Quiero cayena, dame canela
Si se mira bien, el error es bastante comprensible. Entre "cayena" y "canela" sólo existe una letra que las diferencie. Hace un rato me he regalado un festival gastronómico: hoy comienzo mis vacaciones y qué menos que celebrarte, a ti misma mismamente, en la Mismidad más absoluta, con una cena a la altura de las circunstancias. Lo reconozco: me he hecho adicta a los autoregalos, a esos momentos en los que, aunque sepas a ciencia cierta que te estás mintiendo en un 65% -menudo porcentaje... ¿de qué, de verdad, de mentira, de ausencias, de presencias, de aceptaciones, de renuncias no expresas?-, necesitas homenajearte para dar rienda suelta a las risas más tontas, a las ideas más peregrinas, a los quereres más profundos y menos reconocidos... Que alguien cabal sea capaz de venir a decirme que la hipocresía no sólo es necesaria para ejercerla con los otros... Yo la considero indispensable: por ejemplo, hoy no sería capaz de mirarme al espejo y reconocerme como una mujer desnortada. "Ella" ha venido hace un rato a acompañarme, para que sepa a ciencia cierta que, a cada paso que doy, la tierra retumba por la firmeza.
Y esto, ¿a santo de qué? "Esto" es el párrafo anterior, :-)
Pues a que me da miedo reconocerme como una persona vulnerable. Yo. Salomé. La que escribe. La que lee. La que está detrás de todo este tinglado. Vulnerable e impredecible. Por todo lo que supone saberse débil. A veces pienso que me gusta tanto el teatro poruqe siempre te ofrece una puerta por la que escapar. Eso sí, mientras tú seas la que está sentada en la butaca y los demás sean los que se dejan la piel para contarte cómo se vive una historia creada por alguien que vivió hace doscientos años y que ha estado previamente sometida al filtro de un buen o mal entendedor de la vida teatral.
Retomo, que se me va Dios o la ayuda -que más bien sería el "Sin Dios"- por los cerros de Úbeda. Soy tan patosa, tan completa e increíblemente patosa, que cuando hace un rato he ido a coger el bote de la cayena -las guindillas de toda la vida- para añadir dos o tres vainas a los gambones en aceite y ajos, he confundido el tarro y he sacado el de la canela. Lo he visto de refilón y al ver lo de "ca" me he dicho: "éste es". Y ni corta ni perezosa, después de la debacle culinaria, no me queda otra que afirmar que: las colas de gambones con ajos, canela y guindilla -me ha dado tiempo a rectificar- están de lujo. Es más, no sólo de lujo, están de primerísima clase.
Tres o cuatro saltos de párrafo que no sé si luego se verán reflejados en la presentación del texto: sigo vulnerable. Me da miedo lo que tengo por delante. Sé que no me queda otra que aceptarlo: algunas de las personas a las que más quiero se están deteriorando. Y tengo todo un mes para comprobarlo. En estos casos, siempre recuerdo una frase que mi hermana repite con bastante frecuencia: mejor ocuparse que preocuparse. Es cierto: las fantasías catastrofistas no ayudan en nada cuando el panorama futuro es un tanto complicado. Pero a mí no deja de darme miedo el ser consciente de que es una mentira cochina, una grande y enorme mentira, fruto de la más pura y simple supervivencia, esta aceptación tan mega-chupi-guays del Paraguays de lo que llevo pasado en estos últimos nueve meses.
Addenda de 4 de agosto, 9:05 h.
El tremendismo y yo somos la misma cosa, :-))
Como todo hijo de vecino -y de vecina-, no descubro nada nuevo al hablar de la vulnerabilidad que, como seres humanos que somos, nos caracteriza. Ni tampoco de esta costumbre tan reciente que consiste en que se ha de ser feliz por encima de todo, sin dejar espacios para los malos días, para los malos momentos, para las temporadas complicadas. Tanto nos bombardean con esa consecución del hombre perfecto, del equilibrio "equilibradamente equilibrístico", que casi se siente vergüenza cuando el día a día se complica. Y para que no te cuelguen el sambenito de la tristona y amargada de turno, acabas pasando de puntillas por tu propia vida, cuando ésta, por una u otra cuestión, no es tan maravillosa como cabría esperar.
