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De espaldas

Mujer y sola en la vida

Lilith nunca estuvo sola

Esta tarde, mientras leía la última anotación de Aspi -con todo el título, la Papisa Sinforosa Aspasia de todas las Kiritabis... por cierto, vamos a tener que hacernos mirar esta costumbre de "achicar" todos los apodos, :-D - me ha venido a la cabeza el libro que llevo estos días entre manos. Se titula "Lilith nunca estuvo sola"* y está escrito por Clara Giner. Es una recopilación de testimonios de mujeres que viven un poco al margen del papel de "esposa de", "madre de" o "pareja de": solas, sin una relación amorosa -al menos estable y mantenida bajo el mismo techo- que les sustente le vida, como puntal primordial de su existencia. No es un libro que pueda significar un antes y un después en esto de las relaciones humanas y el prisma desde el que cada una de nosotras -y nosotros- mira su propio mundo, pero sí que sirve para reconocerse en algunas situaciones, para verse reflejada en ciertos comportamientos: suficiente para no sentirse como una aguja en un pajar y bastante si partimos de la base de que el alejarse del papel de esposa y madre amantísima comienza a ser habitual, pero sigue teniendo una enorme lista de prejuicios colgada de un metafórico brazo, como, sin ir más lejos, el de colocarte el sambenito de la solterona triste y amargada que no ha sabido granjearse el cariño de un hombre de bien -ja-.

Traigo hasta aquí la introducción porque cuando la leí me sentí muy identificada con lo de Bridget Jones -qué poco me gustó ese libro... y qué pronto dejé de opinar respecto a él por sentirme un bicho raro- y en en este enlace el contenido del prólogo, de Eugenia Rico. Es largo -de ahí que no lo incluya directamente-, pero es una reflexión muy interesante.

INTRODUCCIÓN

HUYENDO DE BRIDGET JONES Y REENCONTRÁNDOME CONMIGO MISMA

Debo reconocer que fui una de esas pocas personas a las que no les gustó El diario de Bridget Jones. No sé si fui la única, pero desde luego no me sentí identificada con esa manera de vivir propia de una mujer de treinta y tantos, siempre pendiente de los demás y absorta en sí misma. Mi obsesión no consiste en adelgazar, dejar de fumar o conseguir un novio a toda costa y puedo aseguraros que hay muchísimas otras mujeres que piensan de igual modo, ya sean solteras, casadas o juntadas.

Es por eso quizá que me rebelé contra ese obvio estereotipo de solterona dubitativa a la espera de su príncipe azul, esa eterna jovencita con mil y una neuras acrecentadas a base de tabaco y alcohol. Una mujer que tal y como la pintan necesita para sentirse segura un hombre revoloteando a su alrededor.

Considero que es un tópico que actualmente está fuera de lugar. Siempre me he negado a ser considerada en función de alguien. No necesito un hombre para reafirmarme. Soy Lilith, me siento Lilith, como muchas otras mujeres que han optado, que hemos optado por decir no a un modo de vida todavía convencional. Simplemente, vivo como un ser humano más y como tal, ya me considero completa y capaz de ser feliz por mí misma, sin necesidad de una pareja, tan sólo con mi esfuerzo y con el amor de la gente que tengo a mi lado. El amor viene y va, y la soledad no siempre es mala consejera.

Cada día crece más el número de solteras en nuestra sociedad, mujeres que hemos elegido esta opción porque sí, porque nuestra prioridad somos nosotras mismas, porque nos gusta nuestra independencia y no sentimos la necesidad de compartir nuestra vida con nadie más, al menos bajo el mismo techo. Estamos a gusto solas, y el estar y vivir solas no significa renunciar a nada.

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*Si pulsáis sobre imagen de la portada del libro, podréis verla ampliada: la fotografía me gusta mucho. El rostro de la mujer es la serenidad personificada, o al menos, eso me transmite a mí. La autora es Marina Vilanova.

Contra la violencia machista

En el Instituto de la Mujer han organizado una exposición fotográfica en la que 18 mujeres, todas ellas rostros conocidos por su profesión, rinden homenaje a todas aquellas que son maltratadas.

La foto la he tomado de las que aparecen publicadas en 20minutos: una Arancha Sánchez Vicario con un ojo morado y con la mirada perdida. Algunas me han puesto la carne de gallina. Y no estoy exagerando. Imagino que será porque los rostros son reconocibles y la impresión es más profunda. Las miradas de Belén Rueda y de Gemma Cuervo son desoladoras. Sabiendo que esto es ficción ¿cómo serán las verdaderas?

Las que yo he visto: el terror hecho persona.

Pdta. Soy consciente de que la violencia no sólo la ejercen los hombres. Pero lo que sí que es cierto es que la que padecen las mujeres por el mero hecho de serlo, sí. Sin duda alguna.

Tan pura y limpia



Ayer recordé, al hilo de un par de comentarios que hicimos -uno de Bielka y otro mío- en la anotación anterior sobre la consentida y aceptada socialmente pertenencia de la mujer al hombre, una novela que leí hace un año, titulada El vagón de las mujeres, de Anita Nair.

Esta mañana he buscado el libro para echarle un vistazo: me gusta, de cuando en cuando, ver qué palabras o qué párrafos dejé señalados en el momento de su lectura porque, de una u otra forma, me causaron impresión. Creo que las frases que copio a continuación reflejan con exactitud la idea de posesión que, por desgracia, algunos hombres tienen formada con respecto a "sus" mujeres:

"Una semana más tarde, cerca de la medianoche, Ebe me despertó con sus movimientos.
-¿Qué haces?-le pregunté medio dormida.
-Nada. Sólo quería tocarte-en su voz había un tono extraño.
Sus dedos acariciaban y hurgaban.
-¡Mi niña pequeña!-repetía melosa su voz-. Mi querida chiquilla.
Me dio miedo. ¿Qué le pasaba a Ebe?
-Ebe, Ebe-susurré incapaz de disimular el pánico.
-Me encanta que me llames Ebe, Ebe, como acabas de hacer. Como una niña pequeña. Me gustas así -murmuró Ebe-. Tan pura y limpia. Mi pequeño tesoro. Mi niña adorada. Sin grandes pechos bamboleantes ni un horrible bosque peludo de mujer. No quiero que cambies nunca. Quiero que sigas así toda la vida.
¿Cuál era mi lugar en todo aquello? Margaret Shanthi, la mujer. A los ojos de Ebe, ¿había dejado de existir? Una niña a la que podía mandar y moldear, con la que hacer el amor y divertirse. Era como si negara todo lo que había en mí de adulto y de femenino... ¿Qué sería de nosotros cuando cambiara? Cuando dejara de ser la niña de Ebe con el pelo corto, pechos en flor, vulva desnuda y tobillos finos... Un sollozo me ahogó en la oscuridad."


Soledad. Pero como opción. No como obligación, no como imposición. De eso habla esta novela: independencia y desprendimiento. Territorios y espacios ganados. Preceptos morales dejados en el olvido, después de haber convivido con ellos toda una vida. Encaja a la perfección con lo de "mujer y sola en la vida". Sin angustias. Como venimos y nos vamos.

