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De espaldas

Rocambolesco

Hay cosas en la vida que no tienen explicación. Es más, hay cosas en la vida que sí que tienen explicación; pocas, la verdad. Las más son las que se escapan a cualquier razonamiento. Acabo de leer un reportaje sobre De Juana Chaos en El País.

No sabía que este tipejo fue ertzaina, ni sabía que su padre fue un militar del bando nacional, nacido en Burgos, condecorado tras la guerra civil; ni que su madre, hija de militar, vio la luz en una ciudad tan alejada del País Vasco como es Tetúan. Desconocía que se crió al lado de un cuartel de la Guardia Civil y que sus compañeros de juegos fueron los hijos de los que más tarde él acabó asesinando. ¿Cómo una persona, con una trayectoría en la vida tan "normal" -¿dónde está la normalidad?- puede acabar matando a 25 personas sin que le pese la conciencia?

El autor del artículo deja entrever una hipótesis que, sinceramente, a mí me huele a excusa barata y a intento de restar responsabilidad al único que la tiene, De Juana Chaos: una enigmática mujer llamada Helena fue la que torció el recto camino por el que caminaba el hijo del militar. Él se dejó arrastrar por los efluvios del sentimiento más puro y acabó siendo un muñeco en manos del interés terrorista -esto no lo dice el artículo, lo digo yo-. ¡Qué malas son las mujeres, por Dios!

Después de saber de su vida -la verdad, era y es algo que me la trae al pairo, hablando mal y pronto... ha sido el titular del texto lo que ha provocado que me parase a leerlo-, no cabe otra que pensar que los que dicen que la gente no cambia, que lo que una persona siempre ha hecho mal seguirá haciéndolo mal y viceversa, están evidentemente equivocados. Y sí, lo del bien y el mal lo digo con muchas reservas. No para este asunto, por supuesto.

Lo que resulta inaudito, asombroso y rocambolesco es que la madre de De Juana Chaos fuese atendida hasta la muerte por una viuda de un militar asesinado por ETA y que la hermana del preso esté casada con el hijo del fallecido. La vida, dicen...

Misión Eurovisión

Soy masoca. Lo reconozco. No lo había visto hasta ahora. Pero es que hoy es sábado. En Telecinco están hablando de la desaparecida hermana de la Princesa de Asturias -cómo impacta saber que ha sido un suicidio-. En La 2, "Rebelde sin causa" -creo-. En el resto, ni idea. Estoy viendo fotos en Flickr y tengo la televisión puesta como ruido de fondo. Un poco triste, la verdad. Pero como no toca otra que la relajación más absoluta, ya llegarán días mejores... -los postoperatorios es lo que tienen, que cuando no es una cosa, es otra y bla, bla, bla... -.

He dejado La Primera. La Horterada Mayor del Reino está retransmitiéndose en estos momentos a través de la televisión pública. Da vergüenza ajena. Mucha. Mucha, mucha, mucha. Creo que mañana no seré capaz de mirar de la misma forma a mi perro: tantos días de reposo me han convertido en una magnífica intérprete del lenguaje canino y sé, a ciencia cierta, que cuando mañana me vuelva a pedir que lo lleve a la próxima convocatoria para la selección de concursantes de OT, no tendré argumentos válidos para negarme. No. Después de oir -que no escuchar- lo de esta noche, creo que mi Zas será uno de los próxios triunfitos.

Tiempo al tiempo.

Voces melifluas

No sé a santo de qué se ha puesto de moda lo de cantar llorando. O llorar cantando. Que en realidad no sé que fue antes, si el huevo o la gallina. Hace un par de meses leí algo sobre esta chica con aspecto de niña desvalida, de adolescente perpetua: no sabía quién era y busqué información sobre ella en Google. Para mi sorpresa, hallé una entrada en la Wikipedia -Silvio, esto va por ti: seguramente no habrías encontrado información al respecto en los libros de consulta de casa o de la biblioteca municipal... quizás en la Enciclopedia Británica, :-D -: Nena Daconte.

¿Qué hacer cuando te han dado puerta -la primera expulsada-, antes de lo esperado, en la segunda edición de Operación Triunfo? Cambiar de registro y alejarse del tufo pelín hortera de los cantantes de esta fábrica de consumo rápido de éxitos. Por donde empezar: por elegir un nombre que dé un poco de empaque cultural. ¿Qué mejor que acordarse de García Márquez? Por donde seguir: por modificar la forma de cantar. ¿Cómo? Buscando la intimidad, el susurro, el lamento dulcificado... Cómo acabar: escribiendo unos textos donde lo fundamental sea la interiorización de los sentimientos, el conocerse a uno mismo y bla, bla, bla, unido a unas pinceladas de solidaridad, reivindicación y preocupación por los ideales perdidos. Todo muy trascendental y esas cosas tan de manual de autoayuda.

