De naranjos, Porcelanosa y antiguos festeos
El sábado por la tarde me subí a un tren. En realidad, a dos. El primero, un cercanías o rodalies, como les llaman por aquí. El otro era para hacer un trayecto un poco más largo.
A medida que salía de Valencia pude ver qué poca huerta queda: los campos de alcachofas, de ajos tiernos, de lechugas, de col lombarda... Las viviendas -que no las barracas-, engrandecidas a medida que las familias aumentaban... Me gusta mucho la imagen de ese tejido agrícola. Manchas de verde con puntitos de casas como cajas de zapatos, alargadas, de dos alturas, salpicando aquí y allá las extensiones de regadío.
Y los naranjos. Verde y verde y verde. Aún quedan. Sí. Las fauces glotonas de Rita Barberá no llegan hasta tan lejos: quedan fuera de su demarcación territorial. Ella sólo es culpable de arrancar las patatas y sembrar pilares de edificios en la capital del Reino. Nada más lejos de la barbarie.
Mientras el tren avanzaba vi, a lo lejos, los rojos intensos de las tierras arcillosas con las que elaboran las baldosas, los azulejos, el moderno gres. Y vi también a la Sra. de Ferrero Rocher -en realidad no la vi, tan solo tuve que imaginarla- saludándome desde el portentoso letrero que da cabida a ese nombre comercial que mal emplea la delicadeza de la porcelana para identificar en una sola palabra uno de los mayores deseos del español medio de los 80-90: reformar su vivienda para poseer un suelo refulgente y cristalino. Seguía habiendo naranjos. Me acompañaron durante casi todo el viaje. Como hilillos, pasando casi desapercibidos, los caminos rurales que bordean las plantaciones, rompían de cuando en cuando la sábana verde. Y entonces caí en la cuenta de que en algunos cruces, destacaban, por encima del nivel de los frutales, los triángulos de los ceda el paso. A partir de ese momento, me fijé y había más señales de tráfico; bastantes más de las que, a priori, cabe imaginar en un puzzle agrícola. El paisaje cambia, pensé. Nada nuevo, por otra parte. A pesar de esa aceptación tácita y casi desganada de un tópico de tal envergadura, acabé dándole vueltas a cómo sería aquella zona cuando no se necesitaban esas señales para andar con los carros, entre los caminos.
Me imaginé a los llauros -llauradors, labradores- con sus carretas, haciendo uno de aquellos caminos, un domingo por la mañana para llegar hasta el pueblo más cercano para festear con la novia. Serían paseos concurridos, seguro. Mujeres esperando a sus hombres, recatadas, arregladas para ir a misa. Acompañadas de la madre y con derecho a llevar a su hombre al lado. Entonces me percaté de que, aunque las señales habían salpicado de rojo, blanco y gris algunas intersecciones y habían modificado el aspecto de la huerta, las palabras seguían vigentes. Algunas al menos: festear. O será que me hago mayor y permanece en mi vocabulario particular como una reliquia a conservar.
La fotografía es de la Sierra de Calderona, que está situada cerca de Sagunto, justo antes de llegar. Desde mi antiguo puesto de trabajo en esta misma planta, la tenía como vista general: eso sí, a 20 kilómetros de distancia.
19 comentarios
Bambolia -
Sí que se emplean en los pueblos, sí. Y sobre todo por gente mayor. Con el tiempo caerán en desuso, sobre todo, porque la acción, idea, hecho o circunstancia a la que dan nombre ya no será una práctica habitual.
marcinkus -
Sci Lla -
También me topé con una palabra curiosa: "pernil" también se usa en castellano, aplicado en su sentido más general a la pierna del animal y más concretamente a la del cerdo. Es de sentido común si pensamos en cuántos adjetivos tenemos acabados en -il que indican relación con o pertenencia a algo. No sé si el adjetivo pasó luego a sustantivo o "pernil" adquirió el sufijo como diminutivo y siguió en su condición de sustantivo.
Bambolia -
Entre festeos, camales, barrenas y otras lindezas, vamos aviados, :-)
demasie -
Bambolia -
barrena.
(De or. inc.; cf. lat. veruina).
1. f. Instrumento de acero con una rosca en espiral en su punta y una manija en el extremo opuesto, que sirve para taladrar o hacer agujeros en madera, metal, piedra u otro cuerpo duro. Hay otras sin manija, que se usan con berbiquí.
RAE
O sea que un pantalón con la pernera girada hacia atrás, sí que podría decirse que está barrenado porque la foma que adopta la prenda es similar al inicio de una espiral.
Gracias por el apunte, es otra de las palabras en las que no hubiese caido, de tan habitual que es...
Bambolia -
historias -
Bambolia -
Lo de dar la mano es curioso: te doy la mano, pero realmente no te la doy. ¿El culo también se da pero no se da? ¿Sólo se presta? ¿Se enseña acaso?
Ufff, niña, el paseo con Zas te ha sentao malamente.
Sci Lla -
Bambi -
Bambolia -
Historias, las abuelas nunca quieren separarse de sus nietos, y un buen mozo, templau , recio y de fiar, sólo se puede encontrar en la zona en la que se vive, :-) -lo que hacían antes las referencias... -
Vaya... el sábado fui dándole vueltas al asunto y me acordé de que "festear" no sólo se emplea en la zona de Valencia. Por la Sierra de Gúdar y el Maestrazgo -Els Ports no lo sé- bajando hacia la costa también se emplea.
En la RAE sí que aparece; algo es algo. Porque una acaba dudando, a veces, de si está empleando catalanismos sin ser consciente de ello -por aquello de que "fiesta" en valenciano/catalán es "festa"-.
Un día comencé a hacer una lista de palabras que empleaba habitualmente en castellano -el valenciano lo uso poco- sin haber caido en la cuenta de que eran de todo menos castellano.
He de buscarla, tengo ganas de reirme un rato.
historias -
Oz-ico -
Bambolia -
Me refiero a que tú sí que has oido la palabra festear y hasta seguro que la has empleado en más de una ocasión.
En cuanto a la preguntita:
no sabe/no contesta
Manolita la Fantástica -
S. ¿Festeas o no festeas?jajaja
Bambolia -
Aqú ya no queda casi y encima ahora con la movida de la puñetera Copa de América, toda la zona de La Punta -pedanía de Vcia- va a desaparecer comida por la ampliación del puerto. Asquito, de verdad.
Oz asiente -
Oz puntualiza -