En la mesita de noche
Tengo una mala costumbre. O buena, que tampoco sé con certeza qué calificación darle. Quizás no sea ni buena ni mala. Es, sin más aditivos.
Cuando un libro despierta mi curiosidad no soy capaz de frenarme y posponer su lectura hasta el momento en el que termine el que lleve entre manos entonces, con lo que ocurren cosas como la que se contempla en la fotografía: cinco libros en la mesita de noche. Cinco libros a medias. O para ser más exacta, alguno casi acabado, otros recién comenzados y un par de lectura repetitiva. Aunque desde que hice la foto hasta ahora, ya he finalizado uno. Allá van los títulos:
"El vagón de las mujeres" de Anita Nair, recién rescatado de la casa de un familiar que me lo había tomado "prestado".
"Gente que vino a mi boda", de Soledad Puértolas. Me faltan tres relatos -al menos, eso creo-. A destacar el cuento "La necesidad de marcharse de todos los sitios".
"La sombra del viento", de Luis Zafón. Sólo he leido seis páginas. Creo que estaba demasiado cansada cuando lo comencé -curiosamente, cuando he abierto el enlace de El Mundo que el Google me ha facilitado, tenía el bolígrafo en la boca, colocado de la misma forma que el autor en su fotografía... ja, soy una replicante-.
"Solas", de Carmen Alborch. Imprescindible.
"El caso de la chica vacilante", de Erle Stanley Gardner, recién acabadito -.
16 comentarios
Bambolia -
A mí me encanta la novela negra, pero la de ciencia ficción nada de nada. Es que me suena todo a mentira -aunque todo es mentira y nada verdad... jajaja-.
Oz quesí -
Bambolia -
Bambolia -
A mí me cuesta horrores. De hecho, el de Solas me costó bastante, pese a entusiasmarme la temática.
De Chomsky no he leido nada, pero es que este señor me persigue desde la facultad y no le tengo demasiada simpatía -rietero que no es muy justo pero las filias y fobias van conformando los gustos; al menos, esa es la sensación que tengo-.
De Sánchez Dragó leí hace muchos años "El dorado" y me gustó. No sé cómo afrontaría ahora un libro de este señor. Seguramente, si fuese una novela, bien. Otra cosa sería un ensayo...
No conocía a María González. La apunto -de todas formas, tampoco es tan extraño en mí, que voy a salto de mata-.
¡Ah! y me apunto el de Sefarad. Lo dejaré para cuando me vaya a Almagro, que seguro que entonces desconecto lo suficiente como para dejarme "embolicar" por las subordinadas interminables.
Bambolia -
Lo de las subordinadas es cierto, quiero decir que un escritor que es capaz de entretenerse de esa forma en dar detalles causa asombro, por decirlo de alguna forma. Al menos a mí me deja ¿patidifusa? -no sé si sería el término correcto, pero se aproxima-. Pero con lo despistada que soy, ese tipo de lectura requiere muchísima concentración y por eso, a veces, me exaspera. Quizás no sea justa con el escritor, pero como él no se va a enterar... :-) Es curioso, pero con los grandes tochos-novelas que se escribían en el siglo XIX no me ha ocurrido igual: La Regenta me cautivó, y los dos primeros que leí de Wilkie Collins, La dama de blanco y La piedra lunar me dejaron pendiente a casi todas horas de ellos hasta que los finalicé -no pretendo comparar un tipo de narrativa con otro, sólo cito ejemplos-.
Kiri -
Aber -
A ratos he odiado a Muñoz Molina por escribir así, y a ratos me he quedado con la boca abierta al ver cómo despliega detalles oración subordinada tras otra. Vamos, estoy entre el odio y la admiración, pero me gusta en términos generales.
Pablo Santiago -
Yo también llevo varios a la vez. Me gustan mucho los ensayos y los libros de reflexiones, tipo diarios. Impagable el último de Escohotado, "Sesenta semanas en el trópico"; también estoy con Noam Chomsky, "El nuevo orden mundial (y el viejo)", necesario para entender el imperialismo yanki; "Guardianes de leyendas", de María González, una escritora valenciana amiga; "Yo, José, padre de Dios", de Barragán, entretenido; y el más tostón, aunque tras conocerlo y hablar con él ha cambiado mi opinión del autor, "Gárgoris y Habidis", de Sánchez Dragó. Un libro dedicado se lee mejor, palabra.
Bambolia -
No he visto esa peli. La buscaré en el videoclub, a ver si tengo suerte. Sí, hace de comisario. A mí sí que me gusta ver las pelis después de leer los libros, aunque a veces la historia no sea exactamente igual. Es el caso de Plenilunio, en la que el final se trastoca un poco -con el consentimiento del autor, que participó en la elaboración del guión-.
Hace poco leí "La joven de la perla" -me encantó- y me quedé con las ganas de ver la película, que entonces estaba en cartel.
Me pasa al contrario que a ti: para mi resulta gratificante ver cómo otras personas vieron una historia que he colocado en "mi espacio". Como cuando un amigo que ha presenciado, por ejemplo, un concierto musical, le cuenta a un tercero que no estuvo cómo fue todo. Tú estás presente y puedes matizar, o corroborar o discrepar.
Anaijim -
Lo que no puedo es ver una peli después de haber leído el libro. Me he montado ya los personajes en la cabeza y como que me da rabia que les pongan otra cara. En fin, manías. Miguel Ángel Solá me impresionó en "La Playa de los Galgos". Supongo que en Plenilunio haría de comisario, ¿no? :)
Bambolia -
¿Cuando paseas a los perros puedes leer? A mí Zas me pega tantos tirones que sería imposible. No lo puedo dejar suelto sino es en el campo.
Anaijim -
De los tuyos he leído "Solas" (hace ya algún tiempo, mira, me has animado, lo releeré) y "La sombra del viento", entretenida.
A mí Plenilunio me gustó muchísimo, y Sefarad también. Creo que en esto no coincidimos...
Bambolia -
Oz, digo yo que tu mesita de noche será una mesa camilla de un metro de diámetro ¿no?
Fri, a mí me pasa parecido, pero no por los mismos motivos, :-)
Aber, el de Roberto Bolaño lo tengo pendiente.
¿No te parece un poco plasta Muñoz Molina? Sólo he leido de él "Plenilunio" y me salté infinidad de páginas... esas subordinadas interminables me sacaban de mis casillas.
Oz idem -
Fri -
Aber -
Tengo un buen montoncito de libros en la mesita de noche:
- Roberto Bolaño, "Los detectives salvajes" (le dedico una lectura pausada para no acabarlo nunca).
- José Antonio Marina, "La selva del lenguaje".
- Antonio Muñoz Molina, "Sefarad".
- Julio Cortázar, "La vuelta al día en ochenta mundos" (éste lo tengo leído, pero lo dejo ahí por cariño).
- J.R. Searle, "Razones para actuar".
- Saúl Yúrkievich, "Del arte verbal".
- Carme Riera, "Partidarios de la felicidad" (antología poética de la generación del 50).
Si dentro de cinco años volvemos a hablar de los libros que habitan la mesita de noche, puedo asegurar que los huéspedes seguirán siendo los mismos...