Casi me da un patatús de la impresión
Hasta me he semi-recuperado de mi complejo de palo de escoba...
Situación: silloncejo con el respaldo en la zona media -en realidad es la butaca de la playa, con la funda acolchada para hacerla más cómoda-; piernas estiradas apoyadas encima del diván; almohadilla eléctrica en el cuello para ver si el palo se relaja un poco y pilla algo más de curvatura; mando de la tele en la mano; seis y pico de la tarde; telecinco con A tu lado; Antena3 con Sabor a ti; La Primera con una telenovela y La 2 con un programa para niños. Entre salto y salto de cadena, Antena3 está dedicando su apartado de testimonios de la vida misma mismamente misma y propia de los mismos que andan por la calle, a las madres, que como el domingo es el día de las susodichas ¿para qué vamos a ser originales, si total, para llorar hace falta poco? y claro, como la cosa tiene su aquél, pues dejo descansar el mando y me quedo viendo lo que siente una madre que tuvo a su hija muy joven y lo uqe la hija joven siente por la madre que ya no es tan joven. Entra una llamada de estas de "pensado y hecho, yo también tengo una historia que contar": una señora que dice que acaba de cumplir los 60 años. Antes se presenta y me digo "mira, como mi madrina". Y después de decir su nombre, la mujer sigue contando cómo su madre murió a los dos días de nacer ella, y cómo la crío un ama de leche -a estas alturas de la película, aquí la menda ya tenía el teléfono en la mano para llamar a mi madre porque la madrina de una no sale todos los días en la tele, aunque sólo sea por unos altavoces-.
Pues eso, que eso de que en dos minutos, si llega, tu madrina cuente en la tele lo mucho que quiso a su madrasta, lo inmensa suerte que tuvo su padre al volver a casarse y que su mujer la quisiese tanto a ella, me ha dejado el cuerpo un poco más raro de lo que ya lo tengo hoy: de repente, me han venido a la cabeza imágenes de su padre, de la que luego fue su madre, de cuando yo era niña y me llevaban a verlos a su casa de la huerta... ¡qué cosas, y yo contándolo aquí! ¡Es que ya no sé qué es el pudor ni ná de ná! ¡He perdio la vergüensaaa, pol Dios y todos los Santos -incluido San Alejandro Magno-!
Situación: silloncejo con el respaldo en la zona media -en realidad es la butaca de la playa, con la funda acolchada para hacerla más cómoda-; piernas estiradas apoyadas encima del diván; almohadilla eléctrica en el cuello para ver si el palo se relaja un poco y pilla algo más de curvatura; mando de la tele en la mano; seis y pico de la tarde; telecinco con A tu lado; Antena3 con Sabor a ti; La Primera con una telenovela y La 2 con un programa para niños. Entre salto y salto de cadena, Antena3 está dedicando su apartado de testimonios de la vida misma mismamente misma y propia de los mismos que andan por la calle, a las madres, que como el domingo es el día de las susodichas ¿para qué vamos a ser originales, si total, para llorar hace falta poco? y claro, como la cosa tiene su aquél, pues dejo descansar el mando y me quedo viendo lo que siente una madre que tuvo a su hija muy joven y lo uqe la hija joven siente por la madre que ya no es tan joven. Entra una llamada de estas de "pensado y hecho, yo también tengo una historia que contar": una señora que dice que acaba de cumplir los 60 años. Antes se presenta y me digo "mira, como mi madrina". Y después de decir su nombre, la mujer sigue contando cómo su madre murió a los dos días de nacer ella, y cómo la crío un ama de leche -a estas alturas de la película, aquí la menda ya tenía el teléfono en la mano para llamar a mi madre porque la madrina de una no sale todos los días en la tele, aunque sólo sea por unos altavoces-.
Pues eso, que eso de que en dos minutos, si llega, tu madrina cuente en la tele lo mucho que quiso a su madrasta, lo inmensa suerte que tuvo su padre al volver a casarse y que su mujer la quisiese tanto a ella, me ha dejado el cuerpo un poco más raro de lo que ya lo tengo hoy: de repente, me han venido a la cabeza imágenes de su padre, de la que luego fue su madre, de cuando yo era niña y me llevaban a verlos a su casa de la huerta... ¡qué cosas, y yo contándolo aquí! ¡Es que ya no sé qué es el pudor ni ná de ná! ¡He perdio la vergüensaaa, pol Dios y todos los Santos -incluido San Alejandro Magno-!
6 comentarios
Bambolia -
eMe, muy fuerte lo de la bibliotecaria... Lo de ser ignorante o no, me da la impresión de que no es muy relevante -al menos, no demasiado-: conozco gente que cree en el poder de las cartas adivinatorias y esas zarandajas y en alguna ocasión he ido de acompañante a videntes... que es que hasta me da yu-yu recordarlo. A una de mis amigas le dijeron que no iba a poder tener hijos y se pilló un berrinche de los que hacen época, porque se acababa de casar y estaba muy ilusionada. Ahora tiene dos niños... ya ves...
Esstupenda -
eMe -
Fri -
Fuerte lo que cuentas de tu compañera. Yo he conocido a reencarnados de esos, pero eran más modestos y no tenían marcas. Eso me parece de lo más.
Y sí, las sectas son muy peligrosas porque además captan adeptos en los momentos en los que una persona se encuentra baja de ánimo y necesita un consuelo, creer en lo que sea.
Yo recuerdo hace años, que mi madre tuvo una operación y estaba sola en casa porque yo había ido a un concierto. Pero estaba bien, tan sólo que no podía moverse mucho por los puntos. Y llamaron los testis de Jehová y abrió. Cuando supieron que estaba sola se querían quedar a acompañarla hasta que yo volviera, en plan buenas personas y eso, dándole la coña. Los echó, claro, con simpatía porque ella era muy simpática. Y al cabo de unos días volvieron otra vez a ver como estaba.
Un método que usan es el de vistar a las personas que están solas o han perdido recientemente a un ser querido, porque se encuentran en un estado más fragil. En Holanda denunciaron que los testis identificaban a los familiares de personas fallecidas por las esquelas en los periódicos y se iban a "consolarlos".
Bambolia -
Me estaba acordando de una compañera de trabajo a la que le perdí la pista durante casi tres años. La última vez que la vi -en persona-, se presentó en mi casa una tarde de domingo, sin avisar. Se pasó dos horas contándome cómo había cambiado su vida desde que se dio cuenta de que tenía poderes y de que era capaz de curar a la gente. Me explicó que la habían hipnotizado y que pudo retrotaerse a una de sus vidas anteriores: había sido, nada más y nada menos, que Ana Bolena. Incluso me explicó, con todo lujo de detalles, cómo le fueron apareciendo las marcas en el cuello de cuando le cortaron la cabeza de golpe.
Después de aquel memorable día no volví a saber de ella, ni tan siquiera por referencia, hasta que una noche, mientras leía una revista en casa de mis padres antes de cenar, oí hablar a una invitada de un programa de Julián Lago -no recuerdo el nombre, algo de misterios-. Inmediatamente, abandoné la mecedora, me senté frente a la televisión y la vi allí, ocultándose tras unas gafas de sol negras y una peluca rubia: estaba contando que durante tres años había pertenecido a una secta y que en esos momentos se escondía de ellos porque la perseguían y querían matarla.
Mi madre -estuvo memorable en esta ocasión- me puso la mano en el hombro y dijo: "¡ya ves! lo que hace el tener poderes... recuperó la cabeza de Ana Bolena y perdió la suya".
Lo cierto es que eso sí que es un problema serio... me refiero a lo de las sectas.
Fri -