En fin... que ya estoy cansada de tanto misticismo barato, de tanto maestrillo de la filosofía oriental -¿qué filosofía, a ver, qué filosofía?- que, ejerciendo de sabedor-sanador experimentado, se coloca en el papel de mero espectador de vidas ajenas y luego, cuando alguno de sus conocidos se tambalea, acude corriendo a decirle qué es lo que está haciendo mal.
8 comentarios
Bambo -
Tan solo un poco atacá, pero bien. ¿Que es complicado esto de hacer de padres de tus propios padres? Pues sí, la verdad. Sobre todo, si existen malas interpretaciones, si a todo se le da la vuelta, si la diferencia generacional se acrecienta, si las prioridades se confunden... pero no cabe otra que armarse de paciencia e intentar poner mucha distancia, porque cuando estas cosas te tocan de cerca, se mezclan los asuntos pendientes de hace tiempo con la situación actual y no es nada recomendable. En fin, que salvo alguna que otra bronca que no ha ido a más, la tensión qeu supone este estira y afloja continuo y el cansancio que no se termina de ir, tampoco está tan mal la situación, :)))
Voy a sacar a Zas, que el pobre está atacado.
Ericillo -
Ultimamente la gente que quería está pasando al pasado. Mi entorno más cercano también se tambalea y es que, supongo que ya tenemos una edad en la que se empieza a ver pasar este tipo de imágenes por tu vida y tú te quedas ahí, parada, para recuperarte luego y seguir adelante hasta llegar a olvidar en según qué determinados momentos.
En fin niña, siento que pases por malos momentos.
Besos y abrazos
BERNARDO LUIS -
Sponge -
Cuídate, cielo.
Jesús -
Algo así como mezclar al noi del sucre con el Sr.Ansón.
¿No te habrá dado Almagro algo, en forma de pócima, para no soportar eso de la alianza de civilizados y civilizaciones?
Besos salomé, muchos besos.
Bielka -
Predadores de autoestima. Aumentan la suya mientras te joroban la tuya. La realidad es que ciertos acontecimientos nos superan a todos y es normal que así sea. Cada cual encuentra su manera de salir adelante, claro está, porque somos supervivientes. Nos mentimos todos, aunque en mayor o menor medida. Mentirse un poco ayuda porque a veces es mejor desconectar para tomar fuerzas. No mentirse y mentirse demasiado son extremos que tienen sus riesgos, el primero porque puede agudizar aún más la depresión, y el segundo porque crear un mundo totalmente irreal a medida de uno puede acabar en un shock profundo cuando uno se torpe de repente con la realidad.
Pero nadie tiene la panacea para no sufrir, ni por mucha filosofía oriental ni por mucho tai chi. Nadie puede evitar los grandes dolores de la vida. Sólo los que tienen trastornos de personalidad, por su falta de sentimientos, pueden ahorrarse esos sufrimientos, aunque tienen otros.
Creo, Bambo, que es normal que tengas miedo y es normal que, dadas las circunstancias, lo pases mal. Lo preocupante sería que estuvieses dando saltos de contenta e hiper mega cosmopolitan feliz repartiendo flowers powers.
Lo único que te puedo decir es que te cuides lo que te sea posible y que te aprecio mucho, por lo que lamento que pases por esta situación.
Un beso. Estamos por aquí.
Bambo -
Menos mal que tengo todo este mes para mí, :-)))
Jarabe de cayena, sí señora. Y la canela fina, p'a mí, que no se diga.
Ya he visto que estás por los mares del Este... Espectaculares las fotos, moza.
Besotes calurosos -y dentro de unas horas, serán rurales, rurales, rurales-.
Sinfo -
¡Eso nunca, morena! A los que tanto saben de las vidas ajenas y de cómo hay que hacer las cosas y de cómo hay que ser y de cómo hay que vivir, jarabe de cayena. Pero por el reverso inferior de sus personas, jaja.
Besos desde la orilla del mar.
:-)