La mirada interior
"La confianza en nuestras capacidades, así como el platónico amor racional a uno mismo, resulta necesario para poder amar a otras personas o para estar sola en las mejores condiciones. Muchas mujeres crecen con la sensación de ser la mitad de una persona, ya que se fomenta en ellas la idea de que no son nada sin un hombre. Y, a raíz de considerarse seres incompletos, buscan en el otro aquello que ellas no poseen: el resto de sí mismas. Hay mujeres que han llegado a descubrir que su obsesión por los hombres egocéntricos se debía a que su propio yo estaba poco desarrollado, y de este modo buscaban una seguridad e identidad de la que se sentían interiormente carentes.
De ahí que incurramos en el error de enamorarnos de alguien por lo que necesitamos y no por cómo es la otra persona. Así, utilizamos un yo falseado para conseguir que un hombre se enamore de nosotras y, cuando lo conseguimos, seguimos representando el papel, hasta que en un momento determinado nos encontramos solas y deprimidas, agotadas y erosionadas en nuestro propio ser. Se supone que entonces reaccionamos y nos preguntamos: ¿estás dispuesta a condenarte a esto, a continuar con algo que realmente no te conviene?
En "El segundo sexo", Simone de Beauvoir describe a la mujer enamorada como alguien que sólo puede lograr la trascendencia a través de su amor por otro; una mujer que capta realmente su propio valor en el momento de sentir sobre sí la mirada adoradora de un hombre. Incapaz de actuar en un mundo más extenso o de formarse una identidad, esta mujer se ve forzada a adherirse al poder masculino a fin de liberarse de la ansiedad de su propia impotencia. Y como el amor romántico es casi el único camino que una mujer, salvo excepciones, tiene para llegar a la aventura y la trascendencia, éste llega a convertirse en una obsesión.
De esta manera, el amor romántico se convirtió en un fin en sí mismo: con el sacrificio por amor se obtiene la salvación. Basado en la ilusión, su proyección consiste en sobrepasar las propias limitaciones. Los amantes se idealizan mutuamente, ven en el otro cualidades que no tiene, se atraen por la intensidad de sus sentimientos, por la seguridad de sentirse auténticos complementos. Y el erotismo, por su parte, les lleva a la esperanza de una fusión que les traerá la plenitud y el fin de la soledad. Estos sentimientos acompañan las primeras etapas de la mayoría de las relaciones eróticos-amorosas y no tienen por qué destruirse, si se pasa a una etapa siguiente. Sin embargo, las mujeres se han quedado frecuentemente con esta fijación porque no han desarrollado ni delimitado su identidad propia, y se han confundido y atado a sus amantes creando una dependencia que les genera una gran ansiedad. Hemos pasado mucho tiempo centrando nuestra felicidad, nuestro estado de ánimo y nuestra propia valoración en la mirada del otro.
Por todo esto, las feministas cuestionan desde hace tiempo el precio que pagamos por mantener relaciones así, e imaginan otro tipo de amor, un amor ideal que progresivamente incorpore la independencia a la relación."
Fragmento de "La mirada interior", incluido en el capítulo "El mapa emocional y las reglas del juego" del libro "Solas" de Carmen Alborch.
33 comentarios
Kiri -
A mí me desespera ver a las personas que quiero paralizadas en el sufrimiento. LLega un momento en que no lo puedo soportar y me largo. Tal vez hago mal. Bueno, nunca me largo del todo, siempre me pueden encontrar si me necesitan.
Es que yo he llegado a la conclusión de que situaciones así rara vez se arreglan si no hacen crisis. Y, cuando hacen crisis, igual el desastre ya está servido.
Quién sabe, a lo mejor tu amiga se da cuenta de lo que le pasa antes de que sea tarde y ahí sí que puedes, a lo mejor, ayudarla. Pero tiene que darse cuenta ella.
Desde luego, nunca se debe claudicar en lo más básico de uno mismo. Mi madre me lo decía siempre: que, por encima de todo, conservara mi independencia económica. Tal vez, si ella la hubiera tenido, habría sido más feliz.
Bambolia -
Y pensar que yo estuve a punto de hacer eso mismo... ¡bendita la hora en la que me dieron con la puerta en las narices!.
Kiri -
Bambi, hay muchísimos casos como ese tan triste que has descrito.
