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De espaldas

A días

Tontodietas

No, no me he confundido al escribir el titular. Acabo de inventarme un palabro. ¿Por qué? Sencillo: anoche, después de una conversación con una amiga*, traté de encontrar una palabra que resumiese su situación actual -transitoria a todas luces- y no fui capaz de hallarla. Y ya no sólo para referirme a ella en concreto, sino más bien a un grupo determinado de gente que está obsesionada con las dietas milagro. De ahí que se me haya ocurrido lo de juntar dos conceptos y hacer de dos, uno: "tontodietas". En versión femenina sería "tontadietas" -esto lo añado por rellenar, más que nada-.

Veniamos en el coche de recoger unos papeles que ella necesitaba para una consulta médica. Como íbamos dirección a la salida hacia la carretera de Madrid, el atasco era importante. La típica situación: que tal te ha ido hoy; has visto que ya han quitado de la cartelera tal película y bla, bla, bla. En resumidas cuentas: conversación conejil, a salto de mata. Me pregunta que después qué tengo pensado hacer y le digo que ir a comprar al súper porque la nevera tiene telerañas. Me responde que ella también ha de comprar y le digo "ah, pues genial, te vienes conmigo y así te ahorras el viaje cargada". "No, que es que no llevo la lista de los alimentos prohibidos y no me los sé de cabeza". "¿Alimentos prohibidos?" le digo. "Sí, es que mañana quiero comenzar una dieta que está basada en que cada grupo sanguíneo puede comer unos determinados alimentos y otros no".

No puse el grito en el cielo porque me dije a mí misma eso de "niña, aunque esto te huela a camelo de lejos, tú puedes estar equivocada". Me interesé sobre el particular y me explicó que se había comprado un libro en una tienda naturista. Por aquello de "limpiarme por dentro, que sé que estoy comiendo muchas guarrerías últimamente y tengo el estómago sucio". Y tras esa afirmación tan propia de la bisabuela de turno, continuó con su explicación hasta que llegamos a casa.

Esta mañana he estado buscando información al respecto en internet y, para mí sorpresa, es una dieta bastante famosa y que ya lleva tiempo pululando por los boca a boca: son muchísimas referencias en Google... -soy consciente de que un porcentaje no tratará sobre el asunto, pero bueno...-.

En este enlace analizan los pilares sobre los que está basada esta catalogación alimentaria y no sale excesivamente bien parada, la verdad. A mí me huele a tomadura de pelo. Otra más de las muchas que se dan aprovechándose de la necesidad de adelgazar de un importante grupo de personas. Aclaro que a mi amiga no le hace falta perder peso ni de lejos: estará por los 1,70 y creo que pesa 58, por lo que su intención, tal y como me dijo, es la de hacer una cura depurativa y no la de quedarse con una envidiable silueta, entre otras cosas, porque ya la tiene.

Añado algo: no digo que de cuando en cuando no vaya bien "limpiarse por dentro", pero de ahí a someterse a una dieta, sin más, que está basada en la tolerancia o intolerancia a determinados grupos de alimentos según sea el grupo sanguíneo al que pertenezcas, va un trecho. O al menos, a mí, me lo parece. Si una pretende modificar ciertos malos hábitos, como por ejemplo, la toma excesiva de café o de embutidos, lo más normal es que se replantee su forma de alimentarse e intente introducir, poco a poco, buenas costumbres para ir desterrando con el paso del tiempo, las malas. Y sobre todo y por encima de todo, con asesoramiento y control médico. Mi madre siempre me ha dicho que "con la comida no se juega", y creo que tiene muchísima razón.

Insisto: mi amiga no encaja, ni tan siquiera en un 50%, en la definición del palabro "tontodietas", pero ella me recordó a muchas otras personas -mujeres sobre todo-, que cuando llegan estas fechas se creen que los milagros existen y se castigan inútilmente por perder unos quilos que, en muchas ocasiones, ni tan siquiera les sobran, y sobre todo y por encima de todo, el palabro está hecho a la medida de todos aquellos que se han subido al carro de las modas dietéticas, sin cuestionarse, en ningún momento, la validez de las fuentes científicas de donde parten -si existen, que ése es otro cantar- y el condicionante económico que está detrás de las recomendaciones nutricionales de este tipo.

*He dudado en si lo contaba o no, por aquello de la amistad y tal y cual y Pascual, pero... como no deja de ser una mera anécdota y nadie sabe de quién estoy hablando...

Siglas

El sábado por la tarde estuve cerca de hora y media en las inmediaciones del servicio de urgencias del Hospital Clínico de Valencia. Mi padre estaba dentro, acompañado de mi hermana. A mí no se me dan bien los hospitales y preferí esperar en la calle -luego en un aparte contaré lo ocurrido, porque en realidad, no es el motivo de esta entrada-, sentada en un escalón que da acceso a una terraza de un bar que estaba cerrado. Enfrente de mí había aparcadas nueve ambulancias. Nada extraño, por cierto, aunque sí que pensé que eran bastantes. Lo curioso del asunto, o al menos, a mí me lo pareció, fue que si bien en todas estaba pintado el número de emergencias "112", las siglas que las identificaban no eran las mismas en las nueve unidades. Había tres tipos distintos: "S.A.M.U." (Servici d’Asistència médica urgent), "S.V.B." (Suport Vital Bàsic) y "T.N.A." (Transport no Assistit) -no traduzco porque creo que se entiende perfectamente-.

¿Qué diferencia existe entre ellas? En principio, y jugando a adivinar, una puede hacerse una pequeña idea, pero por ejemplo, eso de "soporte vital básico" a mí me suena a casi lo mismo que "servicio de asistencia médica urgente". He buscado información al respecto y he encontrado un artículo de opinión -en valenciano- del SIMAP (Sindicato de Médicos de Asistencia Médica) en relación a lo que existe detrás de esas siglas que el ciudadano no termina de entender pero que identifica como un único servicio de emergencias -¿y por qué no lo llamarán urgencias, cuando en los hospitales sí que se llama así a la cobertura de accidentes y patologías repentinas de enfermedades de aparente gravedad?-: las únicas ambulancias que llevan médico y ATS son las identificadas con las siglas "SAMU". Las otras dos, no. Las de Soporte Vital Básico incluyen un técnico con formación en reanimación básica y las de Transporte no Asistido van solitas; eso sí, con conductor, que resultaría muy descarado hacer que el enfermo ejerciese de chófer, :-/

Hace ya bastante tiempo que tengo claro que una de las formas más rápidas que existen para no hacerse entender es la de reducir casi todo a siglas. En ocasiones ayudan, también es cierto, pero lo de las ambulancias es un claro ejemplo de cómo se puede jugar al despiste si un político hace uso de ellas: no ampliamos el servicio con más personal que es lo que, a la larga, sale más caro y da más problemas. Compramos vehículos, los pintamos a todos de igual manera, los identificamos con el "112", pero les colocamos distintas siglas que, al que las lee y no es un entendido, le suenan a "chino". Y todo arreglado: de cara a la galería, los de la Conselleria de Sanidad son unos tipos comprometidos: han ampliado el parque móvil de ambulancias, ¡qué chachi piruli!

