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De espaldas

Vacío

vacío

Dos dedos

y dos días

se ataron

las manos

viciadas

de azul

para arrancar

los tallos

sin saber

de la sequía

ni conocer

que después

no habría

miel.

Un latido

y un olor

cosieron

margaritas

a mi espalda

para beber

del sudor

de una noche

sin saber

de la desdicha

ni conocer

que después

no habría

incienso.


La Nada

y yo

caminamos

ahora

sin distancias.

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