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De espaldas

En el bar

Escuchado en uno de los bares de Linares, hace dos días, mientras tomaba una tisana de manzanilla:

Fulanita:
Yo no soy racista, pero oyes... es que, fíjate tú, han entrado al bar y sin cortarse un pelo, han venido a donde yo estaba pidiendo en la barra y me han rodeado... y eso sí que no, que a mí me dan no sé qué, que no me gusta verme entre tanta gente extraña.

Menganita:
Pues yo sí que soy racista, qué quieres que te diga... que es que en Puerto-I-Sant de los Desconciertos ya no se puede ir por la calle de tanto moro que hay, que hasta mi hijo me lo dijo el otro día... a mí me tienen harta.

Fulanita me miraba esperando que yo me solidarizase con su malestar. Menganita me miraba esperando que yo corroborase que el mundo ya no es el que era y que, a poco que nos descuidemos, nos sacarán de nuestras tierras -ja, ja y ja- a patadas.

Miré a ambas, levanté la taza para dar el último sorbo a mi manzanilla y mientras forzaba una hipócrita sonrisa, me bajé del taburete y les di las buenas noches. No me pesa no haberles respondido: ciertas situaciones es mejor evitarlas. Y una conversación de barra de bar suele estar más cerca de los sentimientos primarios que de la razón -el porqué, no lo sé, pero es así-.

A ellas les da miedo lo desconocido. A mí me da miedo lo que pueden llegar a pensar algunas personas que conozco. Sobre todo, porque hacer gala de que se es racista es tan... no encuentro la palabra. Lo cierto es que a mí me da pánico cómo se ve la paja en el ojo ajeno y no se ve la viga en el propio.


3 comentarios

Sponge -

¡Ya te digo! Yo hoy (güeno, ayer, día 26) celebro mi duodécimo aniversario de boda (gásia, gásia...), y me he puesto de cava hasta el culo, y luego de limonchelo que hace la madre de un amigo y que está de muerte... (y luego que si la vésicula, que si tal, que si cual, pero vamos, que doce años son doce años, tú), así que ahora también estoy miaja espesa. Y que a estas edades las resacas no son lo que eran. Amos, que se multiplican por 400.

Con lo del comentario, pues creo que tienes razón, que la gente mayor tiene miedo a lo desconocido, pero de esto tenían que estar ya saciaos y curaos de espanto, porque es lo que les ha tocao cuando eran jóvenes a muchos de ellos. Pero es que de lo malo no te acuerdas nunca. Dicen que el cerebro es selectivo por autoprotección, que descarta los recuerdos negativos y guarda los positivos, por eso no recuerdas nunca las desgracias tan intensas como cuando realmente sucedieron. No sé, en cualquier caso, a mí me sigue asombrando que todavía haya gente que crea que existen personas de primera, segunda, o incluso tercera categoría. Mi "celebrito" no lo comprende.

Bambo -

Joer, niña, menudos comentarios... A mí es que me dejan tan fuera de juego ese tipo de alardeos, tan... no sé, tan increíbles... Pero fíjate que en personas mayores y sobre todo por lo que supone de miedo a lo desconocido y a ese tipo de explicaciones simplistas de "es que nos van a quitar todo" "es que a ellos les dan ayudas y a nosotros no" aún puedo medio entender ciertos comportamientos de rechazo, pero en gente de nuestra edad... anda ya, que es que da miedo, de verdad... joer, como si se fueran a contaminar...

Ufff, estoy espesilla... anoche me acosté a las tantas-tantísimas y ahora me cuesta razonar -me cuesta mantener la cabeza en el sitio... joío güiscacho... qué malo es pa tó, sobre todo para la resaca, :-D -

Sponge -

Mu bien hecho, niña. Yo no habría tenido tu templanza, y seguro que les habría contestado. Lo sé, porque lo he hecho en cientos de ocasiones y sin poder resistirme. Sobre todo con la suegra de mi hermana (mejor no calificarla, porque se ve a la legua que su coeficiente intelectual no da pa mucho), que cada vez que ve en el telediario una patera de africanos dice: "¡Míralos, si parecen monos de tan negros y feos que son!" Impresionante comentario, ¿eh?