Busilis
Hace unos días terminé de leer Muerte en la rectoría, de Michael Innes. En marzo pasado, en los comentarios de una anotación, y como suele ser mi costumbre, me fui por los cerros de Úbeda y acabé hablando de un libro que no había podido finalizar por estar mal editado: se trataba de "¡Hamlet, vengaza!", del mismo autor-en inglés, más extenso- que he citado al principio. Un vistante de esta bitácora, bajo el apodo de "John Appleby" -un inspector nacido de la mano del escritor-, ante mi aparente menosprecio por la novela policiaca, me recordó que Michael Innes era uno de los escritores preferidos de Borges y Bioy Casares. Esta circunstancia despertó mi curiosidad: no es que me guste en exceso Borges, por decirlo de alguna forma... y por aquello de comprobar si al menos comparto gustos con el insigne argentino, busqué la otra novela que había publicado El País -en una de esas denostadas colecciones que se venden con los diarios- para ver de qué iba.
Copio el comienzo del libro, que bajo el epígrafe de "Advertencia" es una irónica y magnífica declaración de intenciones y el primer párrafo del capítulo X, que destila socarronería pura:
Me ha costado leerlo: la trama casi no existe; más bien se trata de una serie de razonamientos, de disquisiciones, engarzados entre sí mediante una ingente cantidad de erudición. Por decirlo de alguna manera, vendría a ser el polo opuesto de lo que hacen los chicos del CSI. Y si a eso se le añade un estilo algo recargado y un amplísimo vocabulario... "Busilis" es un ejemplo. La primera vez que lo leí, deduje su significado por el contexto, y al rato caí en que posiblemente derivase del latín, por la terminación. Según el DRAE:
"busilis.
(Del lat. in diebus illis, mal separado por un ignorante que dijo no entender qué significaba el busillis).
1. m. coloq. Punto en que se estriba la dificultad del asunto de que se trata."
Creo que la "palabreja" -permitidme la expresión- es perfecta para resumir la anotación y para dar una somerísima idea de la novela de M.Innes.
Copio el comienzo del libro, que bajo el epígrafe de "Advertencia" es una irónica y magnífica declaración de intenciones y el primer párrafo del capítulo X, que destila socarronería pura:
Los profesores y académicos de las universidades de Oxford y Cambridge se cuentan, indudablemente, entre los hombres más morales y equilibrados del mundo. No hacen nada indigno, no obran por impulsos, ni actúan con precipitación. Por lo común, los asociamos con la sabiduría, el desinterés, la actitud siempre distraida y las manías inocentes, que los hacen aún más simpáticos. Son -como diría Ben Jhonson- personajes que la comedia reclama para sí; resulta mucho más fácil mostrar su aspecto humorístico que ponerlos en situaciones melodramáticas. Además, carecen de la psicología, un tanto irregular, indispensable en las novelas policiacas, lo cual es una verdadera lástima, ya que el lugar que habitan -el edificio donde enseñan, comen y duermen- proporciona un marco excelente para las artimañas y peculiaridades del "oficio".
Afortunadamente, hay una parcela de suelo inglés en que estos varones sabios y virtuosos sufren una lamentable transformación: allí demuestran todos sus síntomas de irratibilidad, impaciencia, apasoionamiento y dureza de espíritu que allanan el sendero al novelista. Es bien sabido que, cuando el hombre de Oxford o Cambridge no "baja" ni "sube", sino que "cruza enfrente", es decir, cuando va de Oxford a Cambridge, o viceversa, debe atravesar una región particularmente antipática y capaz de turbar la más académica de las almas. Por misteriosa providencia, esa región está situada casi a mitad de camino entre los dos antiguos establecimientos universitarios, junto al inofensivo vecindario de Bletchley.
Los cerebros científicos algo superficiales han señalado, acostumbrados como están a discernir inmediatamente las circunstancias materiales evidentes, las deficiencias económicas del Empalme de Bletchley. Hay que esperar allí tanto tiempo -argumentan- y tan desprovistos de comodidades materiales, que ¿quién no se sentiría un poco nervioso?
Pero todo esto es cosa del pasado; la última vez que pasé por el Empalme parecía un paraíso en miniatura; de cualquier manera, mi estilo literario prefiero las explicaciones de orden metafísico. Prefiero creer que, entre los dos polos de Tebas y Atenas, el éter se conturba y la atmósfera no resulta fresca y transparente, al menos para el erudito.
Así acabé por imaginar que si aquellos estudiantes de Oxford que iniciaron -hace siglos- el cisma hubieran dirigido sus pasos a Bletchley, quizá se hubiera elevado la Universidad o, por lo menos, la Facultad que me hacía falta para esta novela... Quien se moleste en consultar un mapa al llegar al capítulo 10 comprenderá que me basé en esta fantasía. La imaginaria Facultad de San Antonio forma parte de una universidad inexistente. Sus ex alumnos y docentes son igualmente fantásiticos, carecen de toda realidad, y ningún manto de verdad imaginativa, ¡oh severo y crítico lector!, cubre su absoluta desnudez. He aquí un desfile de fantasmas, que se mueven en un escenario puramente especulativo.
.../...
El espíritu conservador se expresa de maenra refinadísima en nuestras universidades. Largos siglos después de la reforma de nuestras instituciones eclesiásticas, las tradiciones y costumbres medievales sobreviven en esos venerables recintos. "Los monjes", como definió a esos eruditos dómines cierto historiador del Imperio Romano, en un rapto de indignación, no suelen adaptarse al ritmo de la moda. Por lo contrario, están adormecidos en un largo paréntesis temporal, como diría cualquier economista. Enseñan disciplinas anticuadas con métodos arcaicos. Nadie ha logrado converncerlos de la necesidad de procurarse a sí mismos, a sus epsosas e hijos, las comodidades de la vida moderna. Verdad es que hace muy poco que descubrieron a las esposas e hijos. Ayer, por decirlo así, descubrieron el baño. Y hoy, a pesar del largo ejemplo dado por sus alumnos, comienzan a descubrir la existencia del automóvil.
Me ha costado leerlo: la trama casi no existe; más bien se trata de una serie de razonamientos, de disquisiciones, engarzados entre sí mediante una ingente cantidad de erudición. Por decirlo de alguna manera, vendría a ser el polo opuesto de lo que hacen los chicos del CSI. Y si a eso se le añade un estilo algo recargado y un amplísimo vocabulario... "Busilis" es un ejemplo. La primera vez que lo leí, deduje su significado por el contexto, y al rato caí en que posiblemente derivase del latín, por la terminación. Según el DRAE:
"busilis.
(Del lat. in diebus illis, mal separado por un ignorante que dijo no entender qué significaba el busillis).
1. m. coloq. Punto en que se estriba la dificultad del asunto de que se trata."
Creo que la "palabreja" -permitidme la expresión- es perfecta para resumir la anotación y para dar una somerísima idea de la novela de M.Innes.
9 comentarios
Philip -
Ana* -
Ana* -
Bambolia -
A este paso, lo de im-presionante vendrá recogido en el DRAE del año 2075...¡es una broma, que conste!!!!
Bambolia -
Me extrañó que, viendo la explicación que la el DRAE, el término hubiese traspasado nuestras fronteras, por decirlo de alguna forma. Y por eso me chocó su empleo, porque no es una palabra muy habitual que digamos...
Delfín -
En este texto que reproduces, sin duda es cosa del traductor. El inglés no conoce este vocablo, que yo sepa.
No se me había ocurrido relacionarlo con "business", pero la coincidencia tiene su miga.
demasie alegre -
Ana* -
Bueno, igual es una tontería, pero me ha surgido así, a bote pronto.
Bambolia -