En casa y con la pata quebrada

Está claro que una cosa es lo que se dice de cara a la galería, para que al que habla
Está claro que una cosa es lo que se dice de cara a la galería, para que al que habla
Está claro que una cosa es lo que se dice de cara a la galería, para que al que habla no se le tache de machista empedernido, recalcitrante y de cortas miras, y otra muy distinta, lo que se piensa y se manifiesta cuando no existe presión social del entorno más cercano. ¿Y por qué me da por hacer, de buena mañana, una afirmación tan de andar por casa? Muy sencillo: porque después de leer que la mitad de los españoles cree que la mujer debe dejar su empleo y cuidar de sus hijos, sería casi imposible no cuestionarse que todos esos hombres que hace unos cuantos meses decían que preferían a la mujer rebelde, independiente y aventurera, estaban mintiendo como bellacos...

Ya sé, ya, que no se puede extrapolar: soy la primera que parte de la base de que una encuesta realizada a hombres de profesiones liberales, con cierto poder adquisitivo y bla bla bla, no sirve como referencia para analizar el sentimiento patriarcal del españolito medio. Y que el estudio presentado ayer por la Directora del Instituto de la Mujer, parece bastante más real -mi impresión personal... sesgada, lo sé; pero es que cada vez que escucho a un hombre decir aquello de que "no sé de qué se quejan, si lo tienen todo", me entran ganas de verlo con las manos en la masa, asumiendo, sólo por un día, todas las tareas que una mujer trabajadora fuera de casa realiza hoy en día-.

La frase con la que titulo la entrada puede parecer tendenciosa, pero, sinceramente y por desgracia, después de desayunarse con una noticia así, a una no le cabe otra que pensar que muchos hombres de los que me rodean siguen pensando que yo y conmigo todas las demás mujeres, sólo somos meros instrumentos para la reproducción de la especie.

Y si además, a este despropósito le sumamos que en países como Afganistán, tres mujeres han sido secuestradas y después asesinadas, por el simple hecho de que colaboraban con ONG's y que sus captores han dejado, junto a los cadáveres, unos cartelitos en los que les recuerdan al resto de las mujeres que realizan las mismas labores humanitarias que lo de ellas no es trabajar -no he encontrado información en la red, al menos a esta hora; lo he visto esta mañana a las 7, en las noticias-, poco o nada más se puede decir.

Si alguien es capaz de sonreir por mí, que lo haga. Hoy se me está haciendo sumamente difícil.

Va a ser verdad

Sí. Ahora va a resultar que la típica frase con la que muchos hombres dan por finalizada una conversación con una mujer, en la que no se ha llegado a acuerdo alguno, va a ser cierta. Me refiero a "mira que sois complicadas" o en su defecto, a "no hay quien os entienda".

No lo digo yo. Lo dice la revista Nature.

En realidad, no dice que seamos complicadas. Al menos, no como se da a entender en esa expresión -casi muletilla- tan poco afortunada con la que he comenzado la anotación. Extraigo un trocito de la noticia completa:

Los nuevos trabajos indican que este cromosoma que se creía 'dormido' tiene activos de forma permanente cerca del 15 % de sus genes. Esto indica que las mujeres tienen expresados estos genes el doble de veces que los hombres y por lo tanto tienen dos veces más cantidad de proteínas codificadas por esos genes. "Las posibles diferencias entre los dos sexos son intrigantes", asegura el editorial de 'Nature'..

Por lo que, en realidad, lo que ocurre es que tenemos más abundancia de algo...*

*Lease esta anotación con un elevado grado de ironía, porfaplis, que esto de mezclar churras con merinas sólo tiene la finalidad de provocar una sonrisa.

Burros y burros



Hay burros y burros. Para ser más exacta: hay burros y burros.

Se me hace muy cuesta arriba que un padre o una madre de familia, con dos dedos de frente y algo de sentido común, sea capaz de ceder ante un hijo que, como culminación máxima de lo rocambolesco, le solicita la adopción de un burro como mascota. Me preguntó si ocurrió lo mismo cuando se estrenó Bambi: ya me veo a los niños de entonces acudiendo a su médico de cabecera por un ataque de cervatitis aguda.

De todas formas, la burromanía no se circunscribe sólo a los infantes influenciados por la película Shrek: con motivo de la boda del príncipe de Asturias y Letizia Ortiz, la "Asociación para la defensa del borrico" regaló a los prometidosuna pareja de burros.

Por cierto, el redactor de la noticia que enlazo en el segundo "burro" debió de saltarse las clases en las que se explicaba la importancia de darle sentido a lo que uno escribe -no tiene desperdicio-:

"El "efecto Shrek" ha sido culpado por un aumento en las importaciones de burros."

Una buena iniciativa

Será que visito poco la página del periódico El Mundo, y por eso no había dado todavía con una sección que, a primera vista, parece bien estructurada y que es una buena iniciativa para alumbrarnos más y mejor en relación con la violencia sexual: se trata de Terrorismo doméstico.

Existe un apartado llamado El defensor de la maltratada, que funciona como un consultorio en el que se resuelven dudas tanto psicológicas como legales. La media está en cinco o seis respuestas semanales, y siendo que van por la nº 207, parece que esta sección ya lleva tiempo funcionando.

La información que ofrecen sobre el perfil de las víctimas es muy interesante y casi de obligada lectura -en realidad, debería ser de obligada lectura absolutamente todo lo que aparece en estos documentos-.

Arreglada pero informal



Hace poco, una amiga me contó una anécdota protagonizada por una prima suya –sí, ya sé que lo de “me dijo Fulanita que Menganita le contó que Zotanita, la del cuarto, había oído que Antonia la frutera estaba liada con Ignacio el contable” es caer en la más absoluta rumorología, pero es que como estoy iniciando mis estudios de licenciatura en Mediocridad y Ciencias del Cotilleo, éste es un ejercicio práctico que me va a venir de perilla- a la que no paro de darle vueltas –a la anécdota, no a la prima- por aquello de que una siempre teme que sus peores pesadillas acaben convirtiéndose en realidad.

Eloísa –no es su nombre real, claro; en esto de la información veraz y contrastada es importantísimo proteger las fuentes... ja!- había invitado a tres compañeras del trabajo a tomar café a casa. Una de ellas, una amiga de las de toda la vida, llegó la primera y mientras que la anfitriona terminaba los preparativos en la cocina, aquélla estuvo esperando en el salón. Encima de una de las mesitas auxiliares había un bandeja en la que estaban colocados media docena de vasitos de té. Uno de ellos estaba tumbado y pensando la invitada que se había caído, lo levantó. Cuando Eloísa entró en la habitación, se dirigió directamente hacia el vaso que había recuperado la verticalidad y lo puso, nuevamente, tumbado.

La amiga, ante este gesto, se extrañó, por lo que le preguntó a su anfitriona el motivo por el cual era preferible tener el utensilio en una situación tan poco práctica. La respuesta fue contundente: “es que así la casa tiene aire de informal”.

Siempre le he tenido pavor a verme en una situación similar a la interpretada, en esta anécdota, por la anfitriona. Me explico: convertir mi casa en un museo o en una exposición permanente, en la que el espacio y las cosas estén absolutamente medidas y estudiadas para crear un ambiente en particular. Puedo entender que a una le guste rodearse de las cosas que más le satisfagan y que coloque éstas de la manera que más agradable le resulten, pero de ahí a dejar caer en tres pliegues la manta en la esquina derecha del sofá, porque justo en ese lado la alfombra de lana cardada se ve más y el contraste de una sobre la otra es muy llamativo hay bastante diferencia.