El resultado:

Idiota


En que estrella estará

No entiendo de música. No puedo valorar si los acordes suenan bien o mal... pero lo que sí que sé es que me sacan de mis casillas las voces almibaradas, de algodón de azúcar... Sobre todo, si para hacerlas más pegadizas, se eternizan en la prolongación del final de las palabras, como susurros, como suspiros infinitos... Por cierto, por el exitazo que están teniendo -Nena Daconte es un grupo: Mai Meneses y Kim Fanlo, un músico-, la única a la que le lloran las meninges cuando los escucha es a mí, :((

Será que no me va lo iconoclasta, lo profundo y la calidez...

Baile de letras

POSE

Cosas que pasan cuando los dedos pulsan las teclas en un orden equivocado...

Los muertos vivientes

Entre el magnífico titular y la torpeza de la administración pública de turno de la que habla la noticia...¡País!

¿Quizás será que, según se entiende al leerlo, el Consell de la Generalitat Valenciana ha decidido concederles beneficios fiscales a los contribuyentes ya fallecidos? De hecho, las dos mal llamadas "rebajas fiscales" se aplican al Impuesto de Sucesiones y Donaciones.

Catalina pisó una catalina

Cómo me alegra que la primera anotación de este año en el apartado de "Titulares de mi vida" sea por un despropósito con tanta enjundia. No sé qué chirría más, si el titular o la entradilla de la noticia:

Para que tu zapato no pise cacas de perros.

Por descontado, el nombre comercial del utensilio del que se habla es tan inapropiado que casi sobran las palabras:

"K-kan-box"

¡Ah! la expresión "guarrear las calles" suena de bien...

Que digo yo que tampoco estaría de más que alguien le explicase al redactor o redactora de la noticia en qué consiste la concordancia entre el sujeto y el predicado de una oración...

A las buenas noches, :-))

Experiencias hospitalarias

En los últimos tres meses he escrito en esta bitácora algunas anotaciones que, vistas hoy con la distancia debida y por tratarse de un asunto muy personal, pecaban de un tremendismo excesivo y, casi sin excepción, resultaban incomprensibles.

Quizás todo sea resultado de una mezcla difícil de equilibrar: por una parte, necesidad de restarle importancia a determinados sucesos y por otra, el peso del pudor. No es lo mismo hablar de lo ortopédica que resulta la sonrisa de Isabel Preysler que escribir treinta líneas contando el miedo que se tiene al dolor y a la enfermedad.

Los hechos objetivos: cinco días hospitalizada por una intervención quirúrgica realizada el 10 de enero. Desde el día que me dieron el alta hasta el pasado sábado por la tarde, he estado en casa de mis padres. Ahora estoy en la mía: no puedo hacer ningún tipo de esfuerzo pero tengo autonomía, que es lo único necesario para estar sola.

Lo subjetivo:

Versión seria

Padecer por lo que ha de venir es una soberana estupidez. Cuando llega el momento se sufre igual. Meter el dedo en la herida, con predemitación, reiteración y por adelantado no sirve para nada: es un aprendizaje inútil y no atenúa el dolor -físico y espiritual- cuando éste llega. Es más, estoy convencida de que te predispone negativamente.

Hacerse la heroína -esto lo digo ahora, hace un mes no hubiese sido capaz de reconocerlo ni harta de vino- con el ánimo de colgarse medallas es ir llamando a gritos, para que despierte, a la dormida víctima que todos llevamos dentro: pedir ayuda es sano, muy sano. Acusar a los que nos rodean de que no han estado a la altura de las circunstancias es mezquino, sobre todo, si partes de la base de que las necesidades personales no se transmiten por ciencia infusa, sino por peticiones claras y específicas.

Versión frívola

Los cirujanos ven Anatomía de Grey. Las "oseas-maris-que-zuecos-más-monos-llevas" que me pincharon por dos veces para tomarme la vía intravenosa a la entrada del quirófano llevaban gorritos de colorines similares a los que usan los protagonistas de esa serie televisiva. Por cierto, hubo un tercer pinchazo: la primera cirujana estaba aprendiendo -una segunda le indicaba los pasos a seguir- y no pudo. La instructora se puso a la faena y tampoco acertó. Fue el anestesista el que confirmó que lo de "a la tercera va la vencida" es completamente cierto.