Una ida de olla:

...oyes, tú, que al final me ha tocado aparcar en la ORA -Ordenanza Reguladora de Aparcamiento-, que ya estaba cansada de dar vueltas y vueltas. Fíjate que se me ha puesto hasta dolor de cabeza. Antes de pasar por el SAIP -Servicio de Atención e Información al Paciente- para que me indicaran cómo llegar hasta el pabellón de neurología, me he acercado hasta la cafetería a tomarme un cortado y un AINE -antiinflamatorio no esteroideo- para paliar las secuelas de mi dolor de cabeza, que no veas... Y encima, esta noche, reunión del APA -Asociación de Padres de Alumnos- y mañana he de tener preparado un informe para remitírselo al INE -Instituto Nacional de Estadística- y a las doce he de estar en la AEAT -Agencia Estatal de Administración Tributaria- porque me piden los recibos del aquiler de mi casa de los últimos cinco años. Si a eso le añades que Diego está dale que te pego, empeñado en que le acompañe pasado mañana a una conferencia sobre las AMD -Armas de Destrucción Masiva- y en que conozca a su ex, que ha llegado a la ciudad porque ha sacado plaza de MIR -Médico interno residente- en el Hospital La Fe... Hija, no, la que tú dices es Pau, la que trabajaba en RENFE -Red Nacional de Ferrocarriles Españoles-. La que ha venido a Valencia es Cayetana, la que conoció en MSF -Médicos sin Fronteras-; ésa que era tan sumamente "guays del paraguays" y que acabó no siéndolo tanto porque lo del "paraguays" fue casi literal: se lio con un paraguayo que estaba becado por la UE -Unión Europea- para realizar un estudio relacionado con el FMI -Fondo Monetario Internacional-...*

¿"Me se" ha entendido algo? -que conste que es pura ficción-.

Pue eso.

Algo real como la vida misma: mientras iba esta mañana camino del hospital estaba escuchando la radio del coche. Ha acabado la canción que sonaba y ha comenzado el bloque de anuncios: "¿Quieres ser técnico de mantenimiento de peces y redes?", preguntaba la voz del locutor-publicista. ¿Técnico de mantenimiento de peces y redes? ¿Qué profesión es ésa? He tenido que pararme a pensar en la frase, de verdad de la buena. Hasta que he caído en la cuenta de que se trataba de "Técnico de mantenimiento de PCs y Redes". Por descontado, la acentuación de "peces"/PCs es distinta, pero os puedo asegurar que dicho de correprisa, como hacen con las cuñas publicitarias de radio, no existía apenas diferencia. Es lo que tienen los acrónimos, :-D

*El destarifo mental era para ser leído sin las acotaciones con las explicaciones de las siglas, pero no he querido ser demasiado malévola.

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Lo de mi padre: ya está en casa. Fue una isquemia de las que llaman transitorias -más siglas: una ICT (Isquemia cerebral transitoria: amago de trombosis) que lo dejó durante unas horas sin visión lateral -aunque después de escuchar a la neuróloga esta mañana, tampoco lo tengo claro; pero enfins...-. Hoy le han dado el alta. No ha sido como la otra vez, como la primera: aquello fue mucho más serio... pero el miedo, ahora que una ya sabe de qué va el asunto y en que estado está su linda cabecita, ha sido muy grande. El domingo por la noche estuve bordeando el ataque de pánico: cada vez que sonaba el teléfono creía que iba a ser mi hermana dando una mala noticia. He de hacer algo con esta angustia. No sé cómo manejarla: se me escapa por todas partes... Me cuesta aceptar que es una bomba de relojería andante, que entre lo del corazón y esto tal pareciera que el hilo estuviera tan tenso que fuera a romperse en cualquier momento, sin posibilidad de ser reemplazado. Con todo, estoy bien. Eso sí, tengo la sensación de que por encima de mí hubiesen pasado veinte camiones cargados con enormes pedruscos.

Desactivo "modo quejas".

Oledoras

Esta tarde, a la espera de que me atendiesen en una pastelería próxima a casa, dos mujeres conversaban mientras tomaban café, sentadas a una mesa situada al lado de donde yo estaba -es un local que antes fue sólo panadería y que una vez traspasado el negocio a unos nuevos dueños, éstos remodelaron el lugar para dar un servicio más amplio a sus clientes: desayunos, pastelería y café-. Dos niños revoloteaban alrededor de ellas. En un momento dado, el más mayor le ha pedido a la que, deduzco, sería su madre, que lo acompañase al parque para jugar con sus amigos. La chica, con unas maneras no demasiado ortodoxas -mala gana, gesto asqueado, tono cortante, casi grosero-, le ha respondido a su hijo que "ni de coña, tío; no te creas tú que me voy a ir a sentar a un banco de esos, como todas esas oledoras que se creen como la Ana Rosa Quintana".

"Oledoras"... Al principio, me ha costado entender a qué se refería. En cuestión de segundos, y sabiendo de que parque hablaba, la hora que era -cinco y pico de la tarde- y lo cercano que está el lugar a uno de los colegios públicos de este pueblo, he comprendido que estaba haciendo alusión al divertimento nacional por excelencia: el cotilleo. "Oledoras"... me gusta. Es gráfico. Lo pronuncias y se te viene a la mente una nariz olfateando el aire, a ver si es capaz de encontrar algo de carroña para alimentarse.

La primavera

... la sangre altera.

Dicen. No sé si es verdad. Lo que es cierto es que las flores florecen -flores... florecen... florecen... flores-.

Unas cuantas:

Es la Cistus Albidus. Parece papel, pero no lo es. Pulsad sobre los arrugados pétalos y el enlace os llevará hasta las otras cuatro.

Francesitas

Me encantan. Hace muchos años, creo recordar que al comienzo de los ochenta, se pusieron de moda. Ahora, desde hace dos o tres veranos -y en invierno, también; pero un poco menos- se vuelven a ver en los escaparates y calzadas en los pies de muchas mujeres.

En el verano de mis dieciséis, aquél que fue el final de una adolescencia tímida y cautelosa, tuve unas blancas, acharoladas, con un lazo rectangular sobrepuesto en el empeine. Recuerdo que las destrocé antes de acabar el mes de agosto. Algo extraño en mí, que me dura el calzado años y años, pero tampoco demasido difícil de entender si se tiene en cuenta que en aquella época las calles de Linares estaban casi todas empedradas -alguna foto tengo de entonces; la buscaré- y para mí, ese detalle, era una nimiedad.

Hace una semana fui a unos grandes almacenes. Cuando ya me iba las vi dejadas en un estante de alimentación. Estaban un poco sucias, por lo que me acerqué hasta la sección de zapatería para coger otras en mejor estado: me habían gustado, y aunque no había ido con la idea de comprar nada de vestir -y ni tan siquiera me hacían falta-, me recordaron tanto a los veranos en los que a mi hermana y a mí nos calzaban con unas zapatillas de loneta azul marino, que decidí llevármelas. No quedaba ni un solo par de mi número. En el almacén, tampoco. Me dio igual, ya que las que "me habían encontrado"* me servían. ¿Qué son unos cuantos manchurrones de rozaduras cuando se trata de amor a primera vista? Nada. Ayer las estrené. Como una niña con zapatos nuevos, y nunca mejor dicho.

He encontrado un artículo en el que se explica el origen de este tipo de zapatillas y cuáles son los otros nombres con las que se les suele llamar: manoletina, bailarina, merceditas -éstas últimas son las que llevan la trabilla para que la pieza no se caiga-... y otro en el que se hace un repaso por el vocabulario de tendencias.

Mi adorada Audrey Hepburn las llevaba en "Sabrina", una de mis películas favoritas -me lo tendré que hacer mirar... no es más que una versión atualizada del cuento de "La Cenicienta"-.

