La ausencia de los presentes
Alguna vez.
En el agosto tardío.
Una tierra árida.
En la retina del fotógrafo ambulante.
Un solo día.
Un calcetín remendado.
La camisa ultrajada por el viento.
Un río oculto.
Pesan las albardas.
La bestia no conoce otro rumbo.
Las tardes de tormenta
albergan temores ancestrales.
El calor humea en las cuadras.
Contra todo pronóstico.
El ajuar nunca llegó a estrenarse.
El camisón de lorzas amarilleó.
La ausencia fue solemne
aún antes de existir.
Hasta las lágrimas no estaban.
Perdieron el tren del futuro.
Un desafío demasiado extravagante.
El pozo se quedó sin agua.
Rompiendo la tregua, sin cortar las ataduras.
Llevan décadas recluidos.
En epitafios de viuda ennegrecida.
En cartas con renglones de a doce la cuartilla.
En pensamientos de hermanos exiliados.
En una imagen de duro gris y blanco.
Los ausentes me miraron ayer sin conocerme.
Sintieron cuando yo no era.
Todos marcharon menos uno.
No tardará tampoco en ser pasado.
Para mí fueron presente.
[Escribí este poema en enero de 2002, mirando la foto que encabeza la entrada, de un tirón. En apenas diez minutos. Lo publiqué -si a darlo a conocer a través de internet se le puede llamar así- en el foro Pregúntale a Satán; un lugar escondido y cómodo con un nombre bastante ajeno a lo que allí se podía leer. Me abordó la melancolía, sin avisar, y la dejé escapar como mejor supe. No he modificado nada -salvo un verso que he eliminado-, a pesar de que ahora suprimiría muchas cosas.
Lo de siempre: la vergüenza, el pudor, y esa idea cada vez más presente de que es necesario aceptar que la genialidad es cosa de otros; sobre todo, de esos otros que se empeñan en machacarnos al resto recordándonos que somos mediocres, como si con ello nos estuvieran condenando al infierno. Seguramente, si supiesen que para mí, salvo raras excepciones, el ser mediocre no es una lacra, creo que mi vida sería un poco más sencilla]
10 comentarios
Bambolia -
Complejo, sobre todo, porque encontrar el equilibrio es harto difícil, al menos a mí se me hace muy cuesta arriba. Me provoca resquemor, mala leche, ganas de gritar y de mandar al carajo a los que siempre vienen con consejos para enderezar mi vida, dando por hecho que no estoy manejándola bien. Ayer me acordé de una peli francesa, protagonizada por Sergi López, "Harry, un amigo que os quiere", que retrata perfectamente, llevando la situación de los que tanto se preocupan por la vida de los demás al extremo.
En cuanto a lo de escribir, siempre he sido muy insegura en ese aspecto. Bastante más de lo que pueda parecer.
Lía -
Yo al tiempo he aprendido a vivir con mis múltiples inseguridades, incluso a gustarme razonablemente. A veces sigue pesando esa sensación de que podía ser y no...que esperaban de mí y sin embargo...y me invade la angustia, como si esa decepción que a veces quiero ver sobre mí desde los ojos de los demás no deja de ser la mía misma.
Pero al tiempo he aprendido a quererme, y a no exigirme, a dar sin esperar la aprobación ni el aplauso, sencillamente busco el estar bien conmigo. Y no es fácil, no...pero en ello sigo, y no me castigo, a veces incluso hasta me premio.
A mí me gusta como escribes, y bien, mi opinión también es mediocre, pero cuando alguien escribe siempre es con el vago deseo de quien lo lea lo disfrute. Se suele hacer pensando que sirve solo de consuelo personal, pero aunque se haga de manera disfrazada se quiere transmitir algo que nos fluye ...y a mí me ha llegado.
Y me lo transmites en verso y en prosa.
¿Y sabes?...yo creo que las palabras son como las casas. No son solo para exponerlas. Tienen que estar llenas de vida...Y las tuyas la tienen (y brillan...).
Un beso,
Bambo -
Bambolia -
Lo de publicar poemas ya es algo que también he contado algunas veces aquí: la idea de crear esta bitácora surgió con la pretensión de tener un lugar en el que recoger todo lo que desde a finales del año 2000 comencé a escribir, casi de forma compulsiva. Ésa fue la primera idea, pero la dejé más o menos de lado porque, una vez puesta en el asunto, y a medida que iba leyendo, no era capaz de rescatar casi nada. Todo me parecía horroroso, malo, nefasto. Hasta hace poquito que me convencí de que ya estaba bien de tirarme piedras a mi propio tejado -no lo he conseguido del todo, cuando me reitero en las explicaciones- y que todo se reduce a dejar de ser tan puñeteramente exigente para mis cosas.