Existen quirófanos con luz natural. Sí. Es fuerte, lo sé. Tanta serie y pelicula mostrando estancias oscuras, casi tenebrosas, ha acabado nublándonos la imaginación. ¡Qué se le va a hacer! El que me tocó a mí está instalado en una habitación idéntica a la de los enfermos -cuatro camas-: dos inmensos ventanales que iluminaban el lugar sin necesidad de luz artificial.

Los que compran el mobiliario hospitalario ven House. Mi cama era igualita a las que salen en la serie. Lo supe el martes pasado, mientras veía el capítulo de esa semana: marca Hill Room.

Una parte del personal sanitario cree que el enfermo, por el mero hecho de estar en un hospital, es el que ha de acoplarse al funcionamiento del centro y no al revés, por lo que, impepinablemente, si se ha de entrar en una habitación donde duermen cuatro personas a las dos de la noche, porque una de ellas necesita un cambio de gotero, se encenderá la luz principal y no la de la cabecera de la cama correspondiente. A ser posible, para que el descanso que require un paciente sea el pertinente, si la auxiliar de turno ha de localizar a su compañera desde el control porque no sabe en que habitación está en ese momento, utilizará la megafonía, no sea cosa que por recorrerse diez habitaciones a las cinco de la madrugada se le desgasten las rótulas y le tengan que dar una baja temporal por agotamiento.

Me aprecia bastante más gente de la que yo hubiera imaginado. Una grata sorpresa -dejo de lado el postureo chistoso-, sin duda. Es más, aparte de la querencia, he constatado que algunas amigas confían ciegamente en mi inexistente fuerza de voluntad a la hora de mantener un estricto régimen dietético durante, al menos, un año: es la única opción posible después de que me hayan regalado ocho cajas de bombones. No una ni dos, no. Ocho. A razón de 350/400 gramos por unidad y una de 750 g. Dentro de tres meses necesitaré una grúa para mover el trasero. Tiempo al tiempo.

Podría contar muchas más cosas y convertir esta entrada en un tostón soporífero... Tentada estoy... Tantos días sin escribir... Vale, vale, lo dejo, :-)))

Sólo añadir una cosa: tengo una hermana que no me la merezco. Un SOL.

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Posdata para mis detractores: de ésta no me muero, que lo sepáis, ;-P

La mala leche se me ha acentuado y me he convertido en una persona mucho más pragmática y racional... Un asquito, la verdad. Bicho malo nunca muere -hasta qu tropieza con el borde de un féretro y se cae dentro... pero esa es otra historia-.

Descanso

Zas duerme. Hace bien. Dentro de unos días estaré en parecidas circunstancias. Me tomo unas semanas de descanso. A la fuerza; pero, la verdad, no me van a venir nada mal. No sé si serán diez, quince, veinte días. No depende de mí.

De ésta creo que cambiaré de profesión: me he hecho una experta en darle la vuelta a todos mis calcetines. A los que tengo y a los que tendré. Siempre es preferible acomodarse a las situaciones antes de que las rozaduras acaben no dejándote andar. Estoy hasta por escribir un manual, :-D

Salud y nos leemos en unos días.

Identidades

El mismo rostro, la misma sonrisa... distinta persona. Impresiona, sí.

Pero mucho menos de lo que hubiese imaginado hace relativamente poco tiempo.

Me alegra darme cuenta de que el reloj de arena funciona para todos igual.

Está mal lo de "lo sabía, acabaría semejándose al abuelo Cebolleta", está muy mal.

Pero... ¡joder! cómo sienta de bien... ¡Reconforta que es la hostia!*

*Si a alguien le da por querer interpretarlo y ponerle nombre y apellidos a la persona en cuestión, es muy libre de hacerlo... Posiblemente, casi con absoluta seguridad, se equivoque. Las apariencias engañan. A mí me ha servido, sin buscarlo, para llenar el hueco de un hábito que este año, por razones que no vienen al caso, no he podido llevar a cabo con toda la parafernalia necesaria. Sólo espero, y esto lo digo de corazón, que esa aparente felicidad, lo sea de verdad. A veces nos construimos una mentira a la medida y la vivimos durante un tiempo, creyéndonos que es lo mejor que podría estar pasándonos... Luego, de repente, explota la burbuja y descubres que lo que otros llamaban amor no era otra cosa que interés... En fin, cada cual sabrá lo que hace y cómo lo hace. Es tan confuso el límite entre la ficción y la realidad...

