Corrientes
El vivir en una casa que tiene más de cuarenta años tiene sus desventajas. Sobre todo, si en esos cuarenta años, no se ha realizado casi ninguna mejora en las condiciones de habitabilidad -joer, cómo se nota que llevo dos días leyendo exposiciones de motivos de leyes; doy puritita pena-. O sea, tanta perogrullada para venir a decir que las ventanas son de madera, están desencajadas y que, a pesar de que tengo línea directa con una empresa suministradora de tiras de aislante térmico, el aire, en un día como hoy, entra y sale y entra y sale y entra y sale, sin pedir permiso. Ya. Lo dejo. He de aprender a simplicar: estoy en medio de una puta corriente que me está dejando jodias la oreja, el oido y la mandíbula izquierda -lo de la mandíbula es ya perenne; una contractura a perpetuidad-. ¡Dios, parezco un loro!
He descubierto hoy la bitácora La Biblioteca de Babel y sí, engancha. Además, bastante. La entrada sobre el regalo de Navidad no tiene desperdicio, y la foto es un monumento a la estridencia en grado superlativo.
He descubierto hoy la bitácora La Biblioteca de Babel y sí, engancha. Además, bastante. La entrada sobre el regalo de Navidad no tiene desperdicio, y la foto es un monumento a la estridencia en grado superlativo.
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