De los experimentos sociológicos y tal
Odio planchar. Y como lo odio tanto, para que me resulte menos gravoso, cuando decido ponerme a la faena, me rodeo de comodidades o procuro buscarme un entretenimiento que no requiera demasiada atención. En resumen: me coloco la tabla de planchar delante del televisor y el mando al alcance de mi mano. Anoche dediqué mi tiempo a tan desafortunado quehacer y lo cierto es que la mala leche que llevaba encima por tener que quitarle las arrugas a unas cuantas camisas se me fue, casi de golpe, gracias a dos ratillos en los que estuve viendo la gala semanal de Gran Hermano.
Es curioso cómo he evolucionado con respecto a lo que este programa me sugiere: todavía recuerdo que en la época en la que se estrenó, me sumé a la tendencia condenatoria que, cual espuma de afeitar, creció con una rapidez casi inaudita. Que si era telebasura, que si qué vergüenza, que si a dónde vamos a conducir a España con espectáculos de este tipo... Vamos, que fui borrego de los de fácil entrada en el redil. Muy puesta yo en la posición de la intelectual progre que desprecia a los que ven cierto tipo de "subproductos" televisivos -valga esta confesión para redimirme ¿vale? ;-P -. A estas alturas de la película, y con un "talante" -Zapatero se ha cargado una de mis palabras favoritas... ¡aysssss!- más abierto y menos inquisitorial, he llegado a la conclusión de que cada cual vea lo que le plazca y de que, aunque suene a tópico, de todo se aprende, hasta de Gran Hermano.
A lo que iba: anoche flipé a colorines. Pero a muchos colorines. Porque si en la edición anterior ya fue desconcertante que ganase una niña-mujer-niña, que como modelo de vida defendía algo llamado flowers power -creo que es el poder de las flores o parecido- y que en realidad era una señorita histérica, con desvarios mentales evidentes y unos altibajos en su comportamiento de aquí no te menees -eso sí, buena, era muy buena; muy tierna y muy romántica...-, en ésta, los concursantes que han seleccionado son la repera, por no decir la rehostia.
Emitieron una serie de imágenes de lo que parece ser un problema recurrente de convivencia entre ellos: discusiones y más discusiones. Creo que en mi vida he visto algo así. Gritos y gritos y gritos y gritos y más gritos. Chulería, prepotencia y una clara predisposición a la falta de entendimiento. Destacable: una chica llamada Bea, que es ex-legionaria. Con ella fue con la que flipé a colorines. Sus ataques de ¿histeria? ¿agresividad? son para que algún investigador del comportamiento humano en sociedad les dedique unas cuantas horas de estudio.
¿Y por qué cuento todo esto? Pues porque cada vez estoy más convencida de que las justificaciones morales que la presentadora del programa, Mercedes Milá, ofrece a los espectadores, a la menor ocasión y sin que vengan a cuento, para darle un aire de "seriedad" a la producción televisiva o restarle la apariencia de chafarderismo barato que se regala en cada minuto de emisión, están dejando de ser eso, justificaciones morales y se acercan cada vez más a una realidad palpable y evidente: sí que son experimentos sociológicos, sí. Y sí que sirven para ver qué es capaz de hacer una persona por alcanzar la fama rápidamente, sin más mérito que el de reunir un perfil conveniente.
Guste o no, las malas formas, la falta de respeto y los trepas han existido siempre.
Pdta. Y por favor, que no los quiten de la programación televisiva: de alguna manera he de creerme mejor a los que me rodean... y este tipo de inventos sociológicos hacen que me crezca y me considere infinítamente superior a la vulgaridad callejera que tanto me gusta contemplar, :-) -de ésta, me sumo tropecientos puntos en la escala de la Hiper-Mega-Ironía de andar por casa-.
