Del vértigo de las coincidencias
O del Vértigo, a secas y en mayúsculas. O de las coincidencias y el vértigo, sin dependencias, equiparando.
"...Yo quería ser pintora y descubrí a destiempo que no tenía talento sficiente. Esas cosas siempre se descubren a destiempo, sólo se descubren a destiempo, y no dejan espacio libre para descubrir ninguna otra cosa. Cuando renuncié, ni siquiera tenía veintidós años, pero hicieron falta muchos más para que lograra volver a sentirme tan vieja como en aquel momento.
...Yo no lo entendía, no lo podía entender, y tampoco era capaz de relacionar la suya con mi propia torpeza, esa incapacidad para la aritmética, por ejemplo, que me dejaba en blanco ante una división con decimales, porque las divisiones con decimales no existen, no tienen ninguna relación con el mundo de las cosas verdaderas, las que se pueden ver, las que se pueden tocar, las que se pueden contar. Nadie ha visto jamás una coma con decimales flotando en el aire, pero las manzanas están ahí, las acariciamos, las olemos, las tocamos, nos las comemos todos los días, y por eso es imposible no saber dibujarlas. Porque dibujar una cosa es conocerla, y todas las cosas que se conocen se pueden, se deben dibujar."
"Castillos de cartón" de Almudena Grandes
He llegado a casa a las tres y media. Con prisas. He comido, también con prisas. Y cuando salía por la puerta, a las cuatro menos diez de la tarde, para acudir a una cita a sabiendas de que iba a tener que esperar durante largo rato, he recordado que no llevaba ninguna novela en el bolso. Anoche acabé "El cadáver fugitivo", una policiaca, de éstas a las que me he hecho tan aficionada últimamente. He vuelto sobre mis pasos y ya delante de la cómoda sobre la que dejo las últimas adquisiciones literarias, he elegido un libro. Casi, casi, al azar: no he mirado ni el autor ni el título pero sí su grosor. Me he llevado el más delgado. Manías que tiene una...
Las casualidades son eso, casualidades. Coincidencias, no más. Pero si se mezclan con una cerveza en un lugar no frecuentado habitualmente, puede que sigan siendo casualidades. Si además se le añade pintura, óleo, lienzos, cuadros, modelos, cava, más pintura, más cava y un poco de desconcierto, las casualidades siguen siendo eso, casualidades. Aunque se le sumen líneas para hacer equilibrios y horas de madrugada para borrarlas, las casualidades seguirán siendo eso, casualidades. Lo que no es casualidad es el vértigo.
Me asomé al precipicio, pero no me ha dado tiempo a saber qué hubiera pasado. La sensación sigue, pero la casualidad está camino de Sao Paulo. La coincidencia tiene título: "Castillos de cartón".
"...Yo quería ser pintora y descubrí a destiempo que no tenía talento sficiente. Esas cosas siempre se descubren a destiempo, sólo se descubren a destiempo, y no dejan espacio libre para descubrir ninguna otra cosa. Cuando renuncié, ni siquiera tenía veintidós años, pero hicieron falta muchos más para que lograra volver a sentirme tan vieja como en aquel momento.
...Yo no lo entendía, no lo podía entender, y tampoco era capaz de relacionar la suya con mi propia torpeza, esa incapacidad para la aritmética, por ejemplo, que me dejaba en blanco ante una división con decimales, porque las divisiones con decimales no existen, no tienen ninguna relación con el mundo de las cosas verdaderas, las que se pueden ver, las que se pueden tocar, las que se pueden contar. Nadie ha visto jamás una coma con decimales flotando en el aire, pero las manzanas están ahí, las acariciamos, las olemos, las tocamos, nos las comemos todos los días, y por eso es imposible no saber dibujarlas. Porque dibujar una cosa es conocerla, y todas las cosas que se conocen se pueden, se deben dibujar."
"Castillos de cartón" de Almudena Grandes
He llegado a casa a las tres y media. Con prisas. He comido, también con prisas. Y cuando salía por la puerta, a las cuatro menos diez de la tarde, para acudir a una cita a sabiendas de que iba a tener que esperar durante largo rato, he recordado que no llevaba ninguna novela en el bolso. Anoche acabé "El cadáver fugitivo", una policiaca, de éstas a las que me he hecho tan aficionada últimamente. He vuelto sobre mis pasos y ya delante de la cómoda sobre la que dejo las últimas adquisiciones literarias, he elegido un libro. Casi, casi, al azar: no he mirado ni el autor ni el título pero sí su grosor. Me he llevado el más delgado. Manías que tiene una...
Las casualidades son eso, casualidades. Coincidencias, no más. Pero si se mezclan con una cerveza en un lugar no frecuentado habitualmente, puede que sigan siendo casualidades. Si además se le añade pintura, óleo, lienzos, cuadros, modelos, cava, más pintura, más cava y un poco de desconcierto, las casualidades siguen siendo eso, casualidades. Aunque se le sumen líneas para hacer equilibrios y horas de madrugada para borrarlas, las casualidades seguirán siendo eso, casualidades. Lo que no es casualidad es el vértigo.
Me asomé al precipicio, pero no me ha dado tiempo a saber qué hubiera pasado. La sensación sigue, pero la casualidad está camino de Sao Paulo. La coincidencia tiene título: "Castillos de cartón".
2 comentarios
Bambolia -
También suelo idenficarme bastante con Almudena Grandes, sobre todo, con esa visión que tiene del mundo carente de moralina y tapujos: me atrae esa capacidad para desbrozar el grano de la paja... y eliminar el poso de culpalbilidad que los bienpensantes han ido añadiéndole a las emociones, a los pensamientos, a las acciones...
Ericillo al ataqueeeeeeee! -
Almudena: a veces, me gusta lo que dice, porque me identifico bastante con lo que dice; son formas de coincidir también.
;)a pasarlo bien estos días con el airecillo fresco del pueblo.