Mujeres, de una en una
El pasado 8 de marzo fue el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Nada que no sepamos todos ya: casi con absoluta seguridad, no quedó un solo medio de comunicación que no se hiciese eco del evento y no le dedicase parte de su tiempo; ya fuese éste en forma de papel o de minutos televisivos/radiofónicos. A mí, hasta algunos compañeros llegaron a felicitarme: mi cara de póker fue tan evidente que tuvieron que recordarme que era mujer, y además, trabajadora.
Después de todo lo leido y escuchado al respecto, sigo pensando que el hecho de que una reivindicación se institucionalice, adjudicándole una fecha para su celebración, es una manera poco seria de afrontar el problema: "tomad esta dádiva, hijas mías, que así estaréis calladas el resto del año". Puede que exagere, lo sé; es innegable que, al menos, durante los días cercanos a la fecha, el discurso feminista o pro-féminas es bastante más prolífico. Y eso es bueno. Dicho esto, el resto es reducir un problema de elevada envergadura a una simple anécdota tipo "¡es que son unas santas, trabajan tanto...!".
Quisera resaltar un par de cosas que me han llamado la atención esta semana. La primera, es una explicación al origen de la celebración, que se separa de la versión que todos conocemos -la de las mujeres que murieron carbonizadas en una fábrica de NY, al ser encerradas por su empresario- y que no deja de resultar interesante/inquietante. No he tenido tiempo de averiguar si existen más páginas en las que se hable de esta versión oficiosa ni oportunidad de confrontar datos, pero creo que no está de más el conocerla.
La segunda es un artículo de opinión, de Soledad Puértolas, titulado "Mujeres, de una en una" -me he permitido la licencia de encabezar esta entrada con esa frase-, publicado el domingo 7 de marzo en el Magazine. Me ha gustado mucho su enfoque: desde hace ya bastante tiempo que tengo claro que cuando se habla de igualdad de derechos se ha de hacer desde la individualidad, partiendo de la circunstancia de SER UNA, no una colectividad -soy consciente de que los grupos son indispensables para conseguir logros sociales-. Lo transcribo:
Antes de ponerme a escribir estas líneas, se me ha venido a la cabeza el personaje colectivo que protagoniza la última novela de Cristina Sánchez-Andrade, "Ya no pisa la tierra tu rey". Mujeres. Veintitantas monjas, ni más ni menos. No he leído el libro en busca de un mensaje especial para las mujeres, ni creo que la autora se lo haya planteado así, pero ahora, mientras trato de decir algo especial sobre las mujeres, habiendo tantas cosas que decir, lo primero que se me ocurre es pensar en las veintitantas monjas de la novela, en ese ente colectivo e indeterminado -no son veinte ni treinta, sino veintitantas- que va de aquí para allá como una sola mujer, negándose a sí mismo la menor pretensión de individualidad.
Mujeres. Claro que hay muchas cosas que decir. ¿Han alcanzado la misma consideración social que los hombres?, ¿disfrutan, de verdad, de los mismos derechos?, ¿tienen acceso a los mismos o equivalentes puestos de trabajo?, ¿por qué hay tantos casos de maltrato contra las mujeres, de abuso sexual, de violencia?, ¿son, de hecho, las mujeres, distintas de los hombres en algunos aspectos, la sensibilidad, la sentimentalidad?, ¿escriben las mujeres de forma distinta? Un sinfín de preguntas que nos llevaría a detallados análisis sociales y psicológicos. Se avanza en el terreno de la consideración igualitaria, se retrocede. No parece una causa fácil. Tiene detractores poderosos y fanáticos. En todos los campos, en todas las sociedades.
Hombres. Poder. Mentalidad masculina. Hábitos nacidos de esa mentalidad. También tendríamos que hablar de eso. Barreras de defensa, desconfianza, inseguridad personal, desequilibrio social. Pero, ¡es tanto! El asunto nos desborda, ¿cómo plantearlo debidamente? Todo lo que decimos parece obvio, mil veces dicho, y, a la vez, ¿por qué no se ha avanzado como hubiera debido avanzarse?, ¿qué podemos hacer para que las sociedades dejen de poner obstáculos y límites a las mujeres, para lograr esa consideración igualitaria que, lo comprobamos cada día, cada hora, cada minuto, aqui y allá, está lejos de haberse alcanzado?
Las mujeres aún son, somos, eso, veintitantas monjas. El personaje colectivo de la novela de Sánchez-Andrade. Un ente. Y, por cierto, inferior. MIentras sean, seamos, un ente, es más fácil manejarlo, manejarnos. El problema empieza cuando se descubre que en el ente hay individualidades, seres que pugnan por ser ellos mismos. En la novela, el rebaño de monjas se enfrenta, al final, a la libertad. Allí se termina la historia del convento y empieza la historia personal de cada una de las monjas, allí se disuelve el vago "veintitantas" y podrían empezar muchas historias. Empezaría la concreción, lo individual.
Es cuioso que en la historia lo individual haya producido tanto miedo, que se hayan fundado tantos movimientos enarbolando ideas colectivas, que haya habido tanta batalla, tanta guerra, para eliminar el espíritu de la diferencia. Somos distintos, tan distintos que asombra lo muy parecidos que a primera vista parecemos. Los mismos derechos para todos, las mismas personalidades, la misma consideración, ésa es la meta. Alcanzada, miraremos a las mujeres de una en una. Pero puede que si no empezamos a hacerlo desde ahora, cuando aún estamos lejos de ella, nunca la alcancemos.
15 comentarios
Bambolia -
Oz el radiofónico -
Bambolia -
Siempre que la escuché cantar, me imaginé a la niña, con sus faldas, moviéndose al aire de sus caderas, y cimbreando un poco el cuerpo por el suave aire...