Voy a planchar un rato -yo edifico hiperrealidades de maruja de barrio... es lo que tiene ser mediocre... y no lo digo para fustigarme, que conste-.

El lenguaje de los niños

Que me perdonen las madres, los padres, los tíos, las tías, los abuelos, las abuelas, los padrinos, las madrinas... Me supera, me supera y me supera.

Escucho en la Cadena Ser: el público infantil es muy exigente... llegan a convencer a los adultos... hay niños que se sientan en la silla -de la peluquería- y deciden qué corte de pelo quieren...

Más: en el mercado no existía una peluquería específica para niños... es que los niños ven una tijera y les da miedo... y apunto yo: por esa razón hay que hacer un máster al respeto y montar una peluquería específica para ellos... claro. Por eso será. No tiene nada que ver con la pijotería, no. No tiene nada que ver con las contemplaciones estúpidas que acaban atontando y dándoles un poder que realmente no les corresponde... Y si encima colocas, entre razonamiento y razonamiento, palabras clave como "pedagogía", "psicología" y "diálogo", el resultado es algo como lo que sigue:

Fashion Kids, una peluquería específica para niños.

Que no digo que no tengan derecho, que no. Pero que no me lo vendan como una cosa hipermega-chachi-piruli basada en la interpretación del lenguaje de los niños -me puede, me puede, me puede-, porque a fin de cuentas, se trata de mercadotecnia pura y dura: está claro que cuanto más específico sea el servicio que se ofrece, más futuro tiene en el mundo económico.

Ya el nombre de la peluquería es para darles un par de leches virtuales, a ver si los responsables espabilan... "Fashion kids"... ¡no te jode!

Conversaciones de salón

Eloísa: ¿Sabes una cosa, Julián?

Julián: No, no sé.

Eloísa: ¿Por qué siempre eres tan desagradable respondiéndome?

Julián: No soy desagradable, Eloísa. Sólo te respondo a lo que me preguntas. No sé una cosa. Sé algunas, muchas, pero no sé una en concreto, la que tú quieres que sepa.

Eloísa: Me pones nerviosa cuando haces alarde de esa lógica tan especial...

Julián: Da igual, Eloisa, da igual. Dime que es lo que tendría que saber y no sé.

Eloísa: ¿Te acuerdas de la mujer que dormía hasta hace poco en el portal de la casa de los Castillejo? Sí, hombre, ésa que va vestida de cualquier manera, que no tiene domicilio fijo y que cuando pasas por su lado, te mira como si te perdonase la vida...

Julián: No, no me acuerdo. ¿Debería acordarme? ¿Algún motivo especial? ¿Piensas invitarla a cenar esta Nochebuena?

Eloísa: Mira que eres cínico, Julián. Hombre, nada del otro mundo. Pero fíjate lo que son las cosas...

Julián: ¿Qué cosas, Eloísa? ¿Qué cosas?

Eloísa: ¿Puedo contártelo o no? Deja el libro encima de la mesita y atiende a tu mujer, que parece que te hayas olvidado de lo mucho que insistió el conciliador matrimonial sobre lo importante que era que dialogáramos.

Julián: Soy todo oidos.

Eloísa: Sabes que hoy había quedado con Josefina para ver las telas de las cortinas del salón. Ya están pasadas de moda... A la vuelta, después de dejarla en su casa, he pensado en aparcar en la calle porque a la tarde he de ir a formalizar el catering para Nochebuena y ya sabes lo que me cuesta meter el coche en el garaje...

Julián: Eloísa, por favor, creo recordar que el avance diario de tus quehaceres me lo diste en el desayuno...

Eloísa: Bueno, bueno... cómo te pones, hombre, cómo te pones... Mira, pues que no me ha quedado más remedio que aparcar en la calle donde vivían los Castillejo... no me gusta, porque casi todos los edificios están abandonados y sólo se ve zafiedad, mugre y mendigos de tres al cuarto, que es que ya no son como los de antes, que te miraban con respeto, porque sabían quiénes éramos, pero es que ahora, Julián... ahora te plantan cara, te retan... y da miedo, mucho miedo.

Julián: Y si tanto miedo te dan,¿ por qué no te has ido por dónde has venido y has aparcado en el garaje? Lucas podría haber guardado el coche, que no sería la primera verz.

