La vieja
Hace ya mucho tiempo, publiqué en una página dedicada a promocionar a escritores noveles -la carcajada me la guardo; es cinísmo, sí- un poema. En realidad, no recuerdo ya cuál era. Pero sí que recuerdo que los comentarios que los participantes hicieron, derivaron la conversación "virtual" a referir la dureza de la vida en el campo, la despoblación que durante los años 60 sufrieron la mayoría de los municipios del interior de España; en definitiva, en la tristeza que provoca contemplar -no siempre es así, y no todo tiempo pasado fue mejor- la pérdida de ciertos modos de vida.
Recuerdo que copié la letra de una canción de J.A. Labordeta, en contestación a unas palabras de Sokol -no entro a explicar quién era/es; sólo decir que después de tres años, seguimos leyéndonos casi a diario- que me trajeron a la memoría lo que se decía en ella -en la canción-.. Se titula "La vieja".
En dos ocasiones he visto actuar en directo a este cantautor y poeta: una, en un pequeño pueblo de la Sierra de Gúdar, Puertomingalvo, que linda con Linares y que hasta hace bien poco se incluía en el Maestrazgo turolense -las cosas de la comarcalización... es tan sumamente estúpido esto de poner fronteras ficticias con el afán de recuperar trozos de historia-, en una noche de agosto, en el patio de un diminuto castillo, con la luna llena justo encima de nuestras cabezas -realmente fue una noche mágica-. La otra, hace unos meses, en la clausura de la celebración de la proclamación de la Segunda República, en las jornadas que, durante una semana, el pueblo de Picassent le dedicó a esta efemérides.
Los acordes de "La vieja" sonaron en ambas y, como siempre que la escucho, me hicieron llorar; pero fue en Puertomingalvo cuando más me tocaron la fibra sensible porque Labordeta explicó, entonces, qué le motivó a componer esa canción. Según contó, en uno de sus muchos viajes por la zona de El Maestrazgo, conoció a una anciana que, durante horas, permanecía sentada a la puerta de la masía en la que había vivido durante toda su vida. Y le impresionó tanto la imagen de desolación y tristeza que ofrecía al que la pudiese contemplar, que decidió transformar ese sentimiento en música. Exactamente lo mismo me había pasado a mí en todas las ocasiones en las que pude contemplar una situación similar en aquellas tierras: son muchas las abuelas que he visto, sentadas al solano, con la mirada perdida en no se sabe qué y las manos arrugadas, apoyadas en el regazo de sus largas sayas.
Por si a alguien le apetece escucharla -la otra es de las más conocidas de Labordeta; una de ésas que se tararean con los mecheros encendidos-:
La vieja (Para descargar)*
Canto a la libertad (Para descargar)*
*Los ficheros sólo permanecen siete días en el servidor y tienen un límite de 25 descargas -que son muchas, la verdad, siendo quien es este hombre-.
El cuadro que ilustra la anotación es de Marina Bádenas.
9 comentarios
Bambolia -
Jesús -
Buenas noches, que duermas bien.
Bambolia -
Sí que hay miedo, sí. Quizás demasiado... aunque se disimule o se disfrace con otros nombres o con otras excusas: a mí me da pánico pensar en la responsabilidad que supone el tener que atenderlos, por mucho que sean mis padres y los quiera como los quiero. Pienso en obligaciones y se me cae el alma a los pies, pienso en ver cómo van perdiendo facultades -y lo estoy viendo a diario- y salgo corriendo en lugar de entender que es lo normal. Mi mayor miedo, quizás, sea a no saber darles el cariño que necesitan y de repente, me encuentro en esa situación y soy incapaz de bajarme del burro para hacerles las cosas más fáciles. Y luego están los chantajes emocionales del tipo lágrimas a todas horas, pesimismo a raudales, agobios por cualquier cosa... Me asusta verme reflejada en ellos, es como si tuviera enfrente un espejo de cómo seré dentro de unos años y ante esa visión huyo despavorida.
A veces me soprende darme cuenta de que soy capaz de aguantarle el "discursito" a cualquier anciano de un parque, y a los míos no. Le he dado vueltas al asunto y he llegado a la conclusión de que todo es por el nivel de implicación: con los extraños no conoces, no sabes, todo es nuevo. Con los allegados sabes de las míserias, de las alegrías y de la mayor parte de las cosas de las que te hablas ya tienes una idea predefinida, con lo que la implicación es casi total y callar ante algo que te disgusta es mucho más complicado. En fin... que es muy jodido y me preocupa, la verdad.
Jesús -
Fantasmas, para ambos.
Primaria,fundamental.
Saluditos,bambi.
Bambolia -
Bambolia -
Los ancianos sufren la soledad mucho más de lo que, a priori, podamos imaginar. Primero, porque no han sido preparados para vivir y disfrutar de la soledad -actualmente, es mucha la gente de treinta años para arriba que disfruta siendo independiente y no compartiendo su vida con otra persona ni teniendo familia alrededor- y segundo, porque la merma física es evidente y se necesita mucha entereza moral para aceptar eso con tranquilidad. La compañía en estos casos es vital.
Luis Muiño -
Una impresión, por ver si estás de acuerdo. Yo creo que las personas mayores de la ciudad sufren, a veces, igual que las del campo...pero han aprendido a disimularlo.
Bambolia -
Esta mañana me he enterado de que han tenido que ingresar a una tía-abuela de Linares: estos últimos años han sido muy similares, para ella, a lo que Labordeta cuenta en esa canción.
C'est la vie!
Gru -
Lo de los pueblos y las personas mayores siempre me ha llamado la atención, así como la Castilla profunda. No sabría explicarlo, pero a veces, echo de menos esa dureza del campo castellano por unos momentos, claro, porque soy incapaz de permanecer más de un par de días allí.