Noche perdida
Por de pronto, un pijama. Aunque eso no ha sido de noche. He llegado del trabajo y me he encontrado con que Zas , ha decidido, por su cuenta, renovarme parte de mi viejo ropero nocturno. O mejor dicho, forzarme a que lo renueve.
Antes de salir, había colgado el pijama en la percha para que no lo paseará por la casa, porque cuando no estoy le da por coger mis cosas y darles una vuelta por todo lo pisable y lo no pisable -entiéndase la mesa del comedor, la de estudiar...-, se ve que con ánimo de que no se aburran -mis cosas- y de que vayan conociendo mundo de manera independiente. Digo yo que habrá pensado que lo que yo pretendía era que hiciese ejercicio para que se mantenga en forma, y muy obediente él ante una intuición de ese calibre, ha debido saltar y encaramarse en la pared hasta alcanzarlo y poder tirar de él. Me lo he encontrado en el suelo, rasgado. Haciendo una reconstrucción de los hechos tipo CSI Las Vegas, he llegado a la conclusión de que al estirar para hacerse con él, el tejido del pantalón se ha roto.
Anoto otro desperfecto: me decidí a comprarme un teléfono inalámbrico porque el que tenía -fijo- lo había metamorfoseado la dentadura de Zas. El "sin cable" está en casa de mis padres para que mi madre pueda hablar comodamente desde su butaca hasta que se recupere y por si acaso necesita algo urgente en los ratillos en los que se queda sola en casa. Como no era cuestión de quedarme sin piticlín-piticlín, me traje el de mis padres, uno de esos que es horroroso, empezando por su nombre "Domo". Alguien ha debido de llamar -no encuentro otra explicación- y el canino destroza-cosas le ha debido de dar un zarpazo al auricular. Acto seguido -digo yo, todo es un suponer- habrá pretendido hablar como lo hacemos el resto de los mortales y ante la impotencia de verse incomprendido, habrá decidido mordisquear los cantos de la parte del altavoz para que el interlocutor supiese que él, al menos, se maneja de vicio con los plásticos duros.
Se me va la olla, lo sé.
Noche perdida porque estoy pero no estoy. Esto de andar de mi casa a casa de mis padres y ve a comprar, y luego a ver si les hace falta algo, y luego llegar aquí y asomarte a la habitación donde está la plancha y desear ser rica-riquísima para tener asistenta, me está matando.
Lo dejo. Voy a ver si me hago un vasico de leche con unas tostadicas. Y luego, seguriré con "Solas" de C.Alborch. Ando sacándole punta... aunque tiene cosas bastante acertadas.
Antes de salir, había colgado el pijama en la percha para que no lo paseará por la casa, porque cuando no estoy le da por coger mis cosas y darles una vuelta por todo lo pisable y lo no pisable -entiéndase la mesa del comedor, la de estudiar...-, se ve que con ánimo de que no se aburran -mis cosas- y de que vayan conociendo mundo de manera independiente. Digo yo que habrá pensado que lo que yo pretendía era que hiciese ejercicio para que se mantenga en forma, y muy obediente él ante una intuición de ese calibre, ha debido saltar y encaramarse en la pared hasta alcanzarlo y poder tirar de él. Me lo he encontrado en el suelo, rasgado. Haciendo una reconstrucción de los hechos tipo CSI Las Vegas, he llegado a la conclusión de que al estirar para hacerse con él, el tejido del pantalón se ha roto.
Anoto otro desperfecto: me decidí a comprarme un teléfono inalámbrico porque el que tenía -fijo- lo había metamorfoseado la dentadura de Zas. El "sin cable" está en casa de mis padres para que mi madre pueda hablar comodamente desde su butaca hasta que se recupere y por si acaso necesita algo urgente en los ratillos en los que se queda sola en casa. Como no era cuestión de quedarme sin piticlín-piticlín, me traje el de mis padres, uno de esos que es horroroso, empezando por su nombre "Domo". Alguien ha debido de llamar -no encuentro otra explicación- y el canino destroza-cosas le ha debido de dar un zarpazo al auricular. Acto seguido -digo yo, todo es un suponer- habrá pretendido hablar como lo hacemos el resto de los mortales y ante la impotencia de verse incomprendido, habrá decidido mordisquear los cantos de la parte del altavoz para que el interlocutor supiese que él, al menos, se maneja de vicio con los plásticos duros.
Se me va la olla, lo sé.
Noche perdida porque estoy pero no estoy. Esto de andar de mi casa a casa de mis padres y ve a comprar, y luego a ver si les hace falta algo, y luego llegar aquí y asomarte a la habitación donde está la plancha y desear ser rica-riquísima para tener asistenta, me está matando.
Lo dejo. Voy a ver si me hago un vasico de leche con unas tostadicas. Y luego, seguriré con "Solas" de C.Alborch. Ando sacándole punta... aunque tiene cosas bastante acertadas.
5 comentarios
Bambi -
Bueno, al menos me obliga a limpiar el suelo -con la mopa- todos los días...porque sino, me da a mí que la casa tendría un suelo con otro color, y a caminar al menos una hora diaria -¿suena demasiado resignado?-.
Nunca se ha quedado solo, como aquel que dice es ahora cuando está comprobando qué es eso de pasar seis horas seguidas sin nadie en casa -¡pobret! me da pena, sniffff-.
miguel I -
Cataplom -
Bambolia -
Cuando lo escribía me estaba acordando de la que me montó con la del tazón de la leche, hace ya mes y pico. Antológico.
Apostolic Product -