Eloísa: A ver, Julián, es que yo estoy en mi tierra, en mi ciudad, en mi casa de toda la vida, en la casa de mis padres, en la que fue antes de mis abuelos... Me dan miedo, sí; pero no conseguirán que agache la cabeza... ¡hombre de Dios!... bueno, a lo que iba... que he dejado el coche en la calle de la Anunciación y al pasar por delante de la bodega del sr. Luciano, he visto a la loca de la que te he hablado al principio.

Julián: ¿Y cómo sabes que está loca?

Eloísa: Julián, una persona en sus cabales no se viste de esa forma y mucho menos se pone un gorro de los de Papa Noel un día normal, sin venir a cuento...

Julián: Si tú lo dices...

Eloisa: No lo digo yo, Julián; es así y punto. Bien, pues que la he visto. Y con ella había un cámara de televisión y un entrevistador. Ya ves tú qué cosas... ¿Qué tendrá de interesante una mujer que cuando te acercas para darle una limosna, en lugar de darte las gracias, lo más suave que te dice es que eres una puta burguesa de mierda? y perdona la expresión, cariño; que sé que es una bajeza hablar de esa forma, pero es que es lo que dice...

Julián: ¿Y? ¿Ya está? ¿Has acabado?

Eloísa: Mira, Julián, no cojas todavía el libro que te veo venir. No, no he acabado. ¿Es que no te asombra que una borracha que sólo sabe molestar a los vecinos, salga en la tele? Es que es el mundo al revés. Me ha dicho Leonor que era para un programa de la Cuatro, esa cadena nueva que está a favor de Zapatero... creo, sí, sí, se titula "Callejeros". Ya ves...

Julián: ¿Le has preguntado a Leonor? Cuántas ganas de cotillear,, Eloísa, jajaja, eres increíble...

Eloísa: Oye, Julián, que creo que eres consciente de que el servicio sabe mucho y lo calla todo. Que mira lo que le pasó a los Prats...

Julián: Vale, Eloísa, vale. ¿Puedo ya continuar leyendo?

Eloísa: Sigue, hijo, sigue... A ver... déjame que le eche un vistazo a lo que lees: Misericordia, de Galdós... Vaya, hombre, no sabía que te había entrado la vena compasiva, Julián... a este paso, hasta serás capaz de acompañarme los domingos a misa. Ya me decía mi madre que no me apurase, que lo de las manifestaciones y el puño en alto eran algo pasajero, y que cuando se es de buena cuna, uno acaba volviendo con los suyos. No sabes lo que me alegro, Julián.

Julián: Yo no, Eloísa. Yo no me alegro nada. Nada en absoluto.
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Fotografía de la que surgió la idea: Puta Navidad (con perdón).

El bello durmiente

Esteban duerme. Ya no lo miro. Antaño, ya no sé cuánto hace, esperaba a que su respiración sonase acompasada para alzarme sobre mi codo derecho y contemplar el espectáculo: su rostro perdía la fuerza que le aportaba la luz del día y las sombras lo convertían en un ser vulnerable, como yo, a fin de cuentas. Detalles como aquél se acomodaban en mi regazo y cuando echaba en falta su mano encima de mi hombro, recurría a ellos para acariciarlos.

Hoy, cuando me dirigía a la parada del metro, he detenido mi marcha. Un joven descansaba plácidamente, tumbado en un banco del parque de San Andrés. Sabía que Lucía estaba esperándome; pero... sinceramente, me ha dado igual. La monotonía de un café que sabe exactamente igual que el primero que tomamos juntas hace ya más de treinta años, no es ningún aliciente. Bien pensando, no es nada. Una línea continua. Sin altibajos.

Sólo he estado allí diez minutos. Poco tiempo. O quizás, todo el tiempo del mundo. En realidad, el tiempo no debería medirse por su extensión, sino por su intensidad. Diez minutos que han supuesto un millón y medio de desdichas y una docena de ternuras del tipo "Manual del buen esposo". Antes de marcharme, he pensado en acercarme al joven. Para saber cómo se ve de cerca la despreocupación. Para cerciorarme de que la dureza de la vida a unos les deja amargura en la mirada y en la punta de la lengua y a otros, les ayuda a disfrutar, sin más.

Tras una corta indecisión, he llegado hasta él y después de inclinarme sobre su rostro, he besado sus labios. No se ha despertado. Tampoco se ha convertido en mi príncipe valiente. Ha seguido durmiendo. Yo, en cambio, he escuchado cómo sonaba la alarma de un pequeño reloj despertador que, desde hace años, llevo colgado del cuello con la ayuda de una cadena de oro. Fue un regalo de Esteban. Para cuando di a luz a Fermín, el primer varón.

