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De espaldas

El efecto placebo



Desde el jueves pasado hasta ayer por la tarde me he quedado a dormir en casa de un familiar -es una tía abuela- para atenderla porque la persona que habitualmente está con ella se encontraba de viaje por el fallecimiento de un amigo íntimo. A ratitos venía a casa, pero casi todo el tiempo he estado allí.

Mi primera sopresa llegó cuando el jueves se empeñó en decirme que el Efferalgan que la médica le había recetado no le hacía nada de nada -el principio activo es paracetamol, suministrado en sobres de 1000 mg.-, que prefería tomarse Termalgín -también es paracetamol, pero las dosis son menores: 500 mg. por pastilla-, que le hacía mucho más efecto.

La médica la visitó el viernes por la mañana y le cambió el Effleralgan por otro analgésico idéntico, salvo por el nombre comercial: hasta la misma dosis. Según me explicó mi tía más tarde, la médica le insistió en que este era nuevo y que seguro que notaría la diferencia.

Después de comprarlo en la farmacia, y ya preparada para quedarme la noche del viernes allí, me entretuve en comparar los prospectos de uno y otro: lo mismo, con la única diferencia de que el primero es una pastilla efervescente y el segundo es un sobre para diluir con agua -o sea, que no hace burbujitas-. Hasta la cantidad en la dosis es la misma en ambos casos: 1000 mg. Ningún añadido de extractos de vitaminas ni mezclas con antiinflamatorios; nada de nada.

Al ratito de estar con ella, mientras yo le daba a la aguja, sujetando los pliegues de una cortina que llevo entre manos ya ni se sabe cuanto tiempo, la noté algo nerviosa: no paraba de suspirar. Me conozco los síntomas: ansiedad pura y dura. Le recomendé que bebiera agua y que intentase respirar a través del estómago... pero me di cuenta de que eran consejos caidos en saco roco. Me pidió que le hiciese una tila y hacia la cocina que me fui para preparar la tisana.

Tuve un pequeño problemilla con el que no contaba: no quedaba tila. ¿Y ahora qué hago yo?, me dije. Sencillo: callarme y preparar otra cosa, y sobre todo, confiar en que no reconociese el sabor. Calenté el agua y mientras tanto preparé dos bolsitas de manzanilla, a los que les quité el cartoncito en el que se indica qué tipo de hierba contiene el preparado. Se lo serví y me senté a seguir con la costura, que entre puntada y puntada, la relajación se va colando por la frente y acaba instalándose en la nuca agarrotada.

A la hora y media le pregunté sobre su ansiedad y me respondió que era increíble lo que podía hacer una tacita de tila... "para que luego digan que las plantas no son beneficiosas y que eso son cosas de curanderos".

Llegó el momento de irse a dormir, y tras tomarse las doce pastillas reservadas para el horario nocturno, le tocó el turno al analgésico nuevo. Me levanté dos o tres veces, de madrugada, para ver cómo dormía y estaba completamente "grogui". Se despertó a las nueve y media de la mañana, cuando habitualmente, a las siete de la mañana, y siempre según ella, no puede dormir más.

Cuando nos sentamos a tomarnos el desayuno, se me quedó mirando, me sonrió y me dijo: "Lo que hace un medicamento, ya ves, ya no sé cuando fue la última vez que dormí hasta tan tarde; no me he enterado de nada en toda la noche; estos sobrecitos van a ser mi salvación". Ni que decir tiene que ya no insistí en que era el mismo principio activo, en que no existía ninguna diferencia entre uno y otro. Entendí, entonces, a la médica. Cuando supe que le había cambiado el analgésico por otro exactamente igual y que ella misma le había dicho que iba a notar la diferencia, me enfadé. LLegué incluso a pensar que mentirle a una anciana no resultaba ético, y menos viniendo de la facultativa responsable de su salud. Pero en la mañana del sábado me percaté de que había echado mano de su capacidad de persuasión y había confiado, a su vez, en el poder de autosugestión de su enferma.

En resumidas cuentas, que tengo la sensación de que muchos medicamentos sobrarían si fuésemos capaces de entender que el dolor y el malestar no sólo depende de una patología física.

Y que es completamente cierto eso que dicen "le han dado gato por liebre y ni se ha enterado".

14 comentarios

Bambolia -

El sábado se lo conté a una amiga y me dijo que porque no le había dicho a mi tía la verdad, para que supiese el poder que tiene sobre ella -y sobre todos nosotros- la sugestión. Le dije que no, que ante una situación así, la persona se encuentra desarmada, como si la hubieses dejado desnuda, y que ya sabiendo por dónde iban los tiros, era mejor emplear ese conocimiento para situaciones venideras.

Encantada de leerte, :-)

historias -

¿Sabes? Emilia, la señora que cuida de Lucía, cuida también ancianos en una residencia algunas noches. El otro día me contó que hay una viejecita que por las noches le persigue llorando antes de irse a dormir porque dice que necesita que le pinche la medicina porque se encuentra mal. Emilia la conoce muy bien y al final lo que hace es pincharle sólo con la aguja y la señora se va a dormir tranquila. A mí me parece muy tierno que estas cosas pasen y que haya gente que como Emilia conocen los truquitos para que nuestros mayores descansen.