*Estoy convencida de que fueron ellas las que me buscaron a mí... Se escaparon de algún carro para esconderse hasta encontrar una dueña a su gusto. Estoy convencida. Colorín, colorado, este cuento se ha acabado -esta es mi aportación de hoy a la tontería primaveral-.

No me lo puedo "de" creer

¿Alguién en este país todavía no sabe que Rocío Jurado ya está de vuelta en España y permanece ingresada en el hospital Montepríncipe?

No pretendo hacer bromas con algo tan serio como es la enfermedad de una persona, máxime tratándose de un cáncer de páncreas -el que quiera saber más sobre este padecimiento, ya sabe... San Google-. Pero no puedo evitar el preguntarme si es que los periodistas "serios", esos que nos dan las noticias a las tres de la tarde y luego alrededor de las nueve de la noche, se han vuelto locos. También puede ser que yo no sepa calibrar la importancia real de una información de este tipo... De piedra; así me he quedado cuando he visto cómo Pedro Piqueras, en los informativos de Telecinco, tras contarnos que Rocio Jurado había vuelto de Houston esta mañana, en un vuelo privado, daba paso a una conexión en directo en la que una periodista, situada a la puerta del hospital Montepríncipe, nos contaba los pormenores de la llegada de la cantante y cuál era su estado de salud, según el último parte médico.

¿No resulta desmedido? ¿De verdad es una noticia tan importante como para que salga del ámbito de la prensa del colorín y se le dé cobertura en un noticiario generalista? Puedo entender -tampoco demasiado, que conste- el afán desmesurado de los programas televisivos que viven del cotilleo chafarderil, que por el hecho de robarse la audiencia unos a otros, hayan destinado a la ciudad estadounidense a enviados especiales para cubrir la noticia -no recuerdo dónde lo dijeron, pero me suena que eran díez reporteros de distintos medios españoles-. Pero de ahí a ver a Pedro Piqueras hablando sobre el asunto... Me ha faltado cambiar a la Cuatro. Casi mejor no haberlo hecho. Porque si me llego a encontrar a Iñaki Gabilondo hablando del vuelo en un avión privado de la folklórica, se me habrían roto los esquemas. Ver para "de" creer...

Hace treinta y dos años

Más o menos a estas horas. La de la foto soy yo. Lo que hay detrás, "mi" falla. Se estaba quemando. Una gallina y unos cuantos ninots más. Recuerdo que estaba tan cansada que me había quitado las peinetas. Aguanté el tirón como pude, sin llorar. Aunque la cara de tristeza me llegaba hasta el suelo. De camino a casa, a las once de la noche -no me dejaron quedarme a la cremà de la grande, porque según mis padres, era demasiado pequeña para trasnochar-, ya no pude más y las lágrimas comenzaron a resbalarse por mis mejillas.

Tenía ocho años. Se me había acabado el reinado. Y eso suponía dejar de ser el centro de atención para todo el mundo. Sabía que hasta que no eligiesen a la fallera mayor infantil del año siguiente, yo seguía siendo la Única. Sabía que la Corte de Honor todavía me tenía que venir a buscar una vez más a mi casa, con la banda de música -para la presentación de la fallera mayor entrante, la del siguiente año-. Sabía que haber sido Fallera Mayor Infantil era algo importante, en ese mundo de niños en el que jugábamos a imitar a los mayores: se me permitía ejercer de tirana, de mandona; y yo, claro está, lo hacía a la perfección. Decidía a qué juegos se jugaba y quienes participan en él. Quienes eran mis amigas y a qué chicos se les hacía caso o no.

(Pulsad sobre la imagen para verla ampliada)

Esta foto es del día de mi presentación. Para el que sea ajeno al mundo fallero: es un acto en el que, oficialmente, la falla da a conocer al resto del mundo mundial y demás galaxias circundantes quiénes van a ser sus falleras Mayores para ese año. Se suele celebrar en un teatro -la mía fue en el emblemático "El Micalet", de Valencia- y el asunto consiste en ir nombrando a una fallera y a un fallero, que salen por el pasillo central hasta subir al escenario; allí la fallera mayor saliente -la del ejercicio anterior- le coloca la banda* a la "señorita" -deberían de hacer un manual para recoger la palabrería al uso en estos eventos festivaleros- y le da su ramo de flores -al chico, ni las gracias, oiga usté- y así hasta que acaban con todos los niños y niñas que son falleros -lo de ser fallero tiene su aquél: una puede vestirse con el traje si le da gana, pero le servirá de poco si no está inscrita en una de las casi cuatrocientas asociaciones culturales, más conocidas como fallas, que hay en Valencia y alrededores-.

Ahora no tengo ni idea de cómo se harán estas cosas porque estoy muy desvinculada del mundo fallero. En aquella época, casi todas las fallas competían oficiosamente para ver cual de todas era la más original a la hora de dar a conocer a sus falleras mayores. A mí me tocó algo bastante gracioso: en lugar de salir por el pasillo central, como todo el mundo esperaba, el mantenedor del acto se dedicó a leer su discurso, exaltando mis cualidades falleras -vergüenza ajena me da el leer ahora aquel poema...-. Justo a su lado, había un cuadro de las torres de Serrano. Yo estaba detrás, agazapada. Cuando finalizó, se hizo un incómodo silencio. La gente estaba esperando a que yo saliese por el pasillo y no había manera... de repente, el cuadro se rompió y ¡tachán! la fallerita mona apareció.

Todavía recuerdo lo mal que lo pasé: no sabía que hacer, el escenario me parecía inmenso. Miraba para todos los lados, perdida, muerta de vergüenza -tengo otra foto de ese momento; si mañana la encuentro, la publicaré-. Titubeé durante unos segundos: di dos pasos hacia delante, tres o cuatro más hacia atrás y me quedé plantada allí, en medio de ningún sitio, por decirlo de alguna manera. Al momento, entró la Fallera Mayor Infantil Saliente para colocarme la banda: sin ella yo no era nadie. Necesitaba ese trozo de tela, con la bandera de España, para ser oficialmente la nueva Reina de las fiestas. Después me acompañaron hasta mi trono, me sentaron y comenzaron los regalos. Mi única actuación teatral había acabado, más bien que mal.

*Lo de las bandas tiene enjundia: las de la corte de honor son con la cuatribarrada y encima llevan bordado lo de "Cort d`Honor" y en la parte superior, el escudo y el nombre de la Falla a la que se pertenece. Las de las Falleras Mayores tienen de fondo la bandera de España, para que no se diga que no somos patriotas..

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No me gustan las fallas. Lo he dicho aquí en alguna que otra ocasión. Y no me gustan por todas estas cosas que he contado: por esas "costumbres" al más puro estilo de concurso de belleza; por esa competición estúpida para ver quién de todas las mujeres lleva el traje más caro y más bonito; por esa manía de desfilar separados por sexos; por lo poco respetuosos que son con los vecinos; por el ruido; por lo chabacanos que pueden llegar a ser; porque el patrioterismo valenciano se ha identificado con las fallas y ya no hay forma de desvincularlo; por... No acabaría. Y me gustan por los artistas falleros: por su capacidad de creación; por su ironía; por su concepción del arte; por su facilidad para desprenderse de lo que hacen... El día de San José siempre me provoca sentimientos encontrados: algo que no me gusta en absoluto y que acaba poniéndome la carne de gallina... cuando, como hace una hora y pico, he escuchado como comenzaba a sonar la tira de traca que iba a prender la falla infantil que había plantada en la plaza que hay a 50 metros de casa. Queda la grande. Esa será dentro de un rato. Oficialmente, a las doce de la noche. Seguramente, bastante más tarde. Dependerá de cómo se haya resuelto el sorteo del coche de bomberos de la población.