Todavía no sé cómo ha podido pasar... el reloj dejó de funcionar porque yo misma lo estampé contra el suelo, una tarde de hace ya siete años. De camino a casa de Marita, entré en la pastelería de Doña Generosa. La calidad de sus merengues era conocida en toda la ciudad y no quise resistirme. Mientras hacia cola para que me atendieran, vi a una pareja caminando por la acera de enfrente. El gesto del hombre me hizo sonrerír: le estaba colocando la bufanda a la mujer para que no quedara resquicio alguno por el que pudiera entrar el gélido aire invernal. Al acabar, le dio un beso en los labios y fue al apartarse cuando lo reconocí.

Mañana ya no hará falta que me sienta culpable por no querer velar el sueño de Esteban.

Las ranas encantadas, los príncipes valientes y las hadas madrinas son pura invención humana. Los que sí que existen son los bellos durmientes.

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Fotografía de la que surgió la idea del texto: Hombre tumbado en banco.

Feliz 2007

Feliz 2007

Para los que entran y se van; para los que leen y no dicen nada; para los que leen y dicen en voz alta pero no escriben; para los que siempre estáis ahí, de una u otra manera; para los que me regalan su tiempo y sus palabras... para todos, porque con vuestro calor, el estático gris de fondo acaba convirtiéndose en un cálido y acogedor ocre.

Se puede vivir de espaldas a la vida, pero nunca de espaldas a las personas que una aprecia.

Alegría y salud, mucha salud.

Besos

Treinta de diciembre (4 breves)

El cumpleaños de mi padre.

El ajusticiamiento de Sadam Hussein

La llegada de la última. Mañana, una amiga muy cercana, cumplirá 29 años. Habrá que celebrarlo. Si alguien quiere acompañarme... Es un absurdo, lo sé. Pero las cosas se llevan mucho mejor si se toman con humor.

Ha estallado un artefacto en el aparcamiento de la T4 de Barajas. Heridos leves, grandes destrozos y una llamada a un diario vasco avisando ¿a alguien le suena de algo? En nombre de ETA, dicen ahora. Un coche bomba, añaden.

No son horas para emborracharse, pero desde luego, motivos para querer olvidarse del mundo en el que vivimos, no faltan.

A pesar de todo, buen día.

Voy a hacer algunas compras -y a estirarle las orejas a mi padre: 71 años. Está tristón y no sé cómo animarlo. Mi madre se deteriora demasiado deprisa-.

A la mierda la tregua. Se necesita ser retorcido, hijo de puta y... yo qué sé... de verdad... y los de siempre, ya andan metiendo caña en la radio... ¡qué asco, pero que asco más grande, por Dios!

Addenda 11:30 h. de 30-12-2006

He suprimido el enlace a la noticia de la ejecución de Sadam Hussein porque esta mañana no había todavía fotografías sobre el proceso de su muerte. He entrado ahora a ver qué se decía de nuevo y he visto que han incluido imágenes. Me niego en rotundo a caer en un morbo innecesario. Brutal e inhumano. Me da igual que este hombre sea el responsable de miles de muertos. Me deja pasmada cómo la prensa, en general, ha sido capaz de ampararse en el derecho a la información de los ciudadanos para justificar que se muestren las imágenes. No es la primera vez que lo hacen: desde los asesinados en China hasta las lapidaciones... Todavía tengo en la memoria la imagen del dictador rumano y su mujer, reclinados sobre una pared y con un hilillo de sangre en la frente...

Y tenemos la desfachatez de llamarnos civilizados... En fin, no sé de qué me soprendo...

Pequeñas variaciones

Sábado, 31 de julio de 2004

Recaudación: 145.61 $. En caja, 5.61 $; el resto, guardado donde siempre.

El martes, pedir cucuruchos tamaño pequeño.

Domingo, 1 de agosto de 2004

Recaudación: 169.28 $. En caja, todo. Cynthia no me ha quitado ojo desde que he entrado por la puerta de casa.

Preguntar mañana a Bob cuando llegarán los regalos de la promoción.

Lunes, 2 de agosto de 2004

Recaudación: 89.23 $. En caja, todo. Cynthia ha movido los libros de su sitio habitual.

Martes, 3 de agosto de 2004

Recaudación: 0 $. En caja, nada. Un hijo de puta me ha atracado a las cinco de la tarde. La avenida llena de gente y ni un cabronazo ha sido capaz de llamar a la pasma. Y luego quieren, cuando llegan al puesto, que les haga un 2x1. Cynthia me ha preguntado cuando le iba a dar el dinero para la matrícula de sus clases de secretariado. Se cree que no sé que la academia se llama "Hotel Margarita".

