Abrazos y más abrazos
¿Alguien quiere un abrazo? Es que me estoy especializando en repartirlos como si de caramelos se tratasen, a la salida de un bautizo... Así, sin venir a cuanto. O al menos, a mí me da la impresión de que los estoy desperdiciando.
Me explico: el lunes pasado, en clase de yoga, la profesora, supongo que aras del buen rollito y del que mega-super-guay es todo esto de la relajación infinita, dedicó casi toda la clase a que los alumnos nos conociésemos los unos a los otros. Y no tuvo mejor ocurrencia que recomendarnos que nos auto-presentásemos y que de paso, nos abrazásemos, nos besásemos y nos quisiéramos mucho, pero que mucho, mucho, mucho. Y claro, a priori, y en teoría, está genial eso de aprender de gratis cómo relacionarse con extraños, pero en la práctica, hacerlo a base de abrazos, de achuchones y de besitos en las mejillas, no es muy recomendable. Al menos, desde mi punto de vista.
¿Por qué tengo que abrazar a una persona que no conozco de nada y además, en plan no hipócrita como generalmente se hace-? ¿Es necesario darle achuchones al vecino de la alfombrilla contigua para que el estiramiento del músculo posterior del muslo izquierdo sea más apropiado?
Será que cada vez soy más asocial, o más desagradable o más quisquillosa... Pero es que me repatean ese tipo de situaciones en las que una se ve abocada a colocarse la sonrisa en la boca de manera permanente, máxime, cuando ese comportamiento no entraba dentro de lo previsible. No sé, quizás si hubiese acudido a una terapia de grupo, o me hubiese inscrito en un cursillo de técnicas para mejorar mis relaciones sociales...
En resumen: que no me gustó nada verme rodeada de una treintena de personas, dándose besitos y abrazos entre sí, sin venir a cuento. Que lo de la abrazoterapia está muy bien si los brazos que te rodean son los de alguien a quien estimas ya sea amigo, familiar o pareja-, pero es una soberana estupidez cuando no te une ningún lazo de afecto con la persona en cuestión. Es más, provoca el efecto contrario al pretendido al menos en mí-: una acaba sintiendo que le están invadiendo su espacio vital, y eso no mola nada, nada, nada.
8 comentarios
BAmbolia -
No le di ningún abrazo a mozo alguno, tranqui, ;-P
A destacar de toda esta historia: la sensación de inadaptación que se te queda en el cuerpo, como si realmente fuese verdad que no eres lo suficientemente expresiva como para darle calor a un extraño... y no sé, en un momento determinado, ante una catástrofe, ante un dolor ajeno que te está llegando, pues sí, pero... sin motivos, por el mero hecho de decir "démonos cariñitos los unos a los otros", pos como que no me da la gana.
Odalys -
A lo mejor lo de "derrotada" es por estar fuera de ambiente pero nada de derrota, es mejor ser oveja negra, al menos eres tú mismita en medio de tantas iguales que no se distinguen.
Cuando he ido a una iglesia y llega la parte de "dar y recibir la paz" o algo así, me gusta darle la mano a las personas que están cerca, me parece un símbolo pero de ahí a besuquear a todos, que no, tía! Animo pelusita :)
Aber -
Bambolia -
Bambolia -
Mi resfriado se va a convertir en crónico, al paso que va la burra...
A mí me superan estas cosas, sobre todo, porque tengo lo vivo como una encerrona, me reboto y me coloco a la defensiva, con lo que me puedo a poner muy desagradable, o lo que es peor y más gravoso: seguir el juego, dejarme sobar, y hacer mucha mala leche, para que nadie se sienta ofendido.
Porque, además de lo desagradable que puede resultar ese buen rollito de "qué chachi piruli es todo, qué bonito es el amor, qué poquito nos queremos, vamos a querernos todos a mogollón", si te muestras renuente, eres una inadaptada, un producto de esta insesible sociedad de consumo... y me jode que se confundan las churras con las merinas, porque lo que ocurre es que yo no quiero abrazar a quien no conozco, no quiero darle achuchones primorosos a la señora que me vende las aspirinas en la farmacia y que al llegar a la puerta de la sala de yoga ha hecho como que no me conoce... que no, joder, que no. Que los abrazos, los cariños, los gestos de afecto son importantísimos, y por extensión, el acto de practicarlos, ha de estar rodeado de mucha importancia.
Gru, te juro que lo pasé francamente mal, con los brazos colgados a los lados, fuera del círculo, no atreviéndome a acercarme a nadie, y mirando como simple espectadora. Y lo que más me jodió fue esa sensación de derrotada, de rara, de intratable que me invadió cuando nos sentamos. La ovejita negra, lo dicho.
Odalys -
Por cierto, justo ayer hablaban de esta "abrazoterapia" entre personas y vacas y lo bien que les sentaba a ambos y hay técnicas y todo. Yo es que creo que se aburren y necesitan decirnos cómo hacer lo que ya sabemos, pero dejarlo por escrito, en acta y con tomo y folio... libertad! :))
Gru -
Ana* -
Yo también detesto absolutamente este tipo de situaciones y cuando me huelo que me han "cazado" en una de éstas huyo como la peste. Porque para verme yo en una de éstas tienen que haberme cazado o engañado, una de dos. Si yo te contara...