Conozco, por desgracia, muchas mujeres que viven para sus casas y no en sus casas. Y a eso es a lo que realmente le tengo tanto miedo, a sorprenderme empleando unos patrones de vida ¿doméstica? que he criticado hasta la saciedad. Porque una cosa es tener claro un concepto y otra muy distinta, llevarlo a la práctica, máxime, si se tiene en cuenta que, al menos a mí, me educaron –o lo intentaron- para que mi casa fuese lo más de lo más en esto del orden, de la limpieza y de lo estéticamente bonito.

Quizás, lo de colocar el vasito tumbado para restarle seriedad al ambiente solamente sea producto del excesivo consumo de revistas dedicadas al interiorismo y a la decoración, pero yo no puedo evitar el equiparar este tipo de gestos con una oculta y a la vez ansiada búsqueda de aceptación por parte de los demás, como si, aun sabiendo que somos mucho más de lo que hasta hace poco se pensaba de nosotras, necesitásemos que, como amas de casa, se nos diese el visto bueno.

De profesión, sus labores



No sé cuánto tiempo ha pasado desde que en el documento nacional de identidad retiraron el dato correspondiente a la profesión del titular, pero tengo los suficientes años como para recordar que en el de mi padre ponía “sastre” y en el de mi madre, “telefonista”. En clase era de las pocas niñas que tenían una madre trabajadora –estoy hablando del comienzo de los años setenta-; las de mis compañeras eran, casi todas, amas de casa, o para atenerme a lo que entonces se podía leer en los carnets de identidad, de profesión, sus labores.

Ahora, en el caso de las mujeres, de estar incluida esa información en el citado documento, se necesitaría un espacio más amplio, ya que tendría que recoger las dos profesiones que éstas desarrollan: la de asistenta doméstica y la que se ejerce fuera de casa. Y digo en el caso de las féminas, porque, desgraciadamente, todavía son pocos los hombres que han asumido el hecho de que la intendencia de aquello que hay dentro de las cuatro paredes entre las que viven es también su responsabilidad –y con esto me refiero a los que viven en pareja, y a los que, aun haciéndolo solos, recurren a las mujeres de su familia para que les solucionen las incidencias caseras-.

Esta falta de asunción de responsabilidades domésticas por parte de los varones deriva en que la tan ansiada y buscada equiparación entre sexos esté todavía en pañales, por lo que, si se pretende que esta situación mejore y a la larga se consiga que no sea una utopía la igualdad de derechos, es necesario que las partes implicadas tomen cartas en el asunto y se tienda a favorecer la conciliación de la vida laboral y familiar, tanto la de los hombres como la de las mujeres.

En Alaquàs, un municipio cercano a la ciudad de Valencia, se va a desarrollar un programa de la UE que aportará medidas para que el equilibrio familiar/laboral sea un hecho. Por lo que se desprende de la noticia, se pretende que el hombre aprenda a desenvolverse con soltura en el ámbito doméstico –intuyo que para paliar situaciones como las de “es que tú lo haces mejor... en el tiempo que pierdo yo en dejar decente una camisa, tú seguro que planchas tres”- y a su vez, que la mujer aprenda a soltar las riendas –que a más de una y a más de dos, les cuesta horrores eso de compartir lo que, hasta hacía poco, era su espacio exclusivo-.

Extracto un trozo de la noticia:

” Los varones recibirán clases de aprendizaje, en grupos de 15 hombres, de tareas domésticas y atención a personas dependientes, como enfermos de alzheimer. Además se pondrá en marcha una «cuidoteca infantil», un experimento dirigido a padres de niños de 0 a 3 años con el fin de facilitar «un espacio de interacción entre los menores y el padre, para que éste adquiera conocimientos tanto del desarrollo evolutivo/cognitivo del menor como de prácticas de juego y enseñanza».

Los hombres también reflexionarán en grupo sobre los obstáculos y tabús que les impiden incorporarse a la tarea doméstica. De igual forma, las mujeres deberán evaluar las razones que les impiden delegar y compartir funciones con sus maridos o parejas.”


Sé que parece, a priori, que este tipo de medidas se adoptan porque políticamente quedan fenomenal, vamos, que de cara a la galería, dan una buenísima imagen, y que luego está por ver qué grado de efectividad se alcanza al ponerlas en práctica, pero... sinceramente, mejor es intentarlo que quedarse con los brazos cruzados.

Al final, género

No sé si es que, al paso que voy, acabaré cambiándome de chaqueta, pero es que las formas contundentes -por llamarlas de alguna manera, ya que siempre he dicho que a este señor, lo que le restaba razón era su manera de expresarse- del académico Arturo Pérez Reverte, son las únicas que se pueden emplear para hablar sobre el desaguisado que han mal cocinado en las Cortes españolas con esto de la violencia sexual:

"Se veía venir. Ley contra la Violencia de Género, la han llamado. Pese a los argumentos de la Real Academia Española, el Gobierno del talante y el buen rollito, impasible el ademán, se ha pasado por el forro de los huevos y de las huevas los detallados argumentos que se le presentaron, y que podríamos resumir por quincuagésima vez diciendo que ese género, tan caro a las feministas, es un anglicismo que proviene del puritano gender con el que los gringos, tan fariseos ellos, eluden la palabra sex.


Continuar leyendo.

Dependencia económica

Para que luego digan que no existe la discriminación en el trabajo...

El 75% de las españolas dependen de su marido económicamente.

En este enlace, se explica de qué va lo del informe Randstat: ¿a alguien le suena lo de conciliar el ámbito laboral con el familiar?... lo digo porque si todavía no se ha conseguido que la mayoría de las mujeres pueda ser independiente económicamente de su pareja, lo de la asunción de responsabilidades familiares por ambas partes es casi una utopía, :-/

Que me lo expliquen

Hoy estoy hiper-mega productiva... Casi todas las visitas a la bitácora son mías, jajaja: he estado haciendo pruebas y estropicios varios.

A lo que iba: mientras me comía mi ración de queso freso y dos racimos de uva blanca -manjar de los Dioses-, he estado releyendo dos artículos de opinión que tenía pendientes de comentar y otro artículo en el que se resumían los resultados de un encuentro organizado por el Círculo de Lectores de Madrid.

La pregunta que encabeza esta entrada viene a cuento de un párrafo que se puede leer en una de las columnas de opinión que mencionaba: ¿Por qué insistimos en decir "género" y no "sexo"?, escrita por Aty Gutiérrez. Aquí sigue el objeto de mi duda,

"No busquen pues en los diccionarios, ni se pierdan en los vericuetos de la gramática. El género es un concepto sociológico. Para el feminismo de la igualdad ha resultado clave, porque gracias a él se ha librado del determinismo biológico conceptual que conducía directamente a la guerra de sexos. Bajo el prisma del género, los hombres dejaban de ser el enemigo."


