Experiencias hospitalarias
En los últimos tres meses he escrito en esta bitácora algunas anotaciones que, vistas hoy con la distancia debida y por tratarse de un asunto muy personal, pecaban de un tremendismo excesivo y, casi sin excepción, resultaban incomprensibles.
Quizás todo sea resultado de una mezcla difícil de equilibrar: por una parte, necesidad de restarle importancia a determinados sucesos y por otra, el peso del pudor. No es lo mismo hablar de lo ortopédica que resulta la sonrisa de Isabel Preysler que escribir treinta líneas contando el miedo que se tiene al dolor y a la enfermedad.
Los hechos objetivos: cinco días hospitalizada por una intervención quirúrgica realizada el 10 de enero. Desde el día que me dieron el alta hasta el pasado sábado por la tarde, he estado en casa de mis padres. Ahora estoy en la mía: no puedo hacer ningún tipo de esfuerzo pero tengo autonomía, que es lo único necesario para estar sola.
Lo subjetivo:
Versión seria
Padecer por lo que ha de venir es una soberana estupidez. Cuando llega el momento se sufre igual. Meter el dedo en la herida, con predemitación, reiteración y por adelantado no sirve para nada: es un aprendizaje inútil y no atenúa el dolor -físico y espiritual- cuando éste llega. Es más, estoy convencida de que te predispone negativamente.
Hacerse la heroína -esto lo digo ahora, hace un mes no hubiese sido capaz de reconocerlo ni harta de vino- con el ánimo de colgarse medallas es ir llamando a gritos, para que despierte, a la dormida víctima que todos llevamos dentro: pedir ayuda es sano, muy sano. Acusar a los que nos rodean de que no han estado a la altura de las circunstancias es mezquino, sobre todo, si partes de la base de que las necesidades personales no se transmiten por ciencia infusa, sino por peticiones claras y específicas.
Versión frívola
Los cirujanos ven Anatomía de Grey. Las "oseas-maris-que-zuecos-más-monos-llevas" que me pincharon por dos veces para tomarme la vía intravenosa a la entrada del quirófano llevaban gorritos de colorines similares a los que usan los protagonistas de esa serie televisiva. Por cierto, hubo un tercer pinchazo: la primera cirujana estaba aprendiendo -una segunda le indicaba los pasos a seguir- y no pudo. La instructora se puso a la faena y tampoco acertó. Fue el anestesista el que confirmó que lo de "a la tercera va la vencida" es completamente cierto.
Existen quirófanos con luz natural. Sí. Es fuerte, lo sé. Tanta serie y pelicula mostrando estancias oscuras, casi tenebrosas, ha acabado nublándonos la imaginación. ¡Qué se le va a hacer! El que me tocó a mí está instalado en una habitación idéntica a la de los enfermos -cuatro camas-: dos inmensos ventanales que iluminaban el lugar sin necesidad de luz artificial.
Los que compran el mobiliario hospitalario ven House. Mi cama era igualita a las que salen en la serie. Lo supe el martes pasado, mientras veía el capítulo de esa semana: marca Hill Room.
Una parte del personal sanitario cree que el enfermo, por el mero hecho de estar en un hospital, es el que ha de acoplarse al funcionamiento del centro y no al revés, por lo que, impepinablemente, si se ha de entrar en una habitación donde duermen cuatro personas a las dos de la noche, porque una de ellas necesita un cambio de gotero, se encenderá la luz principal y no la de la cabecera de la cama correspondiente. A ser posible, para que el descanso que require un paciente sea el pertinente, si la auxiliar de turno ha de localizar a su compañera desde el control porque no sabe en que habitación está en ese momento, utilizará la megafonía, no sea cosa que por recorrerse diez habitaciones a las cinco de la madrugada se le desgasten las rótulas y le tengan que dar una baja temporal por agotamiento.