Recuerdos... que no te discuto que sea la correcta ¡eh! sino que a mí, personalmente, me gusta más la versión familiar, :-)
Bambolía -
Gracias por la información, :-) También la canta, un trocito no más, en Tata Mía, aunque ya te digo, me puede fallar la memoria.
Gracias por la letra, andaba buscándola -en arafolk no la supe encontrar, imagino que sí que estará-.
Oz el cinéfilo -
Va delante de su madre
Ole ahí
La chica cuando va a misa
Ole ole carretero
Qué jaleo lleva el tren
va delante de su madre
Ole ahí
Paice un ramico de albaca
Ole ole, carretero,
Qué jaleo lleva el tren
Que lo contonea el aire
Ole ahí
Que lo contonea el aire,
Ole ole carretero,
Qué jaleo lleva el tren,
La chica cuando va a misa,
Ole ahí.
...Que la canta Imperio Argentina en "Nobleza baturra", al ladito de Miguel Ligero, creo que quien la canta a su lado es uno de los hermanos Galé, pero no estoy seguro.
No se bambolia, se contonia.
eMe -
Yo por eso tengo secretario pa que me atienda el teléfono.
Oz, lo tuyo es el arte. Acaso se le hubiera ocurrido a George Sand que Chopin salga a laburar???
Bambolia -
Oz displicente, hace un momento estaba escuchando una canción en la que Carmen París decía:
"... Lo siento, me canso de esta espera interminable, ¡qué pena! qe no supimos soltar las cadenas que ataban al corazón.
No sueñes, limítate a aceptar las circunstancias, y quita esa sonrisa displicente, se me lleva el diablo cuando te ríes así".
La palabrería preciosista es lo que, al menos a mí, me enseñaron en las monjas. Tendré que pedirles cuentas.
¿Le preparas a tu mujer la fiambrera? El feminismo militante no es precisamente eso que cuentas: lo del camión es un trabajo, ni más ni menos. Pero bueno... yo también seré condescendiente, :-P
Oz displicente -
Mi mujer no sé si se ha planteado ser feminista o qué, pero coge su camión todos los días a las cuatro de la madrugada y se larga a trabajar como una animala, y no gasta tanta palabrería preciosista. Eso es feminismo militante, coño, y no el sofisma.
¡Ay! Si es que me alteran estas cosas, aporreo el tecldo y voy y me rompo una uña. (Le pasa lo que a mí a don Wifredo el Velloso y va y se afeita...)
Bambolia -
A mí también me cuesta pensar en estas cosas -son tantos los elementos en contra que separar el grano de la paja es una tarea harto compleja-, pero comprendo perfectamente que te resulte gravoso.
Quédate todo el tiempo del mundo.
Beso
Esstupenda -
Trabajo en educación y ese día tiene un valor simbólico para los que se incorporan a la ciudadanía, es un pretexto para el debate.
Y creo que falta mucho por conseguir, creo que hay que educar las sensibilidades, si las mujeres no nos reivindicamos es porque mil veces no somos conscientes de la manipulación.
Lo siento Bambi, estoy muy cansada incluso para sostener opiniones y explicarlas.
Ya tendré otros días mejores.
Me arrimo a lo tuyo porque aquí me siento a gusto, y aunque no lo parezca, eso en mis actuales circunstancias es el mejor cumplido que te puedo hacer.
Besos
Bambolia -
Por eso mismo he escogido el artículo de Soledad Puértolas, porque la consecución de la igualdad pasa, en primerísima instancia, por cada una de nosotras. Y si una no entra en el juego, es mucho más difícil que las fuerzas, para enfrentarse a lo verdaderamente importante, disminuyan.
En cuanto a lo de que se recuerde que las mujeres podemos trabajar fuera de casa porque otras muchas antes pelearon por ello, me parece bien. Pero oficializarlo es una forma de desvirtuarlo. Es como si la lucha feminista se redujese a ese día, como si la sociedad -todavía patriarcal- nos estuviera diciendo: "tomad, ahí tenéis un día para hacer con él lo que queráis; el resto del año, ni molestarnos, vamos... faltaría más!". Me recuerda a una Santa Agueda más... no puedo evitarlo. Es una concesión, como el empresario que, después de una ardua lucha por parte de sus trabajadores reclamando para que se les pague las horas extras, les dé una paguita, a modo de óbolo y además, sin derecho a consolidación...
Lo del 8 de marzo en NY también lo creía yo, por eso he hecho referencia a ese artículo en el que se cuestiona su verdadero origen.
demasie -
Esstupenda -
Respecto a sueldos, sometimiento, marginación, violencia, etc ni hablo.
3/4 de los pobres del mundo son mujeres y niños.
La efémerides, Bambolia, es correcta, el 8 de marzo quemaron a una veintena de mujeres (creo).
Yo no soy partidaria del día de...lo que sea y menos para convertirlo en comercio, pero quizá sea bueno que las mujeres que trabajamos reflexionemos que el hecho de estar ahí trabajando con los hombres no es algo que nos haya regalado nadie, ha costado vidas de mujeres.
Yo estoy deseando que el mundo no se divida en mujeres y hombres, ricos y pobres, blancos y negros, orientales y occidentales, cristianos y musulmanes. No sé si este tipo de festividades contribuyen a abolir las diferencias, pero mientras no se demuestre lo contrario está ahí para recordarlo, y alguna gente escribe cosas inteligentes sobre ello y no lo olvidamos.
No sé. Ya casi no sé nada de nada.
demasie -
MiTercerPie -