Mi hombre

Hace unos días hablaba de ranas, de príncipes encantados y de amores románticos-os-os.

El sábado por la tarde conocí al hombre de mi vida: Jonathan Rhys Meyers.

Ya sé que no es la primera vez que caigo rendida a los pies de machos con aspecto de niños malos -por ahí anda una anotación sobre Sean Penn-: una es de ideas fijas y le van los maromos con un punto misterioso... aunque el halo de niño malo sea mera pose... -¡no voy a ponerme exigente a estas alturas de la vida!-.

Para aquellos que no hayan visto "Macht Point", quizás no les suene ni el "careto" ni el nombre del actor: yo, de vosotros, me iría sin falta esta tarde al cine para remediarlo. El chico de los labios carnosos es el protagonista de la última cinta de Woody Allen.

Magnífica. Por los diálogos; por la BSO; por la actuación de los personajes principales -Scarlett Johansson es una bomba de relojería... madre mía... el plano en el que ella aparece por primera vez dinamita la pantalla-; por cómo recrea el ambiente de la alta sociedad inglesa, por cómo articula la historia alrededor de la suerte, de la buena fortuna -o mala, según se mire-; por cómo cuestiona la idea de la justicia y el castigo... Hay que verla, de verdad de la buena.

A mí me impactó: no me esperaba esa bofetada de realidad del final. Quizás me pilló un poco del revés... el jueves pasado vi Transamérica y ya me quedé un pelín bloqueada: el tema de los transexuales se ha llevado alguna que otra vez antes al cine, pero plantearlo desde el punto de vista de la asunción de una paternidad recién descubierta, es darle una importante vuelta de tuerca al asunto: insuperable la actuación de Felicity Huffman. Entiendo que esté seleccionada para el Óscar a la mejor actriz y que ya le hayan dado el Globo de Oro por la misma razón. Me costó identificar a la histérica ama de casa de la serie televisiva "Mujeres Desesperadas"... -otra peli, "Transamérica", que yo no me perdería; altamente recomendable; por descontado, en versión original... la voz de Bree, grave, consistente, es todo un prodigio-. El viernes el bloqueo mental pasó a ser un maremágnum de hipótesis, ideas y planteamientos. La culpa del batiburrillo existencial: una obra de teatro titulada "Pica, ratlla, tritura". Entre la cuidada y originalísima puesta en escena y lo que se cuestiona durante toda la representación, salí de allí preguntándome si la realidad es lo que es o quizás tenga algo de razón el loco que, teniendo delante una silla, afirma sin dejar un resquicio a la duda, que lo que está contemplando es un caballo.

Retomo, que se me ha ido el santo al cielo -¡santo, baja, por favor, que sin ti ando perdida!-: tres días seguidos asimilando historias, sensaciones, ideas; sobre cómo la sociedad se enfrenta al miedo de lo desconocido, de lo que no le resulta usual o corriente; sobre cómo lo justo está muchas veces reñido con lo que acaba aconteciendo... es demasido tiempo para ejercer de compungida dama existencialista.

Ayer hice un descanso: comí en casa de una amiga que va a ser mamá dentro de un mes. Frivolicé hasta decir basta. Hablamos de cortinas, de sillones, de Gastón y Daniela -intocables por los precios-, de libros, de Simenón, de Francoise Sagan, de Lucía Etxebarría -conseguí su "Ya no sufro por amor", Sinfo-, del punto de cruz... fuimos a casa de su madre para ver cómo quedaban dos cuadros que una de mis amigas había pintado para ella, bebimos cava, volvimos a hablar de sofás, sillones, reformas, ventanas, tapetes de ganchillo, mesas camillas, carritos para bebés y un largo etcétera.

Hoy vuelvo a la carga: los Premis Tirant comenzaron la semana pasada y si el tiempo no lo impide, hoy toca La niña Santa; mañana, sesión doble: La dama de honor, de Chabrol y La fiesta del chivo; el miércoles, Sierra de Teruel y la última, el jueves: El cielo gira.

Un día tendré que hacerme mirar esta manía mía de ver cine o teatro compulsivamente, como si a la semana siguiente se fuese a acabar el mundo... aunque, pensándolo bien, lo de los Premis Tirant tiene una explicación bastante peregrina: al ser socia del Club, uno de los organizadores, las pelis me salen gratis... :-D

Un regalito: galería de fotos de Jonathan Rhys Meyers.

Ambientador matinal

No se puede tener más suerte que la que yo tengo. Cada día estoy más convencida. No sólo por vivir al lado de la Iglesia parroquial y despertar los sábados y domingos a las 8.30 de la mañana escuchando el tranquilizador sonido de las campanas, ¡qué va! La lista es casi infinita: Santa Rita bendice mis sueños desde la casa de enfrente, observándome desde su acrisolada mirada, incrustrada en un mosaico de cerámica elaborado por las manos de un artesano de comienzos del XX; la Casa de la Cultura en la otra acera; la farmacia en la esquina anterior; la carnicería en los bajos de la finca en la que vivo; el enterrador pisándome el cráneo -metafóricamente hablando- dos pisos por encima del mío; la notaría a continuación de la Iglesia; la posibilidad de ver desde mi casa, sin moverme, sin la incomodidad de sentir en el cogote la respiración de miles y miles de fieles, la procesión de la Virgen de la Salud, patrona de mi pueblo para más señas, el día 8 de septiembre; las clases de folclore musical rumano que gratuitamente imparten mis vecinos los del tercero todas las tardes a eso de las cuatro o cuatro y media... Son tantas cosas por las que he de dar gracias a Dios -gracias, Diosito, gracias-, que tener que hacerlo por algo más ya me parece casi vergonzoso. Pero... es lo que hay: unos nacen estrellados y otros, como yo, nacemos con estrella.

¿Qué es lo que ha venido a alegrarme las mañanas y a aumentar hasta un grado superlativo mi reconocida calidad de vida? Algo que, en un principio, puede parecer una memez, pero que si bien se piensa, y pasada la primera impresión, no lo es. Mi vecino el de la puerta 9 -último piso para más señas- se marcha a trabajar -o a lo que sea, que tampoco lo sé- cinco minutos antes que yo -más o menos, que tampoco me pongo a espiarlo por la mirilla, con un reloj en la mano, para cronometrar-. A su paso va dejando una estela de un profundo y prenetante aroma... No, no se trata de la última colonia de Dolce&Gabanna o del ibérico perfume de "Varon Dandy", no. Es algo bastante más intenso: el colega se baja los cinco pisos que hay desde su casa a la calle fumándose un peta de María, para que no se diga que no empieza la mañana acordándose de la madre de Dios y la mujer de José, el carpintero.

Me ha costado contarlo, la verdad. Porque ahora ya sabéis que, en realidad, mis desvarios no se deben a que poseo una mente brillante y prodigiosa, ejemplo patente de cualquier genia que se precie. Mis elucubraciones matutinas son fruto de la inducción, del aletargamiento, de la constatación de que las visicitudes que "padecen" las amigas de la prota de El jardín de la alegría no son meras especulaciones, sino más bien, hechos ciertos en todos sus extremos.