Yo trabajo en una oficina del sitio ese de cuyo nombre no quiero acordarme, ese que tendría que proporcionar trabajo y ejem...
Hay montones de mujeres en esa situación. Es la esclavitud pura y dura, ni más ni menos.
Desde luego, como has escrito antes, el primer paso es la independencia económica.
Bambolia -
Kiri, tienes razón en que viendo lo que hay, la comodidad prima y se necesita mucho coraje para salir adelante... yo soy la primera que ando algo cansada de estar repitiendo a todas horas la misma cantinela, para que no me avasallen. Es lo que decía de justificar cada una de las cosas que dices o haces que se salen un poco de lo "habitual" -manda narices con la normalidad de andar por casa-.
Pero estoy convencida de que tras esa comodidad se esconde un miedo aterrador a salir ahí fuera y hundirse en la miseria, porque se sale sin casi elementos para poder tirar hacia adelante.
Una amiga lleva casada con su chico desde hace quince años. Sé que no está bien con él y que han llegado a tener problemas muy serios, cercanos a los malos tratos. Ella hace ya mucho tiempo que es alcohólica, aunque claro, esto no lo reconocerá jamás. Y como dejo su trabajo para tener a sus hijos, ahora, si quiere salir a la calle, no tiene nada: una mano delante y otra detrás. Así de triste. Y dile algo que se hace la sueca.
He llegado a pensar que prefiere pasar por escucharse cuatro gritos y aguantar dos borracheras mal llevadas, con tal de tener dinero en casa para dar de comer a sus hijos y poder vestirse ella. Y eso, de verdad, es de lo más denigrante que existe.
Kiri -
Hay demasiada comodidad en la dependencia. Comodidad completamente ilusoria y que pasa, tarde o temprano, facturas brutales. Pero que, como parece que va tapando agujeros de momento, aunque sea a costa de abrir otros más grandes, pues la peña se aferra como desesperaos.
El ser humano es extraño.
A veces parece que sólo aspiremos a saciar el hambre del momento: el hambre de aprobación, de compañía, de sexo... Y está bien saciar el hambre. Lo malo es saciarla con angustia, como si no quedara más solución que aferrarte a lo conocido, a lo consabido. Como si te fueras a morir de hambre ya mismo, antes de la puesta de sol.
Con miedo y con ninguna confianza en uno mismo para salir adelante por tus propios medios.
Y no hay tanta prisa.
Hay que pararse a pensar y a sentir, a escucharse uno y entender lo que necesitamos de verdad.
Unos caminos terminan y empiezan otros.
Lo que pasa es que, como dicen en mi pueblo, cuando un tonto coje un camino, el camino se acaba pero el tonto sigue.
Y me voy a la cama, que estoy matá. Muy bien matá, porque me he pasado la tarde paseando y riendo con mi niña, pero matá al fin y al cabo.
Bambolia -
"La mujer invisible
La vida con Emilio era buena. Me gustaba. Viajábamos mucho, salíamos a los restaurantes, me hacía regalos, y hasta dejé de trabajar cuando me quedé embarazada de nuestra hija. Me cuidaba y se preocupaba por mí. Estaba bien. O así lo creía entonces. El único problema era que pretendía que viviera mi vida a través de la suya. Tardé cuatro años en darme cuenta y otros cuatro en salir de sus dominios. No fue nada fácil. Aquí empezaron los problemas. Y fueron muy gordos".
Sonia, de treinta y seis años, arquitecto, que trabaja como profesora de dibujo en un instituto, no comprende cómo pudo dejarse manipular de ese modo y aceptar tan fácilmente vivir en una especie de jaula de oro. Su vida ahora es complicada, y tiene que luchar con mil pequeños sinsabores domésticos y laborales, pero es ella misma, y cuando mira hacia atrás, no se reconoce.
En la pareja, tradicionalmente, ha dominado el marido; lo que ha propiciado un tipo de mujer sumisa, complaciente, discreta, plegada a las decisiones del varón; ella ha sido una especie de ser invisible para todo lo que no fuera las labores domésticas y el cuidado de los hijos. Pero hace ya tiempo que las mujeres se rebelaron contra este papel secundario y dependiente; y aunque sigue sin existir una igualdad real, las mujeres tienen voz propia y pueden vivir al mismo nivel su relación afectiva.
No todas, sin embargo.
