"Feminismos y reacción"
Encontré el capítulo del ensayo Solas de Carmen Alborch, al que hacía referencia en un comentario a la entrada de hoy, "El rey del mundo". Transcribo algunos párrafos que, al menos para mí, esclarecen en gran manera la tergiversación que, por parte de la sociedad en general, se hace hoy en día del movimiento feminista y del espíritu de reivindicación que, más tarde o más temprano, nace en la mayoría de las mujeres:
... Sin embargo, no podemos ni debemos ignorar la realidad, porqqe el llamado triunfo de la mujer puede anestesiar la conciencia de la desigualdad, ya que, como repetimos insistentemente, frente a la igualdad legal existe la desigualdad real. Las mujeres no ocupamos o participamos del núcleo duro del poder, ya sea económico o político, y el acceso a los máximos niveles de responsabilidad sigue estando para ellas lleno de obstáculos, e incluso vedado, de manera que el principio por el cual a igual trabajo corresponde igual salario no se plasma de forma generalizada.
... Por todo ello parece claro que el feminismo, aunque tenga ya una historia, no es sólo historia, y sus objetivos no atañen exclusivamente a las mujeres, sino que su consecución es requisito imprescindible para la construcción de una democracia más plena y verdadera. Es, como diría Victoria Camps, entre otras, una tarea de interés común. A pesar de ello, y aun siendo conscientes de que el poder no se cede o se comparte sin resistencias, y de las nuevas argucias o estrategias que pueden inventar quienes las detentan, a las mujeres nos gustaría poder hablar con posibilidades de éxito y verosimilitud de un nuevo contrato social entre hombres y mujeres que llevara a compartir los derechos y las responsabilidades en las esferas públicas y privadas, a sabiendas también de las dificultades que un pacto así puede tener cuando una de las partes ocupa todavía posiciones de subordinación, lo que la lleva a rechazar y denunciar constantemente todo lo que sea un impedimento para la igualdad. A esto no debe ser en absoluto ajena, desde luego, la acción política, que necesariamente ha de impulsar políticas activas de apoyo a las mujeres con el fin de seguir progresando y evitar retrocesos. Porque en este ámbito nada es neutral ni automático, ni tan siquiera en el seno del llamado Estado del Bienestar.
...Efectivamente, se ha llegado a afirmar que la liberación de la mujer nos ha quitado aquello en lo que se apoya la felicidad de la mayoría de nosotras: los hombres. Que hemos perdido terreno en lugar de ganarlo y que estamos en un callejón sin salida. El feminismo -se dice- es culpable de la crisis de identidad de las mujeres, obviando, entre otros, el hecho de que las crisis a veces también son necesarias. Pero no es que reivindiquemos nuestra condición a ser tratadas como seres humanos y nos coloquemos en la cima del mundo, como afirman los mensajes que esquematizan el movimiento feminista, sino que buscamos formar parte de él dignamente, intentando superar la discriminación más antigua y más injusta de la historia, la que se basa en la mera pertenencia a un sexo y no aplica un principio básico de la modernidad: el principio de igualdad.
Estos mensajes, que tan extensa y profundamente desvela Susan Faludi, en su obra "Reacción: la guerra no declarada contra la mujer moderna" -ganadora del premio Pulitzer-, tras analizar medios de comunicación, series televisivas y películas que reproducen, lanzan y afianzan unos determinados modelos, conforman una reacción antifeminista que se relaciona con el neoconservadurismo de Estados Unidos y que no se desencadenó precisamente porque las mujeres hubieran conseguido plena igualdad con los hombres, sino porque parecía posible que llegaran a conseguirla. Se trata de un golpe anticipado que las frena mucho antes de que lleguen a la meta. Pero, además, ¿de qué igualdad hablan? Si la pobreza es fundamentalmente femenina, si los salarios de las mujeres son más bajos, si se nos intenta manipular constantemente, si somos víctimas del abuso y la violencia sexual, si las verdaderas instancias del poder permanecen en manos masculinas, si seguimos sin compartir con los hombres lasa responsabilidades públicas y privadas.
Hacer del feminismo un enemigo de la mujer contribuye a los fines del neoconservadurismo cuyo objetivo es propiciar que cierto número de mujeres se vuelva contra su propia causa. Como escribía en 1913 Rebecca West, "no he podido descubrir exactamente qué es el feminismo: lo único que sé es que la gente me llama feminista cada vez que expreso sentimientos que me diferencian de un felpudo". La propuesta del feminismo es muy simple: que no se oblige a las mujeres a elegir entre la felicidad privada y la justicia pública, y que tengan libertad para decidir por sí mismas acerca de su identidad -y no que sea definida por la cultura de la que forman parte y los hombres con los que conviven-.
... Sin embargo, no podemos ni debemos ignorar la realidad, porqqe el llamado triunfo de la mujer puede anestesiar la conciencia de la desigualdad, ya que, como repetimos insistentemente, frente a la igualdad legal existe la desigualdad real. Las mujeres no ocupamos o participamos del núcleo duro del poder, ya sea económico o político, y el acceso a los máximos niveles de responsabilidad sigue estando para ellas lleno de obstáculos, e incluso vedado, de manera que el principio por el cual a igual trabajo corresponde igual salario no se plasma de forma generalizada.