Que es que no sé por dónde pillarlo... de verdad de la buena. No es por hacer la puñeta, pero es que no lo entiendo. ¿Qué tendrán que ver las churras con las merinas?. Y el caso es que en el resto del artículo -aviso, es un poco largo-, Aty Gutiérrez muestra bastante cordura, sobre todo al final de su exposición. Eso sí, ni por asomo tiene razón con lo de la RAE y el uso de género en lugar de sexo: si para una cuestión sanitaria se le consulta a una entidad médica, para una cuestión lingüística lo lógico es solicitar consejo del o de los organismos que saben más, aunque a éstos, oficialmente, les cueste más reconocer o modificar sus posturas por aquello de que el habla es algo vivo, y la lengua se adapta según cómo evolucionan las diversas formas de emplear un idioma -las hablas, vamos-.

Como respuesta a su afirmación de que no es importante perderse en los vericuetos de ver qué se emplea o cómo se emplea, le viene al pelo el resumen del encuentro organizado por el CL: La perversión del lenguaje. Con un pequeño extracto se entenderá lo que quiero decir:

"¿Cuál es entonces la responsabilidad de quienes han hecho del uso de la lengua su trabajo cotidiano (escritores, políticos, poetas, editores, periodistas y medios de comunicación)? Evitar que el error en el uso de unas determinadas palabras y términos, los lleve a un error en el punto de vista sobre una determinada actuación política, social o económica."


La otra columna es de Arturo Pérez Reverte. Se titula Sin perdón. Nunca me han gustado las formas malsonantes de este escritor, porque pienso que si se quiere ser contundente no es necesario llamar a otro cretino para reforzar la idea de lo expresado, pero también es cierto que no es el primero ni será el último que defiende el derecho a emplear todas las palabras que recoje el DRAE -y otras muchas que no- según le plazca. Estoy convencida de que es de los que como argumento arguyen que la ofensa no es cosa del ofensor sino del ofendido. Retomo: tiene mucha razón en lo que cuenta. Tanto respeto, tanta tolerancia, tanta estupidez supina... ¿es que acaso un ciego es menos ciego porque se le llame invidente? ¿a qué vienen tantos paños calientes para ciertas cosas?

La mujer rota



Este verano he releido el único libro de Simone de Beauvoir que tengo: La mujer rota. No poseo el hábito de retomar lecturas ya realizadas -tanto es así, que no recuerdo haberlo hecho con anterioridad con ningún libro-, pero esta ocasión era especial: me parecía importante averiguar qué tenía de singular esta recopilación de tres cuentos, en concreto "La edad de la discreción", "Monólogo" y "La mujer rota", que la hacía y hace tan especial para alguna de mis mejores amigas. Y es que cuando cayó en mis manos por primera vez ni me impresionó ni me disgustó. No puedo afirmarlo con seguridad, pero seguramente "La mujer rota" pasó por mi cabeza como una lectura no elegida a conciencia, sino, más bien, como un libro cogido al azar de una de las estanterías de casa de mis padres.

En esta ocasión ha sido bien distinto. Me ha dejado huella, si sirve decirlo de esta forma. Quizás, sólo quizás, porque he bebido de esas tres historias mientras en el día a día, este verano, vivía otras similares o parecidas: he convivido casi a todas horas con parejas, más o menos de mi edad, la mayoría con hijos, y éstas han sido el mejor ejemplo para entender una serie de comportamientos que apuntan hacia los arquetipos más comunes, por lo tópicos y repetitivos que acaban siendo.

La noche en la que lo terminé casi no pude dormir: no paraba de darle vueltas a la última historia -la que da título a la novela-, porque me parecía tan extremado, tan indigno, tan cruel el comportamiento del co-potragonista, que al final llegué a la conclusión de que era una situación narrada con la mayor de las subjetividades, esto es, la de la mujer herida y abandonada en la madurez de su vida y sustituida por otra más, aparentemente, dinámica e interesante.

El segundo cuento -si es que se le puede llamar así- es un monólogo carente de comas, aunque existen subordinadas a porrillo. Cuesta meterse en él, pero una vez se acierta con el ritmo, es fácil acoplarse a su lectura -y es que pensamos sin pausas, al menos, las pausas mentales son distintas a las de la escritura-. Me dejó un sabor agridulce: por una parte me sentí muy identificada, y por otra, la histeria y la rabia de la mujer recluida en su casa una noche de final de año me asustó sobremanera. Ese enfado con el mundo es peligrosísimo, pero por otra parte ¿cómo sacar la rabia?. El resumen perfecto de lo contado lo hace la propia Simone de Beauvoir al encabezar la narración con una frase de Flaubert que dice "Ella se venga por el diálogo".

"La edad de la discreción" muestra a una mujer que se da cuenta, casi acabando la historia, de que su vida, que estaba demasiado bien organizada y demasiado bien estructurada como ama de casa que antes fue una mujer comprometida con su tiempo -en verdad, sigue siéndolo, pero de otra forma-, no era tan estable ni tan firme como creía y que las ideas de los otros también son importantes: darse tanto a los demás y ser dependiente no es nada aconsejable, al menos, si este afán filantrópico es desmesurado.

He estado buscando, a través de Google, información sobre este libro, y curiosamente, salvo meciones en catálogos y demás, no he conseguido leer una sola crítica y me ha sorprendido la escasez de datos sobre el asunto. Tres ejemplos de mis búsquedas fallidas:

1.- "La mujer rota" Simone Beauvoir opinión: 72 resultados.

2.- "La mujer rota" Simone Beauvoir crítica: 23 resultados.

3.- "La mujer rota" Simone Beauvoir feminismo: 21 resultados.

Copio el contenido de lo que puede leerse, escrito por Laura Freixas, en una de las dos solapas de la sobrecubierta de la edición del Círculo de Lectores, sobre "La mujer rota":

"El feminismo de Simone de Beauvoir tal como se plantea en "La mujer rota" coincide de forma sustancial con el contenido de un ensayo que marcó la década de los sesenta: nos referimos a "La mística de la feminidad", de la norteamericana Betty Friedan. Para Friedan, la reclusión en el hogar equivale para la mujer a un "confortable campo de concentración "; a través de su obra y de la fundación del movimiento NOW (National Organization of Women), la autora intenta "desmitificar" la familia, la maternidad, el trabajo doméstico, y obtener para las mujeres la igualdad profesional, jurídica y política. Es la culminación de la primera etapa del feminismo: el feminismo de la igualdad.
Tras la publicación de "La mujer rota", el movimiento feminista tomó otro rumbo, o mejor dicho, otros rumbos: entramos en el feminismo de la diferencia, que no pretende, como se había hecho hasta entonces -desde Wollstonecraft y las sufragistas hasta Betty Friedan-, borrar en lo posible las diferencias entre los sexos, sino analizarlas mejor o, en lagunos casos, reivindicarlas como una superioridad, natural o histórica, de las mujeres sobre los hombres".

Los españoles prefieren a la mujer ¿rebelde?



Hoy se publica en Iblnews el resultado de una encuesta realizada por un portal de encuentros on line, en la que se preguntaba cómo era para el hombre español la mujer perfecta. Por lo leido, este fin de semana se estrena Las mujeres perfectas, interpretada en su papel principal por Nicole Kidman y ése ha sido el motivo por el que esta agencia de contactos cibernética ha decidido preguntar sobre una cuestión de tanta enjundia. El resultado: los hombres españoles prefieren a la mujer rebelde, solvente e inteligente. Y yo digo: ja, ja y ja. Y repito: ja, ja y ja. Y por si no ha quedado claro, añado: ja, ja y ja.