Luego dirán que los conflictos vecinales cada día son más frecuentes... No lo entiendo, de verdad. Será porque no tienen a uno como el mío: un filántropo en toda regla, que nos coloca -al resto de sus vecinos- cada mañana y además gratis. No hay como tener a un buen samaritano viviendo en el último piso, :-D

Lo malo será que, como siempre ocurre con las cosas buenas de la vida, aparecerá algún oscuro y estirado ciudadano, de éstos que se saben como el padrenuestro todos y cada uno de los derechos y obligaciones del estatuto de la Comunidad de Vecinos, para recordarle al desprendido muchacho que en la escalera de la finca sólo se permiten ambientadores con olor a Galán de Noche y Violetas Imperiales... Tiempo al tiempo, :-/

Decididamente gilipollas

No lo he dicho yo. Expresión de tal contundencia ha salido de la boca de Ángel Schelesser. En realidad, no ha salido de su boca, sino de sus deditos: lo de "dedicidamente gilipollas" lo escribió en un encuentro digital mantenido el pasado 16 de febrero con los lectores de 20 minutos -enlace en su nombre-:

"Algunas de la modelos parecen ser un poco soberbias y poco profesionales, ¿Es una imagen real o un prototipo que se exporta? ¿Ha tenido algún problema de este tipo con alguna modelo?

Algún problema he tenido, y ya dicho antes, que entre las modelos, como en todos los sectores profesionales existe de todo. Profesionales, no profesionales, y alguna decididamente gilipollas."

A esto le llamo yo no tener pelos en la lengua -metafóricamente hablando, claro-. Contundencia y claridad, sí señor. Y no andarse con chiquitas. Lástima que en la misma entrevista sea capaz de afirmar que la anorexia no es un problema originado en la moda, sino en las madres borrachas que abandonan a sus hijos:

"¿No le da vergüenza promover la anorexia?

En absoluto, considero que no la promuevo. Creo que la anorexia la promueven situaciones como madres borrachas o la poca atención a los hijos, creo que estas cosas promueven más la anorexia que la moda."

Y si a eso se le suma otra perla discursiva como la que sigue, una no ha de pensar otra que lo de "Decididamente gilipollas" es más aplicable al tal Ángel Schelsser que a algunas modelos carentes de profesionalidad:

"Mi pregunta es sencilla, ¿Por qué no usan a mujeres con más peso? Estoy a favor de que salgan mujeres con buen cuerpo (porque es a quien le sienta mejor la ropa) pero una cosa es eso y otra que elijan a chicas a las que solo se les ve huesos. No le gustaría ser el pionero de una nueva tendencia? Usar modelos SANAS.

Hace muchísimo tiempo que no se confunde salud con kilos. Usaré modelos con exceso de formas cuando haga una línea con tallas grandes, y lo de buen cuerpo... Respéteme mi opinión, que yo respetaré la suya."

El hecho de ejercer como diseñador de moda no debería de estar reñido con que el creador, a su vez, poseyese cierto grado de inteligencia -no pido mucho: con una pequeña dosis de cordura y honestidad sería más que suficiente-; lamentablemente, este extremo parece harto improbable.

Bocazas los ha habido toda la vida. Pero encontrar bocazas que cuando abren la boca para desprestigiar a terceros, sean capaces de retratarse a sí mismos, es algo menos frecuente. Y si además, se puede comprobar que mienten como bellacos, el asunto ya les pinta fracamente mal.

Apechugo con las consecuencias: ¡oh, dios mío, yo también vi ayer el Tomate! ¡Qué vergüenza, mamá; pero qué vergüenza!... Sí, a estos de la Pasarela Cibeles -y con "estos" me refiero a los organizadores y a algunos diseñadores- se les vio el plumero bien visto: entrevistaron a algunas modelos. Dos de ellas, las que cita Albéniz en su columna, pesaban menos de 52 quilos y pasaban de los 1,75 m de altura. Talla 34. El careto del organizador cuando le dijeron que sí que había modelos que usaban esa talla fue todo un poema... y la prepotencia y la chulería del susodicho pidiendo que eso no fuera emitido, un prodigio de corte y confección al instante: la tijera para cortar y el hilo para cerrar la boca.

Lo dicho, dedicidamente gilipollas.

¡Ah! Por cierto, la foto es del desfile del Angelísimo, ése que dice que el problema de la anorexia lo generan las madres borrachas...

Rayada

Cuando me ha visto mi madre, me ha dicho: "Te has vuelto loca... ¿Qué te crees, que tienes 12 años?". Le he respondido: "Sí, me he rayado".

Con doce años no vestía así. De hecho, con doce años, parecía una señora mayor: ropa aburrida, seria y reñida con la moda.

El viernes pasado las vi en un escaparate y me dije que no estaría nada mal parecerme a una abeja Maya andante, :-D

Además, rizando el rizo, encajaría a la perfección si tuviera que hacer de estatua permanente en algún rincón de mi casa: integración absoluta con los colores de las baldosas del suelo, :-P

Es una tontería, lo sé. O no. Vete tú a saber...

Las tijeras

Ampliación.

En estos tumultuosos días en los que la censura es uno de los temas de conversación más recurrentes -¿hace falta que recuerde por qué?- no cabe otra que preguntarse cuál es el camino por el que andan las conclusiones extraidas a tanta reflexión argumental: ¿es necesario, para no dejar que el oscurantismo, la intolerancia y la represión, se instalen de nuevo como principios rectores de una nada deseable sociedad, defender a ultranza la libertad de expresión? Sí. Sin más añadidos. Bueno, uno: la prudencia nunca está de más y una retirada a tiempo no es una rendición, sino un gesto claro y evidente de inteligencia. Sobre todo, cuando la beligerancia del sector ciudadano que se siente ofendido, atacado y ultrajado en sus creencias, es tan desmedida y desproporcionada que existen riesgos evidentes para la vida de las personas. No se trata de cobardía, insisto, sino de esperar a mejor ocasión. El encabezonamiento es síntoma de cerrazón mental, de negación firme y taxativa de cualquier salida razonada. Ante un muro de hormigón con forma humana, no cabe otra que darse la vuelta y buscar otro tramo de la muralla que esté construido con material arcilloso y sea susceptible de presentar grietas. No sé si me explico...

No se me olvida hablar de los límites a la hora de diferenciar qué es un ejercicio del derecho a la libertad de expresión o qué es un insulto, una vejación, un ataque o una ridiculización de los sentires más profundos de una persona en particular, incluyendo, por descontado, el tan cacareado ultraje al honor -mira que esto huele a naftalina... tiene unos tintes tan decimonónicos que provoca cierta dentera-: no se me olvida hablar de ellos, sí; pero en eso me quedo. Sinceramente, partiendo de la base de que es cierto eso que dicen de que la libertad de uno termina donde comienza la del vecino -¿por qué no decirlo? frase vacua, desprovista de contenido real... eso sí, recurrir a ella en una conversación de barra de bar es de un socorrido...-, todavía no tengo claro dónde están esos límites de los que hablo. Sobre todo, porque casi todo el mundo los coloca en la vivencia del hecho religioso y a mí eso me parece una soberana majadería, así, con todas las letras: que si las creencias más íntimas, que si la esencia de la vida, que si la existencia de un ser superior... si son tan íntimas, ahí se han de quedar; en la intimidad más absoluta, sin invadir el campo de la sociedad civil, que trabaja para erradicar la ortodoxia y darle cancha a la heterogeneidad social.