... Por todo ello parece claro que el feminismo, aunque tenga ya una historia, no es sólo historia, y sus objetivos no atañen exclusivamente a las mujeres, sino que su consecución es requisito imprescindible para la construcción de una democracia más plena y verdadera. Es, como diría Victoria Camps, entre otras, una tarea de interés común. A pesar de ello, y aun siendo conscientes de que el poder no se cede o se comparte sin resistencias, y de las nuevas argucias o estrategias que pueden inventar quienes las detentan, a las mujeres nos gustaría poder hablar con posibilidades de éxito y verosimilitud de un nuevo contrato social entre hombres y mujeres que llevara a compartir los derechos y las responsabilidades en las esferas públicas y privadas, a sabiendas también de las dificultades que un pacto así puede tener cuando una de las partes ocupa todavía posiciones de subordinación, lo que la lleva a rechazar y denunciar constantemente todo lo que sea un impedimento para la igualdad. A esto no debe ser en absoluto ajena, desde luego, la acción política, que necesariamente ha de impulsar políticas activas de apoyo a las mujeres con el fin de seguir progresando y evitar retrocesos. Porque en este ámbito nada es neutral ni automático, ni tan siquiera en el seno del llamado Estado del Bienestar.
...Efectivamente, se ha llegado a afirmar que la liberación de la mujer nos ha quitado aquello en lo que se apoya la felicidad de la mayoría de nosotras: los hombres. Que hemos perdido terreno en lugar de ganarlo y que estamos en un callejón sin salida. El feminismo -se dice- es culpable de la crisis de identidad de las mujeres, obviando, entre otros, el hecho de que las crisis a veces también son necesarias. Pero no es que reivindiquemos nuestra condición a ser tratadas como seres humanos y nos coloquemos en la cima del mundo, como afirman los mensajes que esquematizan el movimiento feminista, sino que buscamos formar parte de él dignamente, intentando superar la discriminación más antigua y más injusta de la historia, la que se basa en la mera pertenencia a un sexo y no aplica un principio básico de la modernidad: el principio de igualdad.
Estos mensajes, que tan extensa y profundamente desvela Susan Faludi, en su obra "Reacción: la guerra no declarada contra la mujer moderna" -ganadora del premio Pulitzer-, tras analizar medios de comunicación, series televisivas y películas que reproducen, lanzan y afianzan unos determinados modelos, conforman una reacción antifeminista que se relaciona con el neoconservadurismo de Estados Unidos y que no se desencadenó precisamente porque las mujeres hubieran conseguido plena igualdad con los hombres, sino porque parecía posible que llegaran a conseguirla. Se trata de un golpe anticipado que las frena mucho antes de que lleguen a la meta. Pero, además, ¿de qué igualdad hablan? Si la pobreza es fundamentalmente femenina, si los salarios de las mujeres son más bajos, si se nos intenta manipular constantemente, si somos víctimas del abuso y la violencia sexual, si las verdaderas instancias del poder permanecen en manos masculinas, si seguimos sin compartir con los hombres lasa responsabilidades públicas y privadas.
Hacer del feminismo un enemigo de la mujer contribuye a los fines del neoconservadurismo cuyo objetivo es propiciar que cierto número de mujeres se vuelva contra su propia causa. Como escribía en 1913 Rebecca West, "no he podido descubrir exactamente qué es el feminismo: lo único que sé es que la gente me llama feminista cada vez que expreso sentimientos que me diferencian de un felpudo". La propuesta del feminismo es muy simple: que no se oblige a las mujeres a elegir entre la felicidad privada y la justicia pública, y que tengan libertad para decidir por sí mismas acerca de su identidad -y no que sea definida por la cultura de la que forman parte y los hombres con los que conviven-.
10 comentarios
Bambolia -
http://www.delavega.bitacoras.com/weblog/noticia.php?id=366
Bambolia -
http://www.abc.es/abc/pg040520/prensa/noticias/Gente/Gente/200405/20/NAC-GEN-112.asp
Bambolia -
Kiri -
Kiri -
El feminismo es un movimiento liberador e igualitario. No existe ninguna razón válida para descalificarlo, como no existe para descalificar un movimiento anti-racista o para defender el fascismo.
Lo único que sustenta esos estereotipos acusadores es la rabia y el pánico,por parte de algunos hombres, a perder su posición de dominio. De ellos y de los y las papanatas entre los que consiguen crear un estado de opinión.
En El País de hoy viene una entrevista con Nadine Trintignant. Contiene una verdad para no olvidar. Copio:
" A estos maltratadores no les interesan las sumisas. Buscan mujeres libres para someterlas. Cuanto más libres, más se ceban. El maltrato es una exhibición de dominio. No existe un perfil de maltratada, pero sí de maltratador. Se da en todas las clases sociales y en todas las ideologías, también en la izquierda. No son bestias: los animales no matan a sus parejas. Su pauta es apartar a las víctimas de los suyos, aislarlas."
Es el viejo divide y vencerás.
Lo peor es que se imponga socialmente el estereotipo de que ser feminista es algo negativo. Así tienen más de media batalla ganada.
Bambolia -
Es que ando algo cansada de tanto estereotipo acusador, como si reclamar por algo que se puede mejorar fuese un delito. La frase de la autora que cita C.Alborch sería un excelente eslogan sobre la situación:
"no he podido descubrir exactamente qué es el feminismo: lo único que sé es que la gente me llama feminista cada vez que expreso sentimientos que me diferencian de un felpudo".
Y es que ya está bien...
Ana -
Bambolia -
Yo prefiero tener algún que otro agujero en el bolsillo a tener que aguantar a un tipo en mi casa, supeditada a sus caprichos, por el mero hecho de que me pague las facturas.
¡Qué irónica, eMe! :-)
eMe -
Bambolia -
De todas formas, aquí hay más información que en la primera entrada de "Sola" porque he entresacado los párrafos que me han parecido más interesantes.