Tengo la impresión de que me he perdido algo; de que cada vez que he salido a la calle y he escuchado una conversación entre hombres -de ésas que "pillas" en plan radio-macuto, cuando ellos no son conscientes de tu presencia- no he debido prestarles la atención merecida, porque intuyo que se me ha escapado algún matiz importante, que de conocerlo, seguramente no me habría hecho dudar de unos resultados tan "qué-guays-que-somos-todos-y-cómo-mola-la-mujer-integrada-que-compite-y-no-por-ello-nos-sentimos-intimidados/amenazados". Y siendo estricta, no dudo de los resultados, sino de la valoración que se le puede dar a una encuesta realizada en un portal de internet, en concreto el ya citado www.match.com, en el que para participar de manera activa, se ha de hacer un desembolso económico, con lo que, ya a priori, resulta un tanto ¿sesgado? que, señores con un determinado perfil -yo diría que bastante definido: nivel adquisitivo medio y tecnológicamente avanzados o cuando menos adaptados- sean los que únicamente respondan a esta encuesta. No se trata de caer en los estereotipos para analizar estos resultados, pero dudo mucho de que un albañil, de más de 45 años, opine de la misma forma. Pero en fin... como el muestreo se ha realizado en un ámbito tan determinado, para dar la noticia, deberían de, al menos, especificar claramente qué tipo de usuarios están registrados en esa página. Aunque eso es harina de otro costal...

Lo importante: que estos datos no están muy de acuerdo con la realidad. Se dan de bofetadas con las noticias de malos tratos, en los que subyace la idea de la pérdida, por parte del maltratador, de la mujer sometida, y por extensión, el reclamo por parte de ésta, de su derecho de independencia. Si nos tuviéramos que atener a opiniones tan estupendas, no haría falta legislación que protegiese a la mujer frente a las diversas maneras con las que actualmente se las discrimina.

En fin... que lo de rebelde ya lo cantaba Janette hace muchos años y el aire de rebeldía era tan evidente que la hacía cantar con esa ligereza y soltura tan típicas de las mujeres dedicidas -esto último léase con el debido grado de ironía-.

Como curiosidad, copio las modalidades de suscripción a la página de contactos on line que ha realizado la encuesta -sí, me he inscrito para cotillear... Pringosilla ha sido el nombre elegido-, que no tienen desperdicio:

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La foto que ilustra la entrada es la utilizada para el cartel de la peli "Las mujeres perfectas"

Las manchas que dejan huella



Hace unos días que andaba dándole vueltas a unos anuncios que hace poco comenzaron a emitir por las cadenas de televisión: se trata de la nueva campaña publicitaria de Skip. ¿Por qué? Pues porque, a pesar de gustarme la estética y de que están planteados desde la base de una nueva concepción -lo de nueva es un decir, pero bueno...- de la educación infantil, había algo en ellos que no terminaba de encajar. Era como el sí pero no, como "tengo la impresión de que me están vendiendo la burra". Y ayer me di cuenta de dónde radicaba mi desasosiego.

El pilar en el que se fundamenta el mensaje es sencillo: hacer llegar a los adultos la idea de que las manchas que los niños se hacen en la ropa, en sí, no son malas, ya que son signo de inquietud, de atrevimiento, de necesidad de saber, de exploración, etc. O sea, que todo lo que sea síntoma de desarrollo y evolución, como es el caso de los juegos y los que estos conllevan en cuanto a suciedad, no es un problema hoy en día porque existe un detergente capaz de eliminar los rastros de esas peripecias infantiles sin que la persona encargada de la limpieza realice ningún sobreesfuerzo adicional. En resumidas cuentas: no es necesario coartar a los niños con mensajes del tipo "cuidado con ese charco" o "no te tires al suelo" o "de las pinturas ni hablamos" con la excusa de las manchas o lo que es lo mismo, el eslogan de la campaña "Las manchas enseñan a vivir".

Que recuerde -no puedo ver los vídeos de la página-, fueron dos las secuencias, en el anuncio de "Las manchas enseñan a ser ingenioso", que me ayudaron a aclarar esa desazón televisiva que me rondaba: la primera, una escena en la que sale una niña con una barra de labios en la mano que está pintándose la cara con ella y en la que se lee, sobreimpresionado en la pantalla, algo así como que "esas manchas son signo de coquetería" y la segunda, que sucede a la anterior, en la que un niño saca una rana del bolsillo de su pantalón y la lanza a una charca, mientras la amiguita está situada tras él, como mera observadora -no recuerdo exactamente qué se lee, pero se refiere al espíritu aventurero-.

La bombilla se me encendió -valga la expresión- al darme cuenta de que sí, que el mensaje era muy permisivo, muy actual, muy "fuera recriminaciones, que crezcan sin prejuicios estúpidos", pero era y es de un machista que tira para atrás. O quizás, debería de decir que se trata de varios micromachismos que, inconscientemente, se les han colado a los publicistas diseñadores de la campaña. Muy modernos y tal pero la niña sigue como espectadora cuando se trata de explorar, de hacer cosas para las que se requiere un espíritu de riesgo y además, se reitera en el papel de ser coqueta, de maquearse para gustar a los demás. Vamos, que se ve que se apoyan en la modificación de conductas y pautas sociales, pero se les han olvidado las esenciales.

De todas formas, decir que les ha traicionado el inconsciente es ser benévola con ellos: que digo yo que los hijos, generalmente -casos de reproducción asistida aparte-, tienen padre y madre... Es que no termino de entender el porqué entonces, las recomendaciones que Skip hace sobre cómo lavar la ropa de los bebés van dirigidas a las jóvenes mamás. Ahora, que por desgracia, no son los únicos.

A todo esto ¿jóvenes mamás? ¿acaso lo dirán porque las que son mamás a partir de los cuarenta no necesitan recomendaciones?

La mirada interior



"La confianza en nuestras capacidades, así como el platónico amor racional a uno mismo, resulta necesario para poder amar a otras personas o para estar sola en las mejores condiciones. Muchas mujeres crecen con la sensación de ser la mitad de una persona, ya que se fomenta en ellas la idea de que no son nada sin un hombre. Y, a raíz de considerarse seres incompletos, buscan en el otro aquello que ellas no poseen: el resto de sí mismas. Hay mujeres que han llegado a descubrir que su obsesión por los hombres egocéntricos se debía a que su propio yo estaba poco desarrollado, y de este modo buscaban una seguridad e identidad de la que se sentían interiormente carentes.

De ahí que incurramos en el error de enamorarnos de alguien por lo que necesitamos y no por cómo es la otra persona. Así, utilizamos un yo falseado para conseguir que un hombre se enamore de nosotras y, cuando lo conseguimos, seguimos representando el papel, hasta que en un momento determinado nos encontramos solas y deprimidas, agotadas y erosionadas en nuestro propio ser. Se supone que entonces reaccionamos y nos preguntamos: ¿estás dispuesta a condenarte a esto, a continuar con algo que realmente no te conviene?

