Francolandia
Hay cosas que resultan incomprensibles. Lo sé, no descubro nada nuevo. De hecho, y sirva como ejemplo, los mandamases de la ICAR están todos los días intentando vendernos la moto con sus dogmas de fe, y aunque parezca increible, existen personas que les hacen caso y se tragan mentiras de magnitudes desproporcionadas. Valga como referencia la de que la madre de Jesús le concibió por inspiración divina, sin ser desvirgada.
Ya digo, para que luego los gurús de la información de masas, se despiporren -literalmente- cuando un casposo sin más luces que las de las bombillas que le alumbran cuando, por la mañana, se afeita en su cuarto de baño, aparece en un medio televisivo diciendo que ha sido abducido por los marcianos y que ha convivido con ellos durante cuatro años, con todo lo que eso conlleva: desde fornicar con seres con siete orificios hasta leer "El Quijote" en sentido inverso, con la finaldad de averiguar el mensaje secreto que Cervantes, en un ardid sin precedentes -ya hubiese querido Dan Brown estar a su altura- en la literatura mundial, quiso transmitir a la Humanidad para que ésta fuese capaz de sobrevivir a la deblacle del Juicio Final -eso es esoterismo y no lo que vende J.J. Benítez-.
Retomo tras la disgresión, que hoy tengo las neuronas un poco más flojas de lo normal: decía que hay cosas que resultan incomprensibles. Ya he puesto un ejemplo en el primer párrafo. He aquí otra muestra de estupidez supina. Se necesita ser mezquino, de verdad.
No me cabe en la cabeza cómo es posible que una persona con dos dedos de frente -o sea, con cordura y raciocino suficiente para comprender el concepto de genocidio y crímenes de lesa humanidad- sea capaz de aplaudir, valorar y querer perpetuar las tropelías que durante casi cuarenta años cometió Francisco Franco.
Lo digo completamente en serio: deberían poner unas cuantas cargas de dinamita y hacer estallar por los aires el Valle de los Caídos. Y antes de todo eso y para que se destruyesen a la vez, haber retirado de las plazas, parques y lugares públicos españoles, todos y cada uno de los elementos "decorativos" creados al efecto de engrandecer la figura del dictador. Y que no me vengan con lo de la memoria histórica y demás argumentos similares: la historia ha sido, fue; no es. No se puede cambiar, ni tan siquiera borrar -aunque algún ex-Grapo de nombre piadoso, procure reescribir los hechos amparándose en un revisionismo historiográfico que da grima-.
Dicen que el tiempo cura todas las heridas y posiblemente sea cierto. Pero lo que sin duda también es cierto es que no existe suficiente distancia histórica como para que reacciones y comportamientos como los de estos -y por desgracia, otros muchos- francomaniacos resulten inocuos. No todas las opiniones se pueden respetar.
Por descontado y en esta ocasión, el/mi buen talante se ha ido por el mismo sumidero por el que a los empresarios mallorquines promotores de esta aberración turística se les coló la integridad moral.
5 comentarios
Ciri -
Bambo -
Seguro que a alguien se le ocurrió hace ya mucho tiempo y yo me desayuno ahora. Eso sí, como sea una primicia bambolera, salgo volando en mi super bólido festero a registrar la idea para que todos los beneficios de tan magnífica creación reviertan en mis bolsillos.
Ciri -
Bambo -
Por descontado, al primero que invitarían para que estrenase las instalaciones de la zona "España es nuestra" del mentado parque temático, sería a José María Manrique, el coronel que estos días pasados fue condenado por falta leve, a ocho días de arresto domiciliario por enviar un proclama golpista a través de la intranet del Ministerio de Defensa.
Ya me veo a los estresados amigos del "se sienten, coño", colocando una reproducción de la figura de Carrillo a tamaño natural en una de las filas de escaños del hemiciclo, para emplearlo como blanco de sus ejercicios de tiro... y mientras tanto, todos a coro, exclamando: "A España servir hasta morir".
¡Qué bonito todo! ¡Cuánto honor recuperado! ¡Cuánta gloria ganada para la posteridad!
Ciri -