en la que, cuando entras, es como si estuvieras todavía a finales del siglo XIX. Hace dos inviernos me compré un par de punto que son una verdadera gozada. Enfrente justo está la pensión donde me hospedo siempre que voy a la Capi, y es casi un ritual el pasar por el escaparate, a la entrada y a la salida al hostal.

Bambolia -

Esstu, ya lo tengo claro. Me sonaba el nombre de la parroquía. Estuve por allí pero no entré.

El domingo, que es cuando más actividad hay en la Plaza Redonda, me pasaré por allí y veré si hago algunas fotos: instalan, aparte de los puestos que ya existen, un mercadillo ambulante. He buscado información en la red y hay poquísima: como mucho, dos párrafos de seis o siete líneas y dos únicos modelos de fotos.

No hace demasiado tiempo hicieron un programa en Punt Dos -la TVE2 de la valenciana, en todos los aspectos- que hablaba de la gente que todavía vivía allí y mantenía sus negocios... interesantísimo.

A ver qué sale de mi reportaje fotográfico, :-)

Ahora que recuerdo, también hablaron de una tienda... uhmmm, la más antigua de Valencia, en la que enseñaron una máquina con la que se hacían las agujas. Era de mil setecientos algo -la máquina- y todavía la empleaban... Mi memoriaaaaa, la odio!!!

Fri -

Sí, es cierto lo que dice Kiri, Pontejos son las mercerías antiguas de Madrid, allá donde se encuentra de todo. Yo he estado varias veces, no muchas, pero mi suegra es asídua y suele trotarse todo Madrid en búsqueda de una cremallera de color tal que vaya con el color tal de una tela que encontró en no sé dónde. Y bueno, mi suegra es licenciada en Filología Clásica y "sabe latín", con lo que se ve bien claro que lo de las aficciones no tiene nada que ver con el nivel cultural. Que se pueden compaginar muchas aficciones diferentes.

Y también vi la Plaza Redonda de Valencia. Me recordó a un mercado parecido que vi en Valença, en la frontera entre Portugal y España, una ciudad preciosa, antigua, anclada en el tiempo. También me recordó a los mercados antiguos, esos que aún quedan, como el Mercado de las Maravillas, en Madrid, donde se sigue encontrando de todo, aunque ya en plan alimentación. Sí, sigue habiendo sitios detenidos en el tiempo.

Bambolia -

eMe, los rollos de papel:

http://www.shoplet.com/office/limages/FKIM0995.JPG

No sé cómo se llaman por allá... aquí, generalmente, papel de cocina, o "dame papel del rollo" o cosas así. No suele confundirse con el papel higiénico -que también va en rollo- porque a ése la gente le suele llamar "papel del wáter" o simplemente, papel higiénico.

Bambolia -

¡Cómo me gustan estas conversacionesssss!!!!!!!!

Besos, luego sigo.

Kiri -

Hablando de mercerías, en la Plaza de Pontejos y alrededores, hay unas genuinas, mágicas y misteriosas mercerías de las del Madrid antiguo.
Seguro que la Fri las conoce.

Kiri -

Allah no me dotó con la gracia de la aguja, qué le vamos a hacer. Pero hace poco me he comprado un pegamento que pega la ropa.
Hala.
La Web Ona cose muy bien. Hace vestidos y eso, y sí, a mí me parece que triunfaría como composturera.

eMe -

En una ocasión, acudiendo al remedio del esmalte de uñas, tuve un par de medias por toda la temporada. Increíble. Por cierto, aquí se tiraba todo, el televisor, los lavarropas, todo. Pudo más el dólar. Rollo de quéeeeee?

historias -

Tengo que contaros, un día de estos, la historia de mi abuela, gran trabajadora, mujer de la posguerra, emprendedora, modista con taller propio, aprendizas y oficialas y con tantas anécdotas que, ahora,escuchándoos he vuelto a recordar. Y fijaos, por mucho que ella y mi tía Fina insistían en los veranos escolares de tres meses en que aprendiera a coser, yo seguía entretenida en lecturas de adolescentes.

Esstupenda -

Pon una foto también de ese lugar hermoso de tu ciudad, de esas mercerías de la plaza redonda.
Omnium Sanctorum está intramuros, es la parroquia del barrio macareno, una iglesia gótico-mudéjar con una bella torre y el mercado del barrio adjunto, está al final de la calle Feria y acaba en la castiza Resolana, casi al lado del arco de la Macarena. Lo poco que Sevilla conserva de pueblo (no de catetería que a veces le sobra, sobre todo cuando se mira al ombligo), de pueblo bueno, afanoso y solidario estaba allí; con el beneficio inmobiliario se pierde también algo de legado patrimonial, supongo que étnico. En fin, sin duda me hago vieja.
Sabes, mi madre me dejó hace tiempo una tela de hilo, muy fina, para hacer un mantel a una mesa de café preciosa que ella me regaló. Ahora me he puesto a sacarle hilos para hacerle una vainica, y mis hijas me miran atónitas de que yo tenga esos saberes. Nunca consideré que alguien pudiera verlos como un tesoro.