En "El segundo sexo", Simone de Beauvoir describe a la mujer enamorada como alguien que sólo puede lograr la trascendencia a través de su amor por otro; una mujer que capta realmente su propio valor en el momento de sentir sobre sí la mirada adoradora de un hombre. Incapaz de actuar en un mundo más extenso o de formarse una identidad, esta mujer se ve forzada a adherirse al poder masculino a fin de liberarse de la ansiedad de su propia impotencia. Y como el amor romántico es casi el único camino que una mujer, salvo excepciones, tiene para llegar a la aventura y la trascendencia, éste llega a convertirse en una obsesión.

De esta manera, el amor romántico se convirtió en un fin en sí mismo: con el sacrificio por amor se obtiene la salvación. Basado en la ilusión, su proyección consiste en sobrepasar las propias limitaciones. Los amantes se idealizan mutuamente, ven en el otro cualidades que no tiene, se atraen por la intensidad de sus sentimientos, por la seguridad de sentirse auténticos complementos. Y el erotismo, por su parte, les lleva a la esperanza de una fusión que les traerá la plenitud y el fin de la soledad. Estos sentimientos acompañan las primeras etapas de la mayoría de las relaciones eróticos-amorosas y no tienen por qué destruirse, si se pasa a una etapa siguiente. Sin embargo, las mujeres se han quedado frecuentemente con esta fijación porque no han desarrollado ni delimitado su identidad propia, y se han confundido y atado a sus amantes creando una dependencia que les genera una gran ansiedad. Hemos pasado mucho tiempo centrando nuestra felicidad, nuestro estado de ánimo y nuestra propia valoración en la mirada del otro.

Por todo esto, las feministas cuestionan desde hace tiempo el precio que pagamos por mantener relaciones así, e imaginan otro tipo de amor, un amor ideal que progresivamente incorpore la independencia a la relación."


Fragmento de "La mirada interior", incluido en el capítulo "El mapa emocional y las reglas del juego" del libro "Solas" de Carmen Alborch.

¿Mujeres malas?



Llevo tiempo dándole vueltas a una serie de comportamientos sociales que a priori y sin profundizar demasiado, parecen inocuos pero que si una se detiene un poco a la hora de analizarlos, no tarda demasiado en darse cuenta de la elevada carga machista que éstos acarrean y de lo perniciosos que pueden llegar a ser si se parte de la base de que una gota no hace un torrente pero sí que puede llenar un vaso de agua -y ya se sabe que cuando el vaso se derrama, la racionalidad se ofusca-. Y en ésas estaba -en darle vueltas- cuando ayer, recordando frases dirigidas a mujeres con clara intención peyorativa, me vino una a la cabeza que, de primeras parece un elogio, pero que, a mi modo de ver, no lo es:

"Detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer".

Se nos alaba -supuestamente- pero se nos coloca en el sitio que se desea para nosotras, o sea, en segunda fila. Es como si te estuvieran diciendo: "no te quejes, mujer, si en realidad siempre habéis sido relegadas de la esfera pública, pero en el fondo, muy en el fondo, estos pobrecitos hombres no hubieran sido lo que fueron sin que una de vosotras no hubiese intervenido". De ahí pasé a pensar en que, independientemente de que la frase sea un micromachismo mal disimulado, tipo palmadita en la espalda para el perdedor, la imagen que provocaba o las referencias que acudían a mi mente al pronunciarla siempre eran de prohombres que tuvieron un nombre propio en la Historia. Eso conllevaba que sus mujeres, por extensión, fuesen también magníficas personas.

Pero... ¿qué ocurría, entonces, con las esposas o amantes de los dictadores? ¿Eran o fueron, por oposición a la mentada afirmación, malas mujeres?

Averigué que Juan Gasparini, en el año 2002, publicó un libro titulado "Mujeres de dictadores" en el que hacía un repaso por la vida de algunos de los tiranos más tristemente conocidos y de las féminas con las que éstos se habían relacionado: a priori, el ¿ensayo? es muy interesante, pero si he de atenerme a lo leido en las reseñas, el autor cae en el mismo error de planteamiento que se le podría atribuir a los que pronuncian la frase que ha originado esta reflexión: cuenta la historia de ellas a través de la historia de ellos, y no al revés. Intuyo que posiblemente sea difícil conseguir información pormenorizada de la vida de cada una de estas mujeres, pero bueno... a lo que iba: ¿Fueron malas estas mujeres? ¿Sería ese el calificativo exacto para valorarlas? ¿Cómo es posible que amaran a hombres que eran capaces de firmar sentencias de muerte hoy y mañana también? -sé que con esto presupongo que las mujeres son menos violentas, pero no pretendo convertirlo en una afirmación taxativa-.

En el caso de Carmen Polo es más que evidente que muy buena, lo que se dice muy buena, no era. Eso sí, piadosa lo era un rato. Y de misa diaria, por supuesto. Paul Preston no la deja muy bien parada en su libro Palomas de guerra y tampoco, por lo que se deduce, en "El misterio de la mujer de El Pardo", biografía novelada de la esposa del dictador, escrita por Assumpta Roura -por cierto, el título es de un pretencioso que tira para atrás-.




Addenda 11:23
Los enlaces que voy a poner a continuación los tenía "reservados" para incluirlos en una entrada que tengo pendiente, en la que pretendía hablar sobre el hembrismo y su relación con el machismo, pero como me parece que la información que ofrecen es interesante para esta anotación, los traigo hasta aquí y el que desee, que los lea. Antes, resalto un trozo de uno de ellos, que habla sobre los procesos de socialización hombre-mujer:

En el caso de América Latina, Ignacio Martín-Baró ha definido cuatro características de la socialización que recibe el varón, cualitativamente diferentes, incluso opuestas, a la de las mujeres:

"… (a) fuerte tendencia y gran valoración de la actividad genital (el macho es "muy gallo"); (b) frecuente tendencia hacia la agresividad corporal (el macho "las puede"); (c) una sistemática actitud de "valeverguismo" o indiferencia frente a todo aquello que no se relaciona claramente con la imagen de "macho" (al macho "le vale v." todo lo que no se relaciona con faldas o con violencia); (d) el "guadalupismo", es decir, una hipersensibilidad respecto a la figura idealizada de la madre y todo los que se relacione con ella.

"Al síndrome descrito por la tipología del macho corresponde el síndrome de la hembra. Se podría caracterizar el "hembrismo" por los siguientes rasgos: (a) la subordinación instrumental frente al macho: la realización de la mujer sólo es concebida mediante el servicio al hombre y la procreación y educación de sus hijos; (b) la exigencia de la virginidad y enclaustramiento; mientras es soltera, la mujer debe reservarse intacta para un hombre, y una vez casada, debe permanecer dedicada integralmente a su hogar. Frente a la genitalidad machista, la mujer debe llegar virgen al matrimonio, ya que compete a su marido llegar con experiencia sexual y así moldear a su esposa en ese aspecto; (c) el cultivo de la sensibilidad y de la afectividad; puesto que la hembra es de inteligencia inferior, a ella no le compete enfrentar y resolver los problemas objetivos, sino cultivar la emotividad y el sentido de las realidades subjetivas; (d) el conservadurismo y la religiosidad: a la hembra le compete conservar vivas en la familia las tradiciones culturales y espirituales, y así mantener religada la familia con los parientes (vivos y difuntos) así como con Dios"


Extraído de "¿Biología o sociedad? Los procesos de socialización de los individuos".