Aber -

El contacto físico con otra persona también procura bienestar. En realidad, estamos hechos para tocarnos, para mantener el contacto físico como una forma de comunicación muy efectiva.

Aber -

Muy bonito, el placebo de amor...

Bambolia -

Pues sí que es una especie de placebo, sí.

¡Qué duras son esas situaciones!

Cuando estamos mal, en ocasiones, nos tranquiliza mucho más una palabra o un abrazo que un orfidal cada ocho horas...

.....continua -

A cambio la ofrecí una tila que se tomó, y cada vez que requeria sus pastillas unas horas después la volvia a dar el argumento de que las dejara para más tarde que la harían más falta ofreciendola otra tila. Así se llegó al momento del entierro propiamente dicho que soportó sin una sola pastilla convencida de que más tarde cuando se encontrara sola le harían más falta que en ese momento.

Y es que a veces una persona amiga, o no, que ofrezca cariño es mucho más beneficiosa que tarros y tarros de medicamentos.
Yo lo llamo placebo de amor.

La_web_ona -

No se si enmarcarlo en el efecto placebo o que pero os cuento algo que me pasó hace unos días.

El día 29 de Abril murió un primo hermano de cáncer con 40 años. Ya de por si el efecto que produce en una madre la muerte temprana de un hijo hay que añadir que este hijo era por su profesión, cultura y arte una persona reconocida socialmente y familiarmente con lo cual las muestras de cariño y de condolencia en el duelo fueron muchas de de amplios sectores de la sociedad española. Esto que a priori no parece tener nada que ver , visto desde dentro y junto a la madre que veía el gran amor y respeto que mucha gente profesaba a su hijo hacía el duelo materno más duro si cabe.
Mi tia, la madre, llevaba varios días tomando un número sinfín de tranquilizantes de manera que a la noche se quedó dormida en un sofá del tanatorio. Como es de suponer la dejamos dormir grogi completa. Pero al despertar los nervios y el dolor hicieron presa en ella, empezó a gritar, llorar y lamentarse.Era muy pronto las siete de la mañana o así y eramos pocos, los más allegados, los que estabamos junto a ella pero la persona que tenía las pastillas en su poder se había ausentado.
La verdad es que la cosa era complicada pero me arrodillé delante de ella , la tomé de las manos y simplemente la dije, ante su insistencia en pedir más , que era mejor que dejara las pastillas para más tarde que la harían más falta cuando dieran sepultura a su hijo.

Aber -

Aún a riesgo de convertirme en blasfemo y esas cosas, diré que una palabra de mi Bambi basta para sanarme. Ni gelocatiles ni leches. Leer a Bambi siempre es sano.

Bambolia -

Es un mundo complicado. Me refiero al de las enfermedades y a los trastornos que generan: el umbral del dolor no es el mismo para todos.

La enfermedad causa incertidumbre y generalmente la incertidumbre provoca tensión y la tensión deriva en ansiedad... Todo se percibe de manera desproporcionada.

Creo que la médica de mi tía sabe perfectamente qué se trae entre manos, sip.

Ant -

Algunas tendencias en psicología dicen que "no curan los medicamentos, sino uno mismo" Y lo dicen a unos niveles que riéte tú de las aspirinas... :-)

Fri -

Nos hemos cruzado. Luego te respondo que me tengo que ir.

Fri -

Lo del efecto placebo es cierto, y lo que influye la psicología en las enfermedades graves y en su tratamiento.

Hace años, un oncólogo que trataba a un familiar en fase terminal me dijo, cuando hubo que comunicar a esta persona la gravedad de su situación, que el "paciente ve hasta donde quiere ver", hasta donde él mismo se puede presentar la realidad. Y este oncólogo, en mi presencia, le dijo a este familiar lo que le ocurría, sin mentar la palabra fatídica, que era la muerte, claro. Y mi familiar vió hasta donde pudo ver (porque están en su derecho a ver hasta donde pueden ver) y en un mes se murió, pero no había solución posible ya.

Este médico, eso sí, era además, experto en diplomacia. Un gran profesional que daba confianza a los pacientes.

Bambolia -

No te puedes imaginar cómo me quedé, Fri. El sábado fui a hacerle la compra y puse en el carro tres paquetes de tila... por si acaso.

Lo que hice fue añadirle mucho azúcar, para que se fijase más en el sabor dulzón.

De verdad que con dos días con ella -hacia mucho tiempo que no dormía allí- he comprendido que muchos de sus lamentos y de sus malestares tienen que ver con que no ha aceptado jamás su estado y que, por contra, se ve que ha decidido que si está enferma, ha de ser la más enferma, como si se otorgasen diplomas...

Me sorprende lo de la tisana, pero lo del paracetamol es alucinante...

Fri -

Jajajajaja

Pues confundir la tila con la manzanilla no es tan facil. Hay que estar muy convencida. Ahora que tú supiste solucionar bien la situación. Vales para médica. ;-) (Ahora viene tu churri virtual y te dice que lo cures, ya verás como sí)