El peso de la tradición es muy fuerte y en el inconsciente colectivo todavía se palpa una atmósfera afectiva viciada, que puede estar marcada por esa dominación masculina, que a veces se ejerce de un modo más sutil, o por la notoria dependencia de algunas mujeres que buscan que alguien guíe sus pasos.
Esto último es lo que Colette Dowling denomina "El complejo de Cenicienta" en su libro del mismo título, y que se manifiesta en esa necesidad de dependencia hacia el hombre, inculcada desde la infancia. Sostiene la autora que, como en un cuento de hadas, a las niñas se les enseña que algún día serán salvadas; añade que no se les educa para cuidar de sí mismas ni hacer valer sus propios derechos. La independencia femenina para Colette Dowling es más ficticia que real, y constituye solo una fachada adecuada a los tiempos, que en cualquier momento de crisis se derrumba y vuelve a aflorar el deseo de que alguien nos cuide y proteja.
El deseo de ser salvadas continúa, incluso, en el inconsciente de mujeres independientes y de gran éxito profesional que, sin embargo, en su interior se sienten temerosas, muy inseguras, y que en la pareja necesitan continuamente la aprobación del otro, su halago, su compañía, su mano..., sin atreverse a dar pasos solas.
Otras mujeres, por intentar complacer a su pareja, a la que no quieren perder bajo ningún concepto, son capaces de renunciar a su identidad y, a la larga, dejar de ser ellas mismas.
A pesar del avance del feminismo, sigue siendo todavía muy común esta opción, porque la sociedad considera secundario el trabajo de la mujer casada. Una segregación que no se permitió -hace casi medio siglo- la admirable Simone de Beauvoir.
La autora de "El segundo sexo", una joven muy enamorada del pensador Jean-Paul Sartre, no quiso traicionarse a sí misma ni vivir a la sombra del "gran hombre", así que decidió separarse de él y continuar sola con su vocación literaria y ensayística. Una vez que hubo logrado un reconocimiento individual y era ya dueña de su vida y su destino, volvió con el autor de "La náusea", y formaron una pareja que, si no fue totalmente equilibrada -y las cartas publicadas entre ambos lo han confirmado-, sí que permitió, al menos, que cada uno pudiera desarrollar su propia personalidad"
Extracto de "Cuando mi pareja se fue", de Suzanne Cohen y José Mª Plaza
Bambolia -
Completamente de acuerdo en que el amor que te corta las alas y te somete no es amor, pero lamentablemente, ese "no amor" es el que más existe: ¿cuántas veces, en una relación en la que cada uno vive en una ciudad, es el hombre el que deja su trabajo para conseguir estar juntos? Sí, sí, lo sé: se atiende a razones de dinero, principalmente, pero eso no sería así, seguramente, si se cumpliera la máxima de a igual trabajo, igual sueldo -es tan solo un ejemplo-.
Has dado en el clavo cuando dices que lo que se necesita es más cultura, y quizás yo voy más lejos: se necesita amplitud de pensamiento, mucho. Y eso, generalmente, sólo se consigue a base de enriquecimiento personal. Por desgracia, lo principal sería que todas tuviesen independencia económica para no depender de un tercero...
Bambolia -
Si entendemos lo de "estar completos" como algo parecido a cerrar el círculo, a que ya no falta nada para poder disfrutar de la vida, para poder afrontar los problemas, para sentirse a gusto en la piel de una, creo, sinceramente, que no se necesita de otro para conseguirlo.
El tener pareja puede "aumentar" esa sensación de casi perfección, pero no la otorga per se, no sé si me explico.
Lo que no tengo demasiado claro es cómo se enamora una de los defectos del otro: en todo caso, yo al menos, lo que haría sería aceptarlos, pero enamorarme de ellos...
Parto de la base de que para mí, enamorarse significa algo agradable, cuanto más mejor. Y después, dentro de una situación, ser capaz de comprender que nadie es perfecto y que lo que no quiero para mí no se lo deseo a los demás.