Definición y clasificación de los micromachismos.

La favorita



Está claro que hay cosas en la vida que, por mucho que se quiera y por reiterados intentos que se realicen, parecen condenadas a permanecer inamovibles. Una de esas cosas es la cultura machista. Sí, sigo a vueltas de lo mismo. Y es que cada vez soy menos tolerante con las personas que, ante la pretensión de modificar ciertos aspectos culturales de una tradición por resultar éstos un cúmulo de despropósitos tendentes a degradar la condición femenina, como toda respuesta ofrecida para argumentar el "no nos moverán", arguyen que es una tradición y que como tal, no hay que modificarla. Y entonces es cuando mi ánimo, de normal sosegado, comienza a bullir y acaba tomando la forma de una cólera muy de andar por casa, pero cólera al fin y al cabo.

Esta mañana, mientras me tomaba el segundo café -esta vez no se me han caido las monedas, :-)-, he tropezado, en la prensa, con el siguiente titular:

Almansur renuncia a presidir las fiestas si no se elimina el término machista de "favorita".

Después de leida la noticia, me ha venido a la memoria otro caso en el que, como siempre, los que se veían "importunados" por el reclamo de unos derechos sobre pesca, alegaban, como toda justificación a su negación, que siempre se había hecho así y que era una tradición: estoy hablando de las hijas de los pescadores de El Palmar, que por ser mujeres, no heredaban el derecho a entrar en el sorteo de las zonas de pesca en La Albufera. Este asunto ha sido visto hasta en el Tribunal Supremo, con sentencia favorable a las mujeres y está pendiente de rodarse una película, protagonizada por Pilar Bardem y Ana Fernández, en la que se mostrará cómo se ha resquebrajado las relaciones sociales de esta pedanía valenciana, a raíz de este enfrentamiento.

He encontrado un documento muy interesante, titulado Tradiciones culturales y legitimación del poder masculino, del que destaco un pequeño párrafo, que a modo de resumen, aparece al final de toda la información:

En este artículo se analizan tres hechos conflictivos que se están desarrollando durante los últimos años en España. Aunque con características distintas, los tres procesos han surgido con el objetivo de conseguir la equiparación de igualdad de derechos entre hombres y mujeres. El propósito del artículo es el de contextualizar los tres conflictos en el marco de la tradición reivindicativa del movimiento feminista, contra la exclusión femenina; también el de mostrar aspectos relevantes de las relaciones de poder presentes en los procesos de construcción y cambio de los órdenes sociales y culturales.


Como reflexión final, tan sólo decir que estas cosas, que pueden parecer hasta ridículas si se contemplan desde la perspectiva de los males del Mundo o los padecimientos de la Humanidad, son más importantes de lo que a priori, parecen. No se quedan en una mera anécdota pintorequista, no. Esconden mucha intransigencia, mucha. Y un miedo casi irracional a verse desbancados, a que se les aparte del trono de reyes del universo. Es una respuesta atávica. Sujeta a la lanza y el escudo. ¿Cuándo comprenderán estos personajillos que hace ya mucho tiempo que no se necesita cazar para poder sobrevivir? -que quede claro que no pretendo generalizar-.

Publicidad sexista

Era de esperar... La solución del problema de la violencia doméstica es muy compleja y parece ser que algunos implicados en el asunto no lo tienen demasiado claro o no son conscientes -yo diría más bien que son unos inconscientes/irresponsables- de la importancia que una frase o una imagen tienen en la sociedad.

No termino de entender cómo es posible que un sector como el publicitario sea capaz de asegurar que sus controles de calidad son suficientes para frenar la degradación de la imagen de la mujer. ¿Son tontos o se lo hacen para quedar como chicos guapos en la foto? ¿Es que no ven la tele? ¿Es que no leen los periódicos? ¿Es que no son conscientes de la cantidad de contenido sexual que se transmite a través de algunas campañas aparentemente inocentes?

¿Chivos expiatorios? ¡Por favor, que estamos hablando de algo muy serio!

El onanismo femenino y otras "atrocidades"

O de cómo conseguir un "corazón de masturbador" en menos de una semana.

Ayer comí en casa de mis padres. No pude "tomar prestados" los abanicos de los que hablaba en la entrada anterior, para hacerles fotografías -mi padre estaba durmiendo la siesta- pero en cambio, me traje para acá dos perlas cultivadas en forma de libros: "Antes de que te cases" del Dr. Clavero Núñez y "El hombre, la mujer y el problema sexual" del Dr. J.Algora Gorbea. Del primero ya he hablado en alguna ocasión -sino aquí, en Marü-Maya, seguro- porque me fascina y me estremece a la vez, cómo los hombres han sido capaces de reducirnos a meras cobayas paridoras para su beneplácito y mayor gloria del Dios supremo.

A lo que iba, que me desvío: por la mañana, me encontré con una amiga que estaba un tanto sobrepasada con su hija cuasi-adolescente. Tenía que comprarle unas manoletinas en el mercadillo y no se atrevía a elegir las más extravagantes -aun sabiendo que M. quería ésas- porque entraba en conflicto con su propio gusto personal. Al final, se decantó por las de los colorines -horrorosas, por cierto- y mientras estuvo dudando, me contó que su hija le había preguntado que si las mujeres también se hacían pajas. Por lo que me explicó, pudo controlar la sorpresa inicial y después le contó que sí y le dijo que si deseaba más información, le diese unos días para que ella indagase sobre el asunto y poder explicárselo todo sin tabúes ni falsos pudores.

Cuando cayó en mis manos el libro "El hombre, la mujer y el problema sexual", me dije "mira, todo sea que aquí encuentre información más "aséptica" para poder ayudar a M.". ¡Qué chiste acababa de hacer yo solita y sin darme ni cuenta!

Transcribo varios párrafos que no tienen ningún desperdicio. Antes aclaro que está publicado en el año 1964 y editado por El Círculo de Lectores -tengo la sensación de que es uno de esos libros que mis padres compraron cuando mi hermana y yo éramos aún niñas, pensando en que nos podían ayudar años más tarde... al igual que adquirieron la Larousse o la Gran Enciclopedia Temática...-:

"Algunas consideraciones sobre el onanismo femenino

El ilustre Marañón, en su obra "La evolución de la sexualidad, consigna que 'la diferencia de la libido no se logra a la par ni con igual perfección en uno y otro sexo'. La libido femenina probablemente se despierta antes que la masculina, en relación con la precocidad de la pubertad en la mujer respecto de la del hombre. Por lo que hace a la intensidad, la tendencia pura, instintiva, dinámica del hombre hacia la mujer es incomparablemente mayor que la que siente la mujer hacia el hombre.

Lo que predomina en la sexualidad de la hembra es la aspiración maternal; y a costa de su desarrollo queda disminuido el auge de su libido. 'Toda la vida social y la moral humanas (agrega Marañón) están profundamente influenciadas por ese hecho de menor intensidad y, por tanto, de la menor urgencia de la libido en la mujer. Esta experimenta la inclinación hacia la vida sexual utilizando al hombre como un rodeo para el fin maternal. El hombre, en cambio, busca a la mujer como fin primario de su libido y con la aspiración paternal en segundo plano'.