Miércoles, 4 de agosto de 2004

Recaudación: 328 $. En caja, todo. El robo ha atraido a los curiosos. Mañana he de llevar a enmarcar la noticia del atraco que el Miami Herald sacó hoy. Cuando me llamaron ayer a las siete de la tarde para entrevistarme, me pidieron una fotografía del puesto de helados. Uno no sale todos los días en la prensa: yo mismo les llevé la foto que Igantius me hizo el mes pasado con su cámara nueva. Allí me enteré de que, en la huida, el atracador fue atropellado por la hija del alcalde.

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Fotografía que motivó el texto: Vendedor de helados.

¿Qué hago hoy para comer?

No tengo ganas. Estas piernas me están matando. No sé yo por qué Doña Lucía me dice que lo que a mí me pasa es que no sé cuidarme y que si saliera más a la calle no me harían falta tantas pastillas. Con lo bien que estoy yo aquí sentada, al sol. Envidia es lo que esta médica de tres al cuarto tiene... que a mí el Remigio me trae el jornal a casa todas las semanas y ella tiene que salir todos los días a la calle a ver gargantas y caras de abuelos verdes que le miran el escote que es que todo hay que decirlo... no puede una, si es que una es una mujer como toca, enseñar las tetas de esa manera tan descarada, que se apoya sobre la mesa para levantarse y le estás viendo el canalillo y si me apuras hasta el ombligo...

Cuando venga el Lucas me reguñirá, que lo sé yo. Ya me dijo ayer que no le arreglase el bajo de esos pantalones, que ahora se llevan asín, deshilachados, pero a mí que no me venga con monsergas, que tanta tontería de ahora se lleva esto y mañana lo otro no son más que pamplinas que donde este un bajo cosido a máquina como dios manda, lo demás son cosas del vestir como aquellos amigos de la Mary, la hija de la Filomena, que venían a buscarla en una vieja furgoneta pintada con margaritas en el techo.

Que no sé yo si hoy no tendría que haber hecho las lentejas que aún están a remojo, que al Remigio los espaguetis no le gustan, que cada vez que los ve en el plato me he de santiguar desde la cocina para que no comience a maldecir contra todos los muertos de la familia, que si de verdad las almas penasen, este hombre mío tendría un mal de ojo echado desde hace ya varios años... que al Lucas le gusta la pasta y yo quiero que me coma como toca, que luego se va de bares y en esto no se parece a su padre, pero lo que es a mi maño... aviada va la que sea su esposa, que tendrá que bajar a buscarlo al Dominó más de una noche...

Voy a hacer el sofrito, que veo que el Tomás está cerrando la tienda y eso es que ya son más de las dos.

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Fotografía que motivó el texto: Al sol.

Indolencia

Cada vez que contemplo la foto me acuerdo de ella. Me miraba retadora, como si dudase de mi capacidad para mostrar en imágenes lo que su postura indolente pretendía decirme sin mediar palabras.

Iba de aquí para allá, sin detenerse. Me puso nervioso. Resultaba imposible centrar mi atención en la preparación del equipo. El rítmico ruido de sus tacones marcando con fuerza los pasos se convirtió en una tortura.

Cuando llegó el momento de colocarse delante de la cámara, su rostro tomó el característico gesto de aquellos que quieren demostrar que están de vuelta de todo y no lo abandonó hasta que finalizó la sesión.

Pensé que, de haber podido, hubiera sido capaz de no pestañear para no abandonar, ni por una sola milésima de segundo, su intención de hacerme callar algo que, todavía no sé por qué motivo, ella entendía que si yo contaba, la convertiría en una persona vulnerable ante los demás.

Cada vez que contemplo la foto, me acuerdo de ella. Dos horas antes de llegar al estudio, paré a tomar un café en el viejo bar contiguo al museo. Me senté en la mesa que está delante del enorme ventanal, con el deseo de que, el ir y venir de la gente, me diese ideas sobre cómo afrontar el trabajo que tenía programado para la semana siguiente.

No quise escucharla. Pero, sin querer, una voz triste llegó hasta a mí a la vez que la camarera me traía el café. Intuí que no estaba sola. Girarme para saber hubiera sido indecoroso. Aguardé. Porque, en verdad, aunque era consciente de que estaba robando un trocito de la vida de otros, no me sentía culpable en absoluto por mi falta. La curiosidad se instaló en la silla que tenía enfrente y, en ningún momento, se me ocurrió decirle que se marchara.