Es curioso cómo he evolucionado con respecto a lo que este programa me sugiere: todavía recuerdo que en la época en la que se estrenó, me sumé a la tendencia condenatoria que, cual espuma de afeitar, creció con una rapidez casi inaudita. Que si era telebasura, que si qué vergüenza, que si a dónde vamos a conducir a España con espectáculos de este tipo... Vamos, que fui borrego de los de fácil entrada en el redil. Muy puesta yo en la posición de la intelectual progre que desprecia a los que ven cierto tipo de "subproductos" televisivos -valga esta confesión para redimirme ¿vale? ;-P -. A estas alturas de la película, y con un "talante" -Zapatero se ha cargado una de mis palabras favoritas... ¡aysssss!- más abierto y menos inquisitorial, he llegado a la conclusión de que cada cual vea lo que le plazca y de que, aunque suene a tópico, de todo se aprende, hasta de Gran Hermano.
A lo que iba: anoche flipé a colorines. Pero a muchos colorines. Porque si en la edición anterior ya fue desconcertante que ganase una niña-mujer-niña, que como modelo de vida defendía algo llamado flowers power -creo que es el poder de las flores o parecido- y que en realidad era una señorita histérica, con desvarios mentales evidentes y unos altibajos en su comportamiento de aquí no te menees -eso sí, buena, era muy buena; muy tierna y muy romántica...-, en ésta, los concursantes que han seleccionado son la repera, por no decir la rehostia.
Emitieron una serie de imágenes de lo que parece ser un problema recurrente de convivencia entre ellos: discusiones y más discusiones. Creo que en mi vida he visto algo así. Gritos y gritos y gritos y gritos y más gritos. Chulería, prepotencia y una clara predisposición a la falta de entendimiento. Destacable: una chica llamada Bea, que es ex-legionaria. Con ella fue con la que flipé a colorines. Sus ataques de ¿histeria? ¿agresividad? son para que algún investigador del comportamiento humano en sociedad les dedique unas cuantas horas de estudio.
¿Y por qué cuento todo esto? Pues porque cada vez estoy más convencida de que las justificaciones morales que la presentadora del programa, Mercedes Milá, ofrece a los espectadores, a la menor ocasión y sin que vengan a cuento, para darle un aire de "seriedad" a la producción televisiva o restarle la apariencia de chafarderismo barato que se regala en cada minuto de emisión, están dejando de ser eso, justificaciones morales y se acercan cada vez más a una realidad palpable y evidente: sí que son experimentos sociológicos, sí. Y sí que sirven para ver qué es capaz de hacer una persona por alcanzar la fama rápidamente, sin más mérito que el de reunir un perfil conveniente.
Guste o no, las malas formas, la falta de respeto y los trepas han existido siempre.
Pdta. Y por favor, que no los quiten de la programación televisiva: de alguna manera he de creerme mejor a los que me rodean... y este tipo de inventos sociológicos hacen que me crezca y me considere infinítamente superior a la vulgaridad callejera que tanto me gusta contemplar, :-) -de ésta, me sumo tropecientos puntos en la escala de la Hiper-Mega-Ironía de andar por casa-.
16 comentarios
BAmbolia -
Hester, el famoseo en el que deriva Gran Hermano es más que decadente: es chabacano en un estado casi puro, pero es lo que hay... mientras se puedan hacer otras cosas para llenar esos huecos de ocio, a mí no me asusta demasiado. El problema creo que sería muy serio si sólo existiera eso y no hubiesen ni cines, ni teatros, ni libros, ni juegos de mesa, etc.
Bambolia -
¡Ah! y sí que se les ve el plumero a los que hacen el casting, sí: se nota a la legua que buscan gente con un pasado un tanto peculiar -por relaciones personales o por situaciones vividas- para poder luego explotarlo, tal y como dice Jesús que va a pasar con el sevillano.
Bambolia -
En cuanto a lo del narcisismo y la autoestima: es primordial quererse, pero creo que una aprende a quererse más y mejor cuando entiende que no es necesario ser la mejor en todo y que para vivir no es necesaria la lucha y el enfrentamiento constante con el/los otro/s para demostrarse a una misma que se tiene validez como persona. Desde hace ya tiempo que tengo la impresión de que muchos complejos de inferioridad nacen de ese desaforado intento de llegar el primero a todas partes, de superar metas y más metas, y sobre todo, si éstas son materiales, la cosa aún es más gravosa.
La competitividad es buena porque sino la especie no hubiese evolucionado: el tan traido y mencionado instinto de supervivencia. Pero hoy en día se busca la competición en casi cualquier cosa que se hace, hasta en los actos lúdicos, y a mí, sinceramente, eso no me cabe en la cabeza. Es más, no le veo la gracia por ninguna parte.