'El simple y notorio hecho de que no exista una prostitución masculina, análoga a la femenina, demuestra este tono menor de la necesidad erótica de la mujer. Gracias a él, la castidad forzada de la mujer no es una tragedia orgánica como lo es para los hombres. La castidad en el sexo femenino puede ser una tragedia social, pero nada más.'
-y yo añado: y el tipejo se quedó tan tranquilo-. Estas opiniones de Marañón, admirables como suyas, comprueban que en la mujer no es tan frecuente el onanismo como en el hombre, por razón de su naturaleza. -mío también: ¿mandeeeeeeeeeeeeeeeee?-.

...La lascivia es una enfermedad habitual en muchas mujeres, en las que se apodera de todos sus sentidos. La lascivia, lejos de calmarse con la edad, es cada vez más violenta, siendo comparable a 'un rescoldo, que dura más que el fuego mismo' -añado yo: encima, horterta-. Una soltera puede desear con más ardor que una casada o viuda cohabitar con un hombre, porque dice que, como no ha gozado nunca de estos placeres, se figura que son muy diferentes de lo que lo son en realidad. Pero la experiencia enseña que a una mujer que sabe lo que es el amor y el acto sexual, le es mucho más difícil contenerse que a una soltera que lo ignora.

Muchos clínicos han hecho también la observación de que la mujer estéril suele ser más apasionada que una mujer fecunda, y no les falta razón, porque, considerando el deseo que tiene la primera de perpetuarse por la generación, tendrá que ser forzosamente más lasciva que la otra
-añado yo: ojo, que tiene tela lo de forzosamente más lasciva... ¡bendita píldora, bendita!-. La pasión sexual en la mujer es muchas veces tan extraña -¿¿¿¿????- que no es difícil encontrar mujeres que se han arruinado material y moralmente por satisfacer su lujuria -olé por el peaso de frase: con dos cojones, sí señor, que no se diga-.

Para combatir el onanismo femenino, el mejor remedio es el matrimonio
-añado yo: o sea, que como descubrieron que una era autosuficiente para eso de que se te abran las carnes de gusto por las entrepiernas ¿qué mejor solución que tener a la colega en casa, con la pierna atada a la pata de la cama?-, pues el uso moderado del coito, sin caer en aberraciones, lejos de ser perjudicial, es saludable y ventajoso. Ahora bien, si se abusa de los placeres sexuales, conduce este abuso casi siempre a un estado de postración y abatimiento. Todo esto en lo que respecta a la mujer soltera y sin vínculo. La mujer casada que no quiere caer en las aberraciones del onanismo ni que su esposo caiga tampoco en el mismo vicio, no debe negar nunca a su marido el débito conyugal, y para ello la favorece la estructura especial de sus órganos, que no necesitan preparación ni la presencia siquiera de deseos para efectuar el coito -añado: seguramente, un lector un poco más avezado que yo, diría que este último trozo es una aceptación tácita de la violación dentro del matrimonio, pero como yo no doy para más, a mí me parece que habla de la falta de lubricación vaginal y tal, que seguro que con un poco de vaselina la cosa se solucionaba ¿verdad que no me equivoco?-.

... Y de las perturbraciones patológicas ocasionadas por el onamismo, tanto en la mujer como en el hombre, ¿qué diremos? Hablen por nosotros clínicos eminentes: Hermann Cohn ha estudiado irritaciones de la conjuntiva, calambres en los párpados, debilidad de acomodación visual e impresiones subjetivas visuales motivadas por la masturbación. Krehl ha hablado de un 'corazón de masturbador', como consecuencia de una persistente sobreexcitación nerviosa, que lastima al corazón y a los vasos sanguíneos, lo que se manifiesta por la irregularidad del pulso, por la opresión dolorosa en la región precordial, palpitaciones, vértigos, etc..."


¡Qué miedo, pero qué miedo! Y pensar que este señor era médico... ¿Quién ha dicho que la ciencia siempre ha estado opuesta a la religión?

Addenda 13:35

Me bullía la cabeza, he de reconocerlo. Después de escribir esta entrada, me he puesto a hacer cosillas en casa -no demasiadas, ando un poco perezosa- y hasta que no me he vuelto a esta habitación y me he colocado delante del ordenador, no he estado tranquila: abierta la página de Google, y colocado en el cajetín de buscar, el texto "Algora Gobea", me han aparecido cinco referencias -me alegro, eso quiere decir que el tipejo este no tuvo mucho peso específico en la posteridad-. Una de ellas me ha llevado a una magnífica columna de opinión -como siempre- de Rosa Montero, en la que reflexiona sobre la estupidez humana y sus muchas variantes -amén de que pone como ejemplo una frase de este médico que está incluida en uno los párrafos transcritos de su libro-. Destaco un trozo:

" Con todo, una de las estupideces más inquietantes y extendidas es la que provoca la sombra impenetrable del prejuicio. Porque el prejuicio es como un eclipse del cerebro: aquella parte del pensamiento que se sumerge en las tinieblas del eclipse queda completamente idiotizada, y esto sucede hasta en las mentes más agudas, de ahí lo peligroso de este síndrome. Citaré como muestra el prejuicio machista, que, como comprenderán, me interesa muchísimo, y que ha torrefactado muchas cabezas ilustres. Por ejemplo, Rousseau, tan revolucionario él, decía que “una mujer sabia es un castigo para su esposo, para sus hijos, para todo el mundo”. Kant, que en las demás cosas no parecía idiota, sostenía que “el estudio laborioso y las arduas reflexiones, incluso en el caso de que una mujer tenga éxito al respecto, destrozan los méritos propios de su sexo”. Y el filósofo Locke, defensor de la libertad natural del hombre, consideraba que ni los animales ni las mujeres participaban de esa libertad, sino que tenían que estar supeditados al varón. Si pensadores tan brillantes llegaron a soltar tales majaderías nublados por el prejuicio, cabe imaginar los destrozos que este mal origina en la mente común.

Luis Otero ofrece algunos ejemplos de ese estropicio en su desternillante obra He aquí la esclava del señor (Ediciones B), un álbum que recoge las burradas machistas del franquismo. Reproduciré tan sólo unas poquitas perlas: “La mujer casada que no quiere caer en las aberraciones del onanismo ni que su esposo caiga tampoco en el mismo vicio, no debe negar nunca a su marido el débito conyugal, y para ello la favorece la estructura especial de sus órganos, que no necesitan preparación ni la presencia siquiera de deseos para efectuar el coito”, decía el doctor Algora Gorbea en 1964. “En general, todo trabajo que requiere teoría, reflexión, fineza de juicio, espíritu de iniciativa y de empresa es incompatible con la mujer”, sostenía en 1955 el jesuita Francisco Peiró. “Si conseguís establecer una especie de telepatía –a la hora en que penséis lo que tenéis que hacer para comer– entre vuestros pensamientos y los del marido: es decir, que si el hombre, al llegar a casa, al mediodía o a la noche, encuentra en la mesa el plato en el que había pensado con ilusión unos momentos antes sin decírselo a la esposa, entonces habréis adelantado mucho en el camino de la felicidad”, meloseaba glotonamente el escritor Alberto Pedrosa en 1956. El desfile de memos es interminable."


La columna de opinión íntegra.