Bambolia -

Web_ona: mi pasión siempre ha sido la costura. Ya ves... algo tan prosaico... pero no lo de los diseñadores y tal que hacen figurines y que fíjate cómo cae ese tejido para hacer un drapeado a lo New Romantic, no. Más bien lo de las modistillas de toda la vida: por ahí arriba he dicho que mi padre fue sastre. En mi casa conservo dos máquinas de coser de puntada recta y una remalladora de cinco hilos. Primero, porque soy interina y no sé lo que me durará la historia a pesar de llevar diez años, y segundo, porque es una de las mejores válvulas de escape que conozco para desconectar: el ver que soy capaz de pensar en cómo quiero un pantalón, trasladarlo al papel, cortarlo después y en última instancia, coserlo, es una de las cosas que más satisfaciones me produce: hacer cosas con las manos. Producir, ser capaz, de alguna forma, de ser autónoma. No sé si me explico...

Y mira, te viene bien para hacer regalos a las amigas del tipo: ¿vas a poner las cortinas en el comedor? yo te las coso y tómalo como el regalo para tu cumpleaños. Ahora que, como me dé la perritis... mi madre está esperando las de su habitación desde antes de Navidades, :-8

En serio, es una buena posibilidad, porque yo lo hago de gratis a las amistades y la mayoría, hoy en día, no sabe hacer el bajo de un pantalón -que es normal, por otra parte-.

La_Web_ona -

Pues hablando muy en serio he estado sopesando la idea de poner un negocio de compostura de ropa a colación de una charla con Medea.

La cosa transcurría no recuerdo por que cauces y la pregunté , a sabiendas de su maña con la aguja,la de Medea :P, que hacía cuando se le rompía la cremallera de un pantalón, a lo que toda ufana me contestó:
- No compro pantalones con cremallera y si se me rompiera alguna te la traería a tí para que me la arreglaras. :

Pues ya puestos porqué no sacarle rendimiento a la aguja, aunque por otro lado no se yo si pega mucho eso de escribir libros con coger bajos de pantalones.

Bambolia -

En Valencia existe -gracias no sé a qué, pero todavía existe- un hermosísimo lugar -me gusta mucho la palabra "hermoso" es como si sus sílabas se desparramaran, como tentáculos, recayendo y abarcando todo aquello que tratas de describir- en el que las mercerías todavía existen: la plaza redonda. Puedes comprar calzoncillos largos de felpa para caballeros, monos de trabajo, delantales de cuadritos blancos y negros, como los que empleaban las abuelas hasta no hace mucho... Buscaré información sobre ella y escribiré una entrada. Merece la pena, es uno de esos rincones en los que el tiempo se ha detenido, en pleno centro de la ciudad: creo que está protegido ¡menos mal! porque sino, la Rita -así con artículo, despectivo hasta más no poder- la Cantaora se lo cargaba a expensas de hacer un hotelito -otro más- para esto de la Puñetera Copa de América de 2007.

Essstu, el barrio de la Macarena ¿está dentro de lo que es lo poco que queda de la muralla de Sevilla? es que no me suena ese nombre, el de Omnium Sanctorum...

Esstupenda -

En torno a "Omnium Sanctorum" epicentro del barrio de la Macarena, hace tres años había una mercería que cogía puntos de medias.
El barrio ha cambiado, la especulación ha tirado las antiguas casas de vecinos ( a 1000 pts el alquiler, baño común) y ha construído elegantes y "genuinos" apartamentos estilo sevillano, a bastantes euros el metro cuadrado. Ha cambiado el vecindario y ya no hay mercerías con fajas de cordones ni se cojen puntos de media. La globalización llegó al Pumarejo.

Bambi -

Sí, sí, claro, :-) Los truquillos para aguantar el día, jajaja.

Me fascinan esos trabajados tan delicados, se necesita tanta paciencia...

Kiri -

Bueno, Bambi, si la carrera es pequeñita y está en el talón, por ejemplo, o en cualquier sitio donde no se vea, puedes ponerle un pegotillo de esmalte de uñas transparente.

Recuerdo a una señora que cogía los puntos a las medias, cerca de donde yo vivía de niña, en el Puente Vallecas. Una mercería antigua de esas. Era una gozada mirarla trabajar.

Bambolia -

Sí, es complicado. Lo principal es que tengas hilo de espuma y aguja muy, muy, muy fina. Puedes emplear el de otras medias que ya no sirvan. El problema es enhebrarlo, pero si tienes la precaución de atarlo a un trocito de hilo normal y luego, una vez has pasado éste por el orificio de la aguja, sólo tienes que desprenderlo y dejar la espuma... no sé si me explico: así es como se enhebran las máquinas remalladoras, con hilo de alambre o con hilo un poco más grueso de lo normal.

Luego se trata de ir juntando los espacios que existen en la trama del tejido, :-)

Fíjate... hace 30 años todavía se veían carteles en las mercerías en los que se podían leer "se suben puntos de medias" o "se hacen ojales" o "se arreglan composturas" -de éstos todavía se ven-. ¡Cómo cambian las cosas!...

Mi abuela le giraba el cuello a las camisas de su marido; y los puños...:-)

historias -

Parece que me has leido el pensamiento. Anoche mismo estuve recomponiendo los leotardos de Lucía. Son preciosos, azulitos a rayas y le sientan graciosísimos con sus piernecitas regordetas.
Y lo de subir los puntos a las medias ¿podrías explicar cómo se hace? (aunque me imagino que por escrito debe ser difícil).