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De espaldas

Planta 4ª

planta 4ª

La vi el sábado por la tarde. En el auditorio-teatro de Xiri. Pantalla grande por dos euros. Vale la pena, como siempre. No hacen películas de relumbrón, porque este tipo de proyecciones están dirigidas al público más pequeño -y a sus padres, claro- y son cosas del tipo "La maldición de la perla negra" -me lo pasé pipa- y similares. Pero me recuerda un poco a los fines de semana de hace casi treinta años...

A lo que iba, la película de Mercero. Me decepcionó. Es muy difícil no caer en el sentimentalismo barato hablando de algo tan duro como el cáncer y además, sufrido éste por niños/adolescentes, y resulta loable que la intencionalidad de esta cinta sea ésa -lo que suele ocurrir con la teoría, que no pasa de ahí-: no caer en el sentimentalismo. Pero poco más.

En realidad no se ceba en el pasteleo melodramático, pero es tan evidente que el director ha querido huir del amarillismo morboso que se ha pasado cuatro pueblos con las situaciones cómicas que recrea para hacer la historia más cercana. El sentido del humor empieza por uno mismo, pero estos niños no saben reirse. Lo hacen francamente mal, como el caso de Juan José Ballesta. Hacía tiempo que no veía cuán evidente era la importancia de un buen director a la hora de valorar la calidad del trabajo de un actor: parece mentira que sea el mismo niño que se dio a conocer con la magnífica película El Bola. En aquella ocasión, Achero Mañas exprimía, sin forzar la cuerda, toda la esencia y naturalidad de este aprendiz de actor. En ésta, Mercero se ha cargado la espontaneidad y le ha insuflado dosis de chulería, estupidez y dramatismo a destiempo hasta decir basta.

La historia hace aguas por todas partes: cuatro niños, que luego acaban siendo tres, porque el cuarto protagonista es sustituido por otro que no es pelón -los pelones es el mote que reciben los cuatro enfermos en el centro médico; les han aplicado quimioterapia y de ahí su aspecto-, que están en una planta de un hospital, en concreto, la de traumatologia. Todos ellos tienen cáncer de hueso. En resumidas cuentas, tratan de mostrarnos lo duro que resulta para un niño el estar en un lugar como ése y lo que hacen para olvidarse de sus circunstancias personales. Esa es la pretensión, claro. El resultado no es más que una concatenación de situaciones más o menos graciosas que vienen provocadas por las "golferías" de los adolescentes en sus correrías nocturnas. Algunas de ellas son increíbles, sobre todo, para la gente que conoce cómo funciona un gran hospital -la de la entrada a la sección de Rayos X es absurda, y la que hacen al laboratorio... ésa no tiene nombre... en un hospital de esa envergadura, el laboratorio está abierto las 24 horas del día-.

Y el cameo de Estopa... eso es más de lo mismo: asegurarse que la película va a ser vista por el elevadísimo número de seguidores de este grupo que canta como si realmente sus neuronas fuesen el deshecho de tejido que les da nombre.

Intrascendente, insustancial, previsible. Deja la sensación de esas cosas que suceden y que cuando pasan, siempre piensas que podían haber sido mucbo mejores. El especialista de La Butaca le perdona los numerosos defectos y cae rendido ante la historia, pero a mí me da la impresión de que se deja llevar por lo que le hubiera gustado ver y no por lo visto realmente. La historia podría haber dado mucho juego, pero no pasa de ser una recopilación de anécdotas y trastadas de adolescentes, que se salpican, de cuando en cuando, con preguntas del tipo "¿por qué ellos sí y nosotros no?".

Un último apunte: si bien Juan José Ballesta resulta poco creíble en algunas escenas -de verdad que en dos de ellas hasta me impresionó la vacuidad de los gestos y la poca credibilidad de lo expresado-, sería desproporcionado decir que no lo hace bien: salvo cuatro o cinco tropiezos, el papel lo borda. Pero claro... es un papel estereotipado y carente de hondura. No hace falta decir que de eso él no tiene la culpa. Luis Ángel Priego (Izan) y Gorka Moreno (Dani) están a la altura, que ya es mucho. La mirada de Izan salva algunas secuencias tipo Garci, todo un logro.

2 comentarios

Bambi -

A mi parecer, ése es uno de los fallos más gordos: o no se han documentado -lo que me parece extraño, siendo que la acción se desarrolla entre las paredes de un centro hospitalario- o han obviado algo básico en una película: no es necesario que una historia sea verídica, sino que ha de parecerlo. Y con meteduras de pata de ese tipo, la historia se tambalea. Una de las proezas que realizan los chavales es entrar en el laboratorio para hacerse con los resultados de la biopsia que le han practicado a uno de ellos. Y el laboratorio está cerrado. Eso sí, con las llaves muy a mano...
Y por supuesto, incluye escena de masturbación colectiva. Digo yo que será porque en una película de adolescentes que se precie ha de incluirse algo similar, por aquello de quitarnos de encima las lacras franquistas y eclesiásticas... aunque lograda está, eso sin duda. Lloré y todo de la risa con ella.

Cini -

No la he visto, así que no puedo decir nada, tan sólo que los laboratorios de análisis clínicos están abiertos las 24 horas en cualquier hospital y en cualquier clínica que tenga pacientes ingresados o servicio de urgencias. Siempre hay alguien de guardia. Lo sé porque trabajé en uno de una clínica privada de Madrid. Y tienes toda la razón al decir que eso no se sustenta.