La foto, Sinfo, es de finales de los años 20. La señora es mi abuela paterna, y aunque parezca mentira, los demás son sus hermanos. El más pequeño es el único que vive todavía y el que, en el momento en el que escribí el poema, estaba tan malito que parecía que se iba de un momento a otro. El más mayor desapareció en la guerra. Dicen que se fue con los maquis. Nunca lo sabré con certeza, porque en casa el silencio sigue pesando -los que quedan no hablan; no quieren contar; siempre me ha sorprendido... aunque si bien lo pienso, es normal: demasiado miedo metido en el cuerpo durante muchos años-.
Por lo que sé, la foto se la hicieron un verano, en la era del Mas de los Clerios, después de trillar.
Bambolia -
Lo de la mediocridad es más o menos lo de siempre -soy reiterativa en este asunto, lo sé; pero es algo que no llevo demasiado bien...-: gente alrededor que, de una u otra forma, se creen con la autoridad o confianza suficiente como para decirme que mi vida no tiene interés sino "lucho", "me esfuerzo", y "dejo de perder el tiempo" con cosas que no me aportan nada -lo de internet sería un buenísimo ejemplo-. Y sinceramnte, estoy hasta los mismisimos ovarios de esas intromisiones en mi vida; de esos "me vas a permitir que te diga que...". Parece que como estoy sola -al menos vivo sola, :-D-, no tengo hijos y llevo diez años de interina, padezco todos los síntomas de la "inestabilidad emocional/social" -siempre desde el punto de vista de los bienpensantes- y por tanto, necesito que me marquen directrices desde fuera, porque se ve que yo solita, no soy capaz de manejarme con mi propia vida. Digo yo que es que se me queda grande... Y lo que más me repatea de todo es esa insistencia en que he de ser alguien en la vida, como si no lo fuera ya: soy Salomé, yo misma, mismamente, con mi mismidad a cuestas. Alguien, punto. Y con eso es más que suficiente. Se acabó.
Ana* -
Y me has recordado algo en lo que siempre pienso cuando me hablan o leo sobre "los grandes" de una época. ¿A cuántos (y cuántas), igual de buenos o más, de los que según mi particular criterio hubiera disfrutado, no conocemos porque la crítica no tuvo a bien reservarles un pedestal?
Yo no soy capaz de escribir un poema en 10 minutos, y mucho menos como este.
Y acabo de recordar algo más que ejemplifica lo que estoy diciendo. Uno de los libros que he leído de cabo a rabo con el corazón en un puño, que me ha emocionado a rabiar, es "La voz dormida", de Dulce Chacón. Pues bien, la crítica de "El País" ponía esta novela a parir. Paso de la mayoría de los críticos, la verdad. (Esto último no sé si viene muy a cuento, pero qué a gusto me he quedado)
Bielka repetida -
Bielka -
A mí siempre me ha gustado mucho tu poesía, Bambo, y yo no me planteo cuestiones de mediocridades o no. Me gusta o no me gusta, pero no catalogo a la gente de genios o mediocres. Lo de las genialides, de todas formas, ya cuando sale alguien con un talento excepcionalísimo etc. es muy relativo, ya que en que esa persona tenga éxito o sea recordada influyen muchos otros factores, y no sólo su talento, sino las circunstancias. Y en este siglo to quisqui se cree genio o quiere llegar a serlo porque es la única forma de ser "eterno", por lo que busca , de la forma que sea, demostrar que es un genio, en una carrera de obstáculos a la genialidad que tiene mucho de artificiosa y poco natural. A mí, la genialidad de la conversación diaria, del día a día agradable, sin pretensiones, con sencillez, con amabilidad, con ganas de pasar una rato con personas con las que te gusta ahablar, aunque sea muy corriente y muy mediocre, me parece, mucho más interesante por el beneficio que yo saco de ello, que adorar a un genio engreído, malhumorado y estúpido.
Por la genialidad de la sencillez mediocre de los días sin pretensiones.
Un beso, Bambo.
Sinfo -
Nunca he tenido muy claro qué es lo que define a un poema como bueno o malo. Si la poesía consiste en evocar sensaciones, tu poesía,para mí, es buena.
Por cierto, esa foto es fantástica.
Sinfo -
Y eso de las comparaciones tiene un valor muy relativo; siempre se puede comparar una comparación.
:-)