¿Qué tiene que ver todo esta parrafada existencialista con la imagen que ilustra la anotación? Todo y nada. Todo, porque el cartel de la compañía de teatro Pot de Plom ha "padecido" el ataque de la tijera política, asida esta vez por la mano de Inmaculada Gil Lázaro, directora general de Teatres de la G.Valenciana. Nada, porque, en realidad, lo que pretendo con esta entrada es demostrar cuánto he avanzado en el intento de ejercer como Opinadora Oficial de la red bitacoril*...

Retomo, que se me van las ínfulas camino de los cerros de Úbeda: en el Teatro Arniches de Alicante se representa este fin de semana la obra L’estrany viatge, dirigida por Ximo Castillo. El cartel anunciador del espectáculo es también de X. Castillo y como se puede ver en la ampliación, el personaje que representa a "El malo" es una caricatura de Eduardo Zaplana, algo que, al parecer, no les ha tenido que hacer demasiada gracia los gestores culturetas de TGV. ¿Solución? Hacer uno nuevo, sin dibujitos ofensivos -ja-, y dar el cambiazo, como el que no quiere la cosa.

En tres ocasiones he visto actuar a Ximo Castillo y he de reconocer que es normal que los políticos populares estén temblando de miedo: es el absurdo hecho persona, y como ciertos personajes de la actualidad política y social son la síntesis perfecta del esperpento de Valle-Inclán, ha tenido, tiene y tendrá material más que suficiente para seguir llenando teatros. Una lástima -para los conservadores, claro- es que los prohombres elegidos por el actor valenciano militen en el Partido Popular o vistan sotana blanca... ya digo, una verdadera lástima.

La noticia completa.

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* Porfaplis, porfaplis, guruses del entramado blogosférico: hacedme un huequito; soy la candidata perfecta, con frases alambicadas que no entiende ni Dios y vocabulario rescatado de las ediciones del DRAE del siglo XIX...

Dos veces perpleja

Dos coles, dos veces...

"Biperpleja": ¿sirve? :-D Perpleja por dos veces. O dos veces perpleja.

Hacia días que no accedía a Periodista Digital: me pone un poco de los nervios tanta tendenciosidad. Pero hoy, curada de espanto por un asunto que no viene a cuento -uysssss, "-anto/-unto/-ento"...-, he entrado para ver qué decían sobre las supuestas gracias de los reporteros de CQC -hace ya tiempo que dejé de verlo: ridiculizar a los demás para mofarse de ellos es algo que me supera... Fuentes no es el Gran Wyoming, ni de lejos-. Me cuesta pillarles el punto, la verdad.

A lo que iba: he abierto la página para una cosa y lo cierto es que lo que ha despertado mi atención ha sido otra. En realidad, han sido dos:

Un juez deja libre a un marroquí que apaleó a su novia.

Viva la vida consagrada.

De la primera noticia, no digo nada: leerla y cabrearse es todo uno.

De la segunda, sí -era de esperar, jajaja-: una bitácora escrita por unas monjas de clausura para que el resto del mundo mundial sepa a qué se dedican, qué piensan y qué sienten. Realmente muy interesante. Y no es sorna. La cosa promete:

"Consagradas a Dios para comunicar al mundo que vale la pena ser de Él."

Aunque aparentemente parezcan asuntos dispares, no lo son: entregarse, ofrecerse, dedicarse, consagrarse*...

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*Y como eres mía, tú haces lo que yo quiera. Y como eres mía, allá va la primera bofetada. Y como eres mía, tú no me hablas así y te callas cuando yo te lo diga. Y como eres mía, tú no te vistes así. Y como eres mía, tú no sales de casa....

Lo sé: demagogia. O no. ¡Vete tú a saber!

Extravagancias bambolísticas

Hace ya algunos días que va circulando de bitácora en bitácora una juego en cadena -me resisto a llamarlo "meme", me recuerda demasiado a "memez"- que consiste en que el autor -que ha sido seleccionado con anterioridad por otro- cuente cinco manías, obsesiones o extravagancias en sus costumbres que, de una u otra forma, ayuden a que el lector que los visita sepa algo más de la persona que está detrás del visible juntaletras -lletraferit en catalán... ¡qué bien suena esa palabra!-.

En alguna ocasión me tenía que tocar a mí -lo extraño es que después de dos años y medio moviéndome por el mundo bitacoril, ésta sea la primera; será que me prodigo poco, :-D - : Petra me pasa la vez -como en la carnicería, jejeje- y como se me da fatal esto de hacer deberes, me he puesto rápidamente a la faena por aquello de no caer en lo de siempre: ya lo haré mañana.

Aviso: no soy nada maniática. Y cuando digo nada, es nada. De hecho, sólo la primera de las que voy a mencionar entraría dentro de la categoría de extravagancia u obsesión. Allá va:

1.- Caminar a la derecha de: cuando voy andando al lado de una persona, procuro hacerlo siempre colocándome en el lado derecho de ésta. Hacerlo en el costado izquierdo me provoca bastante incomodidad. Nunca he sabido el porqué. La explicación más creíble -si es que la hay, claro- a esta circunstancia la hallé fijándome en qué parte llevaban colgado el bolso la mayoría de las mujeres: casi siempre es en la izquierda y parece ser -creo recordar que eso lo leí en un Muy Interesante- que es porque la mayoría son diestras y de esta manera, la mano derecha les queda libre para poder manipular lo que lleven en su hombro izquierdo. Yo lo coloco siempre pendiente del hombro derecho -justo al contrario-, con lo que no sería demasiado ilógico pensar que, para evitar tropiezos y molestias con la otra persona, me sienta más cómoda andando a su derecha -¿se me ha entendido algo?... es que estoy muy espesa; tanto como el día-.

2.- Colocar los cubiertos de una manera determinada en la cestita metálica que tengo colgada justo encima de la pila de la cocina para que se escurran: primero los cuchillos, siempre con el filo hacia abajo; después, a la izquierda, las cucharas y los tenedores, con la parte útil hacia arriba; y por último, las cucharrillas, con los mangos hacia arribia. Tiene una explicación: es la única forma de que quepa todo y no se monte un berengenal de mucho cuidado cuando vaya a sacar algún cubierto en el momento de necesitarlo. Como casi siempre friego yo, es algo que no me da demasiados quebraderos de cabeza.

3.- La posición de la toalla del lavabo: ha de estar doblada en dos, dejando las orillas laterales ocultas en lo que es el centro de su parte posterior. Por descontado, si alguien la emplea y no la coloca como la encontró, en el momento en el que me doy cuenta y esté haciendo lo que esté haciendo, no paro hasta que lo soluciono. Eso sí, procuro que la persona en cuestión no se percate de que he ido detrás a correjir algo que no tiene demasiada o ninguna lógica.

4.- Tomar el café con leche en taza: nunca he llegado al extremo de pedir que me lo cambien de un vaso a una taza, pero si entro a un bar en el que, al pedir un café con leche, me doy cuenta de que es costumbre servirlo en vaso, insisto en que a mí me lo pongan en taza. No me sabe igual... puede parecer una tontería y seguramente lo será. En Valencia, en casi todos los bares, lo sirven en taza, pero en Madrid, por ejemplo, son muchas las cafeterías en las que ocurre justo lo contrario.