Bambolia -
A mí me da en la nariz de que, en teoría, somos muchas, muchísimas las que tenemos medianamente claro el hecho de que no somos seres incompletos, pero el problema surge cuando tienes que estar constantemente demostrándolo, porque los que te rodean cuestionan absolutamente todo lo que haces por el mero hecho de ser mujer. Y eso pasa, sencillamente, porque el hombre, de puertas para afuera, entiende y asume que no existe diferencia que justifique una desigualdad en derechos y en trato, pero ¡aysss! cuando el coco irracional comienza a funcionar, la cosa es bien distinta... y claro, se comienzan a poner impedimentos, y ante los impedimentos, una empieza a dar razones y razones y razones y más raozones, hasta que una se cansa y lo manda todo a tomar por viento.
Manuela -
Anónimo -
Creo que todos estamos más completos con una pareja, ya sea hombre o mujer. Pero desde luego una persona no ha de tratar de completar su personalidad, eso es cosa de cada uno.
"Los amantes se idealizan mutuamente, ven en el otro cualidades que no tiene, se atraen por la intensidad de sus sentimientos, por la seguridad de sentirse auténticos complementos."
Lo bueno es enamorarse de los defectos del contrario, de las virtudes se enamora cualquiera.
"Sin embargo, las mujeres se han quedado frecuentemente con esta fijación porque no han desarrollado ni delimitado su identidad propia, y se han confundido y atado a sus amantes creando una dependencia que les genera una gran ansiedad."
El amor que te acorta las alas y te somete no es amor. El compañero/a ideal es el que te acompaña y anima a trazar tu propio camino, no el suyo. Claro está esto ha de ser recrípoco. Y mucha culpa de que algunas mujeres sientan así nacen de la educación que reciben en el hogar paterno.
Oz, no me considero ni machista ni feminista, simplemente persona, igual que tú. Ni más ni menos que nadie.
Lo que muchas mujeres necesitan es más cultura y por supuesto una independencia económica que no las obliguen a estar sometidas a nadie, maridos o padres.
Kiri -
Igual pasa lo mismo con las mujeres y es que yo me fijo menos. O a lo mejor es que somos más efectivas para cambiar nuestro comportamietno, ya que, por educación, somos más autocríticas y más severas jueces de nosotras mismas. El día que las mujeres dejemos de creer en nuestro fuero interno que somos seres incompletos, necesitados de un hombre para ser personas de verdad, y el día que los varones que nos rodean aprendan a respetar eso (porque no han aprendido todavía), seremos todos bastante más felices.
Si tú quieres, Bambi, seguiremos con el tema cuando vuelvas.
Bambolia -
En realidad, el texto lo puse porque de cuando en cuando releo ese libro y la noche anterior cayó ese capítulo, y como hacía días que quería hablar sobre lo que supone vivir sola -o solo, lo que ocurre es que no sé las trabas con las que pueden tropezar los hombres si deciden no seguir la trayectoria más habitual de casarse o vivir en pareja- y quería calentar motores: la última frase del texto sería la puerta abierta para ese planteamiento, y por ahí tengo algunos enlaces preparados. Lo que ocurre es que como el sábado me voy y no vuelvo hasta el día 12, no me apetece publicarlo ahora, porque no podría participar en el debate, si llega a producirse.
anathema -
ana: es que hacía tiempo que no encontraba una narradora (o narrador) con un cierto nivel de ternura (aparte de Benedetti, Baricco o Calvino). fue una grata sorpresa encontrar a la malograda Dulce Chacón. más vale tarde que nunca.
Ana -
Bambolia -
Por cierto, el foro no tiene mensajes: lo dieron de baja creo que por algo de insultos o parecido y ayer le volvieron a dar vía libre, con lo que no me pude enterar si alguno más dudaba de si tu foto te la habías hecho tú, :-P
Bambolia -
Por supuesto, los tópicos y demás son el pan nuestro de cada día y por ejemplo, el día que yo empecé a tener claro que no se quería más o menos a un hombre por no echarlo en falta a todas horas, creo que se me despejó el horizonte de golpe, y ese, por desgracia, es un topicazo del veinte y que queda fenomenal cuando se lo dices al otro: "es que te necesito, sin ti no puedo vivir". Pues oiga usted, yo por mí, mejor que no me eche de menos, porque sería una putada que se muriese por una tontería de ese calibre... No sé si me explico, :-(
Bambolia -
Anathema, el mensaje era pa to quisqui, :-) , o sea que, nunca está de más conocer más opiniones, y si son de hombres, más mejor -como dicen por los Terueles-.