Quizás todo esto que cuento sea producto de una justificación elaborada por mi coco para no sufrir cada vez que me siento perdedora...
Llevo tiempo repitiéndome que obligaciones, en la vida, las justas y necesarias, y quizás con la competición sea algo parecido: la justa y necesaria para sobrevivir en esta sociedad tan llena de trepas y avasalladores.
Aber -
Aber -
Jesús -
Os avanzo un dato:el sevillano que sale ha sido elegido, entre oras cosas,porque hay previsto posteriormente explotar su relación familiar con determinados cantantes y gentes del mundo rosa:concretamente de La señora R. Bollo y del Sr. Pantoja.Atentos.
Hester Prynne -
La_web_ona -
Gru -
Yo no me apuntaría al estudio, eso lo tengo claro. Aparte de mi necesidad de discrección, no podría soportar la convivencia y lo pasaría realmente mal: necesito mucho espacio libre. Mi territorio.
La_web_ona -
Ahora han comenzado, de nuevo, a restrasmitir GH las 24 horas desde la televisón por satélite, y la verdad es que como te sientes delante del televisor te quedas pegada durante horas viendo los extrafalarios que somos los seres humanos.
No me considero ni mejor ni peor que ellos, aunque una cosa tengo clara que les arrean 10 millones de pesetas esten el tiempo que esten en la casa. Y la verdad.......¿os apuntariais al estudio?
Yo a veces lo pìenso.
Gru -
Si las personalidades son extremas, tal y como me ha dicho mi hermana, que lo ve, creo que no vemos a la gente tal y como es en unos estándares más o menos, sino a gente extrema en circunstancias extremas. Y creo que no es exáctamnte lo mismo, aunque resulte interesante y calmante (yo no soy tan bruto ni estoy tan loco como ese pobre que sale ahí).
Estoy de acuerdo en lo que dice Luis sobre los comportamientos hipócritas y sobre el disfraz de las emociones negativas (por eso de la educación y el quedar bien ante todos) pero también creo que sin ese disfraz nos hubiésemos matado a mordiscos. Una cierta dosis de hipocresía social me parece muy sana y necesaria. Otra cosa es cuando esa hipocresía se lleva a los extremos y no te permite vivir, pero el extremo contrario, la sinceridad avasalladora, es igual de tremendo.
Por otra parte, comprender que no somos perfectos y que no podemos con todo es todo un reto. Yo no puedo con ese reto porque necesito autoestima para sobrevivir, así que me suelo dar curas de narcisismo. No sé que haría sin mi ego. ¿He dicho que adoro mi Ego? ;-)
Bambo -
http://www.granhermano.telecinco.es/desarrollo_143.htm
Es cierto que los que han hecho el casting han elegido muy concienzudamente a los concursantes: desde el niño tranquilo que no rompe un plato, hasta el transexual que primero fue mujer y ahora es hombre. Todo un abanico de personalidades, algunas bastantes marcadas por las exageraciones. Al menos, eso es lo que se ve observándolos.
Bambolia -
Más de una vez he dejado escritas por aquí mis comeduras de coco con respecto a la mediocridad y el paso tan grande de gigante que muchos daríamos en la vida si aceptásemos que no es algo negativo, que no es una condena, sino el "estado" social, económico y laboral de la mayoría de la gente que nos rodea. Nos ahorraríamos decpeciones y frustraciones, de verdad.
Por eso cada vez me repatea más esa postura tan de "nosotros somos más que esa gente que ve o consume lo que nosotros mismos les estamos dando". Que es que andamos a vueltas de lo de siempre: hipocresia mal escondida o mal disimulada. O quizás, al contrario; hipocresía muy bien tamizada, que como dice Luis, se presenta ante la sociedad con otros nombres y otros apellidos, como si de eufemismos se tratase, para vendernos la burra y salir airosos de la "pillada en falta".
Luis Muiño -
Gru -
Gru -
El problema que yo veo en esto es que habrá mucha gente que asocie el éxito a ser como los de GH y sigan esos comportamientos.