5.- Cada vez que compro un libro, le pongo mi nombre y la fecha en una de sus primeras páginas. Me gusta saber cuando entró a formar parte de mi vida una historia o un autor... Más de una vez, al tener alguno en mis manos, me he preguntado en qué estaría yo pensando en aquella época para que se me ocurriese comprar esa novela en particular.

Llegado a este punto, el siguiente paso sería trasladar el testigo a otros cinco internautas conocidos, pero... tengo un pequeño problema: por aquí pasa poca gente -al menos, que participe-. De la poca gente que pasa, sé que varios están muy ocupados con exámenes, niños y cuestiones laborales y los hay que están en una especie de voluntario impás cibernético, por lo que, aun a riesgo de que se me pueda tachar de aguafiestas, opto por el camino de en medio: no se lo encomiendo a nadie en particular y al que le apetezca seguir echando miguitas en el suelo para que sigamos la ruta, que no se corte, :-D

En un país multicolor, había una ministra bajo el sol

Definitivamente, voy a acabar creyendo que la frase de "dime con quién andas y te diré quién eres" es una verdad absoluta, indiscutible, incuestionable y tan evidente que casi no necesita explicación.

Eso sí, para el caso que nos ocupa, sería necesario modificar algunas palabras: "dime cómo te vistes y te diré cómo piensas".

Cuando la vi anoche en la Gala de los Goya, lo primero que pensé es que esta mujer vive en un mundo de fantasía muy parecido al de "Alicia en el país de las Maravillas". Y no sería nada malo -la imaginación al poder, ¡siempre!... o casi siempre- si la fémina que va disfrazada de coletero andante -por aquello de los lacitos multicolores- fuese una simple mortal sin ninguna responsabilidad política a sus espaldas. Pero como la chica-guay-del-Paraguay es nuestra ministra de Cultura, Carmen Calvo, el asunto tiene su aquél: si ya se la critica, hoy sí y mañana también, por sus constantes salidas de contexto, por sus declaraciones simplistas y por su alejamiento -casi estratosférico- de la realidad cultural que existe en nuestro país, faltaba que la responsable política apareciese disfrazada de esa guisa para el "Evento cinéfilo del Año"*.

*Entiéndase como un entrecomillado con muchísima carga irónica.

Papeles van, papeles vienen

Era de esperar que, después de la que se ha montado con el traslado a Cataluña de una parte de los documentos que se guardaban en el Archivo de la Guerra Civil, situado en Salamanca, alguna administración autonómica o local, tarde o temprano -más bien temprano que tarde- acabara reclamando para sí algún bien que, por razones históricas, considerase de su propiedad. Un claro ejemplo de reacciones en cascada o el conocido efecto dominó:

El Consell exigirá el Llibre de Repartiments tras el aval del Constitucional a la Ley de Archivos.

El Llibre del Repartiment es un registro que sirvió para dejar constancia, después de que Jaime I conquistase Valencia -y muchas otras poblaciones circundantes- a finales de septiembre de 1238, de cómo se efectuó, entre los caballeros y soldados responsables de la victoria, el reparto de las tierras arrebatadas a los musulmanes que fueron expulsados tras la llegada del monarca aragonés a esa ciudad.

Para muchos fanáticos obsesionados con el supuesto enfrentamiento Valencia-Cataluña -los conocidos "blaveros" defienden la diferencia idiomática y los pancatalanistas, la unidad cultural-, este libro es casi un objeto de culto: resulta chocante ver cómo son interpretados los datos, según sea el sector politico que valora las inscripciones registradas, y sobre todo, si se tiene en cuenta que la mayor parte de los soldados que llegaron a Valencia bajo el mando del caudillo cristiano, eran catalano-aragoneses...

Está de más discutir quién o quiénes tienen más derechos sobre el libro en cuestión: dejando a un lado los sentimientos patrioteros -que casi siempre son los que provocan reacciones más airadas y encendidas-, tengo la impresión de que en este asunto los que han de hablar son los expertos y que todo el ruido que se pueda hacer alrededor, tiene mucho más que ver con dignidades territorialistas mal entendidas y empleadas como argumentos falaces. De todas maneras, echándole un vistazo a la historia del Archivo de la Corona de Aragón, una no tiene otra que pensar que lo de Salamanca no tiene absolutamente nada que ver con esto y que resulta un ¿tanto? -más bien diría un mucho- incomprensible que una de las justificaciones dadas por el Partido Popular al respecto de su desacuerdo con la decisión del gobierno estatal en el caso del Archivo de la Guerra Civil española, sea la de que, por encima de todo, es necesario mantener la unidad documental.

¿Será que no tienen un criterio único en relación a cómo se han de conservar ciertos documentos, y dependiendo de qué se trate o de dónde se guarden, donde dije Digo digo Diego?

Aclaro, por si alguien ha llegado hasta aquí y no termina de entender: la Comunidad autónoma valenciana está regida, en la actualidad, por un gobierno salido de las filas del Partido Popular.

Héroes

Tiene razón, como casi siempre. Me refiero a Juan José Millás. Reproduzco entera su columna porque me parece interesante la reflexión sobre una carrera como el París-Dakar:

"Qué imagen imborrable, la de Carlos Sainz en el París-Dakar, gritando indignado a unos nativos perezosos: «Push, push, push», mientras su copiloto, con más experiencia que él y sabedor de la presencia de las cámaras, intentaba calmarlo. Se había atascado en una duna y exigía a los negros que le ayudaran a salir del trance con maneras increíblemente coloniales. Habríamos dado cualquier cosa por ver cómo pedía ayuda a los transeúntes si el coche le hubiera dejado tirado en una avenida de París. Y no es una crítica a Carlos Sainz. Él éramos nosotros. ¿Qué hacen ahí, quietos, esos negros indolentes, cuando se les ha concedido el privilegio de empujar un deportivo europeo?

Decidí este año, sobrecogido por la aureola de aventura que le precede, seguir el París-Dakar. Al final, empezaron a atraerme más los detalles periféricos que la carrera. A su paso por Mauritania, un grupo de nativos contemplaba el espectáculo desde un árbol, sorprendidos quizá de que esos blancos locos hubieran logrado convertir algo tan cotidiano para ellos como la muerte en un asunto heroico. En África no necesitas jugarte la vida para perderla; la muerte forma parte del menú de cada día. De hecho, los participantes atropellaron a un par de niños, pero no hemos logrado averiguar sus nombres ni la cantidad que han pagado por ellos las aseguradoras. Son datos que no forman parte del quién, cómo, cuándo y dónde del periodismo clásico. Nos hemos quedado sin saber a cuánto sale el kilo de niño negro.

En un programa de TV-1 sobre la carrera, algunos de sus responsables y participantes aseguraban estar muy preocupados por la cultura y el medio ambiente de los lugares por los que pasaban a cien por hora. Lo decían completamente en serio. La organización del París-Dakar mueve aviones de vigilancia, camiones de abastecimiento, hospitales ambulantes, funerarias? Es una locura, pero no mucho más grande, la verdad, que el resto de nuestras actividades. Acabo de enterarme de que a Sharon le ponen a Mozart para ayudarle a despertar. Conociendo la biografía de Sharon, y la de Mozart, resulta extraordinario. Lo que hace falta es que sea para bien."

Publicada en el periódico Levante, edición de 17 de enero de 2006.

Gamberrismo

Leo con estupor el editorial de hoy del periódico El País. Y lo leo con estupor porque no me había enterado de la última locura de Blair: es lo que tiene prescindir de las noticias de política internacional... Ya resulta complejo seguir el día a día de lo que ocurre en este país: no pretendo volverme loca, y a la postre, soy incapaz de procesar tanta información. Me desborda, me sobrepasa, me enmudece.