- Sabes que no quiso hacerte daño; que tu reacción fue desmesurada; que las palabras, a veces, se quedan en los bolsillos ... él tardó en encontrarlas. Pero, al final, te las ofreció como regalo, tal y como tú deseabas.

- Es tarde, llega tarde. No quiero más ausencias, ni quiero más esperas. Es tarde. Muy tarde.

-Te arrepentirás, lo sabes. Estás comportándote como una niña malcriada.

- No, no es cierto. Me protejo. No quiero que me duela. Es más, ya no me duele. Vete y díselo. Márchate ya. No va a servir de nada que sigas aquí. Dentro de un rato tengo una sesión de fotos. Necesito hacer unas llamadas.

Su acompañante se marchó. Al momento, me llegó el sonido de las teclas de un móvil. Habló: "Ya está". Un silencio que duró un segundo, dos a lo sumo y habló de nuevo: "Rota". El ruido de una tapa cerrándose me indicó que había dado por finalizada la conversación.

Se levantó y cuando fue a ponerse la chaqueta que tenía sobre la silla que estaba a mis espaldas, me miró y tras un pequeño instante de duda, vi como su rostro pasaba de una desnuda tristeza a una aparente indolencia. Dos horas más tardes supe quién era.

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La imagen que ha originado esta historia, se puede ver en este enlace.

Contrapunto navideño

Después de tanto candor candoroso, cándidamente candente, no cabe otra que programar un contrapunto navideño para rebajar los efluvios de bondades superlativas al nivel habitual en las "personas humanas" -que no es cosa mía, que conste; que Benedicto XVI gusta mucho de llenar sus discursos de obviedades y dejarse lo necesario en el cajón de su mesilla de noche-, esto es, a menos cero grados, tirando hacia el infierno, según se baja, tercera esquina, caldero de acero pulido al estilo ’por-favor-mari-como-puedes-decir-que-Busta-no-es-un-primor’-:

Olé por la música, de Ixo Rai, grupo aragonés que se deshizo hace dos o tres años y que hacía música ¿folck?, no. Era y es música pachanguera, irreverente y juerguista, con algunas dosis de mala baba cargadas de razón y con letras que iban desde la reivindicación hasta la denuncia social.

15 de agosto, de Ixo Rai

Navidad... o lo que sea.

Feliz Navidad

Tres

Tres eran tres las hijas de Elena. Tres eran tres y ninguna era buena: Julia, Paloma y Elena. Tres eran tres y ninguna de las tres era buena. Rubia, castaña y morena.
Dicho popular

Hoy me he levantado "tres" -que no Flex-. ¿Se puede una levantar con cara y cuerpo del tercer número natural -dejando fuera el cero, que una gran parte de los matemáticos teóricos no lo incluyen como tal- y no estar loca? Quizás sí, quizás no.

Por ahí -en el mundo mundial mundialmente mundialado- existen algunos ejemplos válidos:

Tres árboles

Éste cuadro no es conocido, pero como a mí me gusta... pues eso, :-D
Es de Caitlin Schwerin.

Las tres carabelas

Los tres cerditos

Los tres de las Azores

Tres en raya

Tres flamencas casposillas

Éstas tampoco son famosas, pero es que aún me duele la mandíbula... ¡Hay gente que sigue comprándolas o intentándolas vender, que ésa es otra...

Las Tres Gracias

Los tres tenores

Los tres mosqueteros

...y...

...y...

el "tres" más importante de todos...

Tres años

Hoy hace tres años que comencé esta bitácora. Treinta y seis meses. Mil noventa y cinco días. Veintiséis mil ochenta horas.

Hacer un repaso de todo lo escrito, de lo más importante, de la tontería más tonta de categoría más alta de las Máximas Tonterias, de lo más tierno, de lo más frío e impersonal resultaría un exceso inoperante y además, un peñazo del veinte. Tan solo decir que aunque últimamente no he barrido la casa a menudo, desde hace una semana tengo una escoba nueva. De momento, lo que pienso y lo que siento -por razones que no vienen al caso- es demasiado personal para traerlo hasta aquí. Pero sé que es una situación transitoria.

Soy consciente de que esta anotación es un ejercicio de "auto-ombliguismo" puro y duro. Pero es lo que hay: la constancia nunca ha sido mi fuerte y que esta página permanezca abierta y activa después de tres años es todo un prodigio.