De todo lo que dice Carmen Alborch en el párrafo que traje a la bitácora, yo me quedaría con lo de que nos enamoramos de la otra persona por lo que vemos que ésta puede ofrecernos: cubrimos nuestras carencias con las cualidades del otro, y claro, cuando el otro falta, se le soltaron los tornillos al mecano. Y eso, en el caso de las mujeres, es mucho más patente y por desgracia, se da con más frecuencia: dar y dar y dar para que te "paguen" con la palmadita en el hombro, como el que ha hecho un buen trabajo -todo esto, claro está, no es un comportamiento racionalizado; nos moveríamos a razón de conductas aprendidas y machadas hasta la saciedad-.
De todas formas, en general, lo primordial sería el elevar la autoestima: no sé que les pasará a los demás, pero al menos a mí, cuando tengo la moral por los suelos, tipo "necesito una escoba urgentemente", cualquier cosa que me digan que tenga un matiz más o menos agradable, me convierte en una "presa fácil" y me caigo con todo el equipo. Vamos, que me lo creo casi todo. Y eso, lamentablemente, me ha hecho cometer innumerables equivocaciones, debido a que me ha cegado un falso romanticismo y un erradísimo principio: "lo que haga falta por la relación, mi chico se lo merece". Y no hay nada más falso que eso: no todo vale y no todo funciona al final. Pero claro, eso lo sé ahora.
anathema -
anathema -
Bambolia -
Me apunto el libro de Anteles Mastretta. A ver si tengo suerte y lo tienen en la biblioteca y me lo llevo también, :-)
Sigo dentro de un rato -¿acabaré algún día con lo que llevo entre manos? argggg!!!-
Ana -
Es que me parece "la bomba" que en un par de ocasiones hemos sacado temas comunes, este texto es muy bueno, gracias. Os recomiendo una novelita es fresca, como la autora, y habla del descubrimiento de la protagonista mujer de su ser mujer desde los tópicos que la sociedad ha impuesto, creo que es de 1996, si no recuerdo mal, paso la referencia. Angeles Mastretta, Arráncame la vida, Seix Barral. Disfrutadla.
Bambolia -
Luego escribo sobre el asunto, que ando liadilla.
Bambolia -
¿Qué es ser intelectual, Oz, leer un ensayo sobre cómo ve una mujer el hecho de vivir sola? Me da a mí que no, pero bueno...
Oz feminista -
Kiri -
Aquí se han escrito cosas muy intresantes desde esta mañana y yo, como siempre, sin tiempo. Luego volveré y leeré despacio.
anathema -
anathema -
(este comentario de mi Bambolíssima también valía para chicos ¿no? ah... espero)
Aber -
Bambolia -
Creo que, ciertamente, es una lucha titánica, sí. Y una lucha en la que se pierde muchas veces el norte, sobre todo, debido a la presión social, a las recomendaciones de "buen fondo", y a nuestras propias vacilaciones y meteduras de pata.
Es triste, muy triste, ver a otras mujeres transigiendo casi con cualquier cosa para que su estabilidad aparente no se vaya al garete. Y que vivan a través de los otros... pero generalmente ni tan siquiera desean hablar de esos sentimientos: los niegan, con lo que la anulación es total. No existe, por tanto no hay problema.
Lo curioso de esta situación, cuando medianamente tienes claro que es lo que no deseas y lo expones y compartes es que te tienes que escuchar que tu postura es una forma de contento, de consuelo, ante la imposibilidad de establecer una relación emocional al uso. O sea, que visto desde fuera es como una nueva modalidad de divertimento de las solteronas.
El romanticismo es un arma de doble filo, por no decir que sólo tiene un filo y que tiene muy poco de positivo. Al menos, el romanticismo místico, el que trasciende hasta el infinito, el que elimina la capacidad de pensar con los pies en la tierra...
Kiri, debemos de aprender a cambiar la "cartera de miedos", a sustituirlos, en definitiva, a canjear inseguridades -provocadas por la desafectación de otros y por el populismo de casino- por elementos de protección.
Anaijim -
Por lo menos me consuela ver que no soy la única "rara" :)
Bambolia -
Kiri -
Nos estorba en forma de miedo a la soledad, al abandono, al fracaso, a muchas cosas.
Pero de verdad que creo, pienso y siento, con toda mi alma, que no hay lucha en el mundo que merezca mas la pena.
Ya, ya se que no he puesto tildes, ya.