A lo que iba: ¿Qué está pasando para que los políticos, los que aparentemente tienen ideología progresista, se dediquen a promover legislación restrictiva de los derechos y libertades de los ciudadanos? Concreto: me refiero a Blair y, por ejemplo, al caso de Clos, alcalde socialista de Barcelona.

Por descontado, con estos fenómenos ¿represivos? ocurre como con las setas, una semana después de haber llovido: se multiplican a velocidad de vértigo, como por ejemplo, en Fuenlabrada y en Leganés.

¿Y a mí, que me da la impresión de que esto tiene más que ver con quitar de en medio, de las zonas más "vistosas" de las ciudades, todo aquello que no sea bonito, aunque lo que haya que "retirar" sean personas que no tienen donde caerse muertas y no le hagan mal a nadie?

Ahora, de lo leido, la pretensión de Blair de expulsar de sus viviendas a los vecinos molestos y llevarlos a una especie de "casa-castigo", es de juzgado de guardia... Es complicado convivir, nadie lo va a discutir a estas alturas. De hecho, sirva como ejemplo una noticia que salió esta semana, sobre una vecina que denunció al que vive en el piso de abajo porque le molestaba el sonido del piano. Y sin ir más lejos, ayer leí, vía Libro de notas, una columna de opinión de Ernesto S.Pombo sobre las tropelías que cometen los jóvenes los fines de semana, por no saber beber.

¿No sería más lógico, en lugar de tanto método restrictivo y coercitivo, atacar el problema desde la base y concienciar al ciudadano de que vivir en sociedad tiene muchas ventajas pero también ciertas limitaciones en aras de una mejor relación interpersonal?

'Peasssso' titular

Piden que los temporeros duerman junto a su curro.

Sí, ya sé: "curro" está recogido en el DRAE en su tercera acepción, como palabra de uso coloquial y de idéntico significado a "trabajo".

No es la primera vez que en el 20minutos, edición de Valencia, "tropiezo" con expresiones en los titulares más propias del colegueo de barra de bar que de un periódico que pretende cubrir un amplio sector de población.

Con todo lo que se oculta detrás de la noticia en sí, que es mucho y nada bueno, resumirla de manera tan ¿cercana al ciudadano? le resta importancia. Y vamos, creo yo que el que dos municipios, uno capital de Comunidad Autónoma y de la provincia y el otro, capital de la comarca de L’Horta Sud, pretendan jugar al pin-pong con una importante cantidad de inmigrantes "sin techo" es algo bastante serio: los adléteres de Rita Barberá por querer quitarse de en medio el problema recurriendo al método "esto no tiene que ver conmigo", y Pepe Bresó, alcalde socialista de Torrent, por negar una más que evidente realidad.

Lo que diría mi abuela: unos por otros, pero la casa sin barrer. Muy triste.

Maleducado

Grosero, estúpido, pendenciero... Id añadiendo unos cuantos adjetivos descalificadores, por favor, que necesito desahogarme y la mala leche me ha estado bloqueando durante toda la mañana.

Dos días llegando tarde al trabajo por culpa de un conductor maleducado y prepotente. Me explico: alrededor de mi casa están construyendo tres viviendas. Una a la izquierda, otra a la derecha y otra en la acera de enfrente, a unos 30 metros de distancia. Eso supone que, casi constantemente -salvo por la noche o de madrugada-, la calle esté ocupada por camiones y maquinaria necesaria en la construcción; por descontado, a las molestias típicas de estas obras hay que añadir las de los entierros casi diarios -porque los familiares y amigos del finado que acuden al servicio fúnebre, lo hacen, la mayoría, en sus coches y como no hay espacio para todos, los aparcan encima de la acera bloqueando el paso de los peatones- y los clientes de la farmacia, que si está de guardia, también recurren a detener sus vehículos donde no toca. Resultado: encontrar un lugar en el que se pueda aparcar sin que te caiga una multa es altamente improbable. Pero a veces, con un poco de suerte, y dependiendo de la hora a la que llegues a casa, la situación es menos "dramática" -¡exagerá que soy!- y hasta puedes dejar el coche sin miedo a que venga la grúa y se lo lleve.

El domingo pasado tuve la fortuna de coincidir con un vecino que se marchaba y allí que me fuí con mi troncomóvil. Ayer por la mañana, pertrechada con el paraguas, el bolso, el abrigo en una mano y las llaves del coche en la otra, llegué hasta él y me di cuenta de que no podía salir porque un soplagaitas de tres al cuarto había dejado su vehículo delante del mío, y además, con el freno de mano puesto. Era una Renault express y llevaba dentro material de construcción, por lo que deduje que debía de pertenecer a alguno de los operarios de las obras cercanas. Me tocó ir de una en una preguntando a los trabajadores por el dueño del furgón. Al final, y después de casi un cuarto de hora, apareció su propietario y me dijo que me esperase, que lo que estaba haciendo no lo podía dejar a medias...

No grité; lo juro por el niñito Jesús, por la Virgen, los Santos y el Espíritu Divino. Me limité a recordarle, todo lo educadamente que pude, que ése no era mi problema y que su obligación era la de mover el coche en ese momento, que ya estaba perdiendo mucho tiempo por su falta de respeto. Digo yo que no me tuvo que tomar muy en serio porque me dejó con la palabra en la boca, se giró y volvió a su faena. Lo intenté dos veces más y ni caso. Cuando ya iba a llamar a la policía, vino uno de sus compañeros con unas llaves en la mano y lo movió. Le di las gracias y me marché. Tuve la tentación de entrar antes a la obra y decirle al energúmeno que era un impresentable pero me lo pensé mejor y no quisé montar más follón.

Hoy por la mañana, a la hora de costumbre: mi coche aparcado en la misma zona, pero esta vez en cordón -ayer era en batería-. Justo al comienzo de la calle, sin llegar a tocar la raya amarilla que se deja en las esquinas para que los vehículos puedan girar sin problemas. Llego y me veo la furgoneta de marras delante de mi cochecillo, estacionada en la zona prohibida y tan pegada al mío que era imposible sacarlo de allí. Lo primero que he pensado ha sido en que el asunto tenía toda la pinta de ser premeditado. He vuelto a la obra y al requerir al zoquete para que me dejase espacio para salir, me ha dicho que si yo no era capaz de sacar el coche de allí era mi problema. Por descontado, su tono despectivo ha sido reforzado con el típico comentario machista de tres al cuarto: "¡cómo vas a sacarlo, si todas las tías aparcáis de oido!". Increíble pero cierto. Esta vez la mala leche me ha podido y he recurrido directamente a la amenaza: "O mueves tu cacharro de donde está o llamo a la poli para que te multe por aparcar en raya continua; tú verás, chaval" -el tonito era en plan sorna, con retintín, pero los nervios se me notaban... me superan estas situaciones-. Gracias a sus compañeros, al final, ha acabado quitando la Renault.

Esta tarde me voy a estacionar tres calles más abajo, lo juro. Hay tipos que no saben vivir sin amargarle la vida a los que le rodean y lamentablemente, a mí me ha tocado padecer a uno de esos dos días seguidos. Lo que tengo claro es que a la próxima, ni preguntaré: una llamadita a la policía local y a san joderse, aunque paguen justos por pecadores.