Me aprecia bastante más gente de la que yo hubiera imaginado. Una grata sorpresa -dejo de lado el postureo chistoso-, sin duda. Es más, aparte de la querencia, he constatado que algunas amigas confían ciegamente en mi inexistente fuerza de voluntad a la hora de mantener un estricto régimen dietético durante, al menos, un año: es la única opción posible después de que me hayan regalado ocho cajas de bombones. No una ni dos, no. Ocho. A razón de 350/400 gramos por unidad y una de 750 g. Dentro de tres meses necesitaré una grúa para mover el trasero. Tiempo al tiempo.
Podría contar muchas más cosas y convertir esta entrada en un tostón soporífero... Tentada estoy... Tantos días sin escribir... Vale, vale, lo dejo, :-)))
Sólo añadir una cosa: tengo una hermana que no me la merezco. Un SOL.
Posdata para mis detractores: de ésta no me muero, que lo sepáis, ;-P
La mala leche se me ha acentuado y me he convertido en una persona mucho más pragmática y racional... Un asquito, la verdad. Bicho malo nunca muere -hasta qu tropieza con el borde de un féretro y se cae dentro... pero esa es otra historia-.
14 comentarios
Bambo -
Graciassssss
Dori -
Deseo que lo lleves lo mejor posible.
Un besillo.
Bambo -
Sí que es extraño, sí. Esto va a paso tortuga, me canso enseguida, como si fuera una viejita; pero es cuestión de tiempo. Tendré en cuenta lo que dices sobre los meses... me da en la nariz que esto es así, :)))
Peribanyez -
Ah, y ten paciencia. Después de operarme el año pasado pensé durante mucho tiempo que nunca volvería a estar -casi- como antes. Tuvieron que pasar meses... Lo digo por si te sirve.
Bambo -
En fin, que no ha sido una pesadilla ni mucho menos, pero sí que es cierto que cuando pasas por un hospital y ves cómo se tratan algunos asuntos y cómo te tratan ciertas personas, te entran ganas de pegarle cuatro gritos a los políticos de m***** que se están gastando la pasta en Copas de América y Ciudades de las Artes y Óperas fastuosas... Es increíble que trabajadores de la sanidad pública valenciana no cobrasen parte de su salario en diciembre porque no existía crédito presupuestario suficiente y luego se vean cosas como estos mega-proyectos... No es normal que el personal santiario te trate como un saco de patatas, la verdad. Pero puedo llegar a entenderlo... la falta de medios y de trabajadores hace que estén atacados en todo momento... Lo dejo estar, que me cabrea mucho.
Besotes, guapa, :-))
Lía -
En cualquier caso, ya ha pasado lo peor. estás de vuelta, estás bien, y queda recuperarse a fondo para que todo se quede en un mal recuerdo.
Yo podría escribir también bastante de residencias hospitalarias, pero...casi mejor que prefiero olvidarlas. Quizás, porque en mi caso, no sean las últimas y como consuelo siempre queda eso de "mientras se pueda operar, alégrate" (que viene a ser lo mismo que "jodida peor contenta").
Venga, yo creo que lo de verdad importante es eso, que podemos contarlas...
Un beso y ánimo.
Bambo -
En realidad, es que soy una quejica de tomo y lomo, ;-P
Sponge, completamente de acuerdo: a disfrutar del tiempo que me resta hasta que me den el alta, que de momento, como mínimo, va a ser un mes.
Papeles, temblad... os espera el contenedor de reciclaje: he hecho una de esas listas interminables que luego me salto a la torera y uno de los puntos más destacados -porque no supone ningún esfuerzo- es el tirar recibos, publicidad, apuntos desfasados, etc que tengo acumulado desde que vino el Papa a Valencia... pero no Ratzinger, no. El otro, el de los besuqueos terrestres, jejeje...
Sponge -
Un besazo enorme y mucho ánimo.
Aber -
Un abrazo muy muy grande de tu Aber.
Bambo -
A mí también me horrorizan los hospitales. Una de las cosas a las que más le temía era a la duración de mi estancia allí: sabía que las habitaciones de la sala en la que iba a ingresar son de cuatro camas y el mero hecho de exponerme ante desconocidos -puede resultar paradójico cuando lo que cuento lo hago a través de una bitácora pública-, en un momento en el que se es muy vulnerable -el dolor y la enfermedad me parece que son de las pocas cosas que necesitan de mucha privacidad- me sacaba de mis casillas: los acompañantes de las otras enfermas, los visitantes, los trabajadores... no sé... hay personas que ni reparan en detalles así.
De todas formas, me he dejado muchas cosas en el tintero porque si hablo de ellas ya es especificar demasiado y no es el caso. Pero lo que me tiene un poco alucinada es que no te den copia de los papeles que firmas para autorizar las pruebas que van a realizar -he de mirarlo en la página de la GV, porque sé que hay una carta de Derechos del Paciente... qué manía con lo de "cartas"-. De hecho, a mi me pusieron un cateter epidural para la analgesia posterior a la operación y de verdad de la buena que yo no recuerdo haber aceptado expresamente -ni tácitamente, todo sea dicho-. Por descontado, en ningún momento me explicaron los riesgos que supone esta práctica del tratamiento del dolor... De hecho, al poco de comenzar la administración de morfina, me tuvieron que retirar a correprisa el cateter porque me hipotensé. Ahora sé que es uno de los riesgos importantes . Cuatro días con dolores de cabeza y fue mi hermana la que me dijo que era una secuela típica...
Cuando me hicieron las pruebas cruzadas para una posible transfusión de sangre, pregunté por algo específico relacionado con la operación y me dijeron que no iba a ser tal cual yo creía, sino a través de un método mucho menos agresivo. Insistí en que creía que estaban confundidos y me dijeron que no, que era tal cual me estaban contando en ese momento. A la hora y media me llamaron para que pasase por la consulta de la sala. La enfermera en cuanto me vio me dijo: "Oye, que nos hemos equivocado, que va a ser por .... ¿cómo no me dices nada?". Para alucinar... De verdad que pensé que esperaba que no tuviesen ese tipo de confusiones una vez el asunto hubiese pasado a mayores... joder, hablando mal y pronto... y la situación rocambolesca de tener a una enfermera delante de ti y que le digas que no puedes aguantar el dolor y la tipa se descuelge con un "no sé por qué te quejas tanto si llevas un cateter epidural puesto". ¡Ojo! que le dije que no era cierto, que me lo habían quitado en la sala del despertar y su respuesta fue el colmo de los despropósitos: "eso lo tendré que mirar en los papeles"... teniéndome a mí delante... lo único que tenía que hacer era dar dos pasos y mirar mi espalda para comprobar si lo llevaba o no...
En fin, esperpéntico, estrambótico y rocambolesco...
Algunos gorrillos son para salir corriendo, la verdad.
Gracias, Silvio. Me cuidan, me cuidan mucho, :))
Bielka, gracias. Me da la impresión de que lo peor es la sensación de cansancio, pero todo se andará, :-D
Son series médicas. Anatomía de Grey va sobre médicos residentes que van iniciándose , poco a poco, en todas las especialidades, pero sobre todo, en la de cirugía. Cada dos por tres cuelan secuencias de quirófanos y cirujanos en plena faena. Algunos de los médicos veteranos usan los gorritos de colorines, como si fuera una marca diferencial...
House es también sobre cuestiones médicas pero está centrado en un procedimiento de diagnóstico llamado "diagnóstico diferencial". En realidad, una excusa para hablar de enfermedades y complicaciones extrañísimas. El protagonista, el doctor House, es un señor que se mueve entre la ironía y el cinismo, con muchas dosis de mala leche y con la puñetera costumbre de no callarse nada, por lo que resulta grosero e inhumano cuando ha de tratar directamente al paciente.
Me alegra que os guste la ilustración. La encontré hace tiempo y al guardarla no recordé anotar el nombre del autor...
Bielka -
Un beso y cuídate mucho.
Silvio -
Un beso y que te cuiden de verdad, cara Bámbola.
Ana -
Ana -
Con el horror que a mí me producen los hospitales...
Los gorritos